Choques en Libia dejan dos manifestantes muertos

Dos manifestantes libios murieron y decenas resultaron heridos el sábado cuando cientos de inconformes atacaron un complejo de milicianos al aumentar la indignación contra los grupos armados en Bengasi, cuya operación sin restricciones derivó en el homicidio del embajador de Estados Unidos.

Para muchos libios, el ataque del 11 de septiembre al consulado estadounidense en esta ciudad fue la gota que derramó el vaso en cuanto a uno de los principales problemas que enfrenta Libia tras el derrocamiento y muerte de Moamar Gadafi el año pasado: los múltiples mini ejércitos armados con ametralladoras y lanza granadas que son más poderosos que las fuerzas de seguridad del gobierno.

Sin embargo, en un indicio de los temores gubernamentales de que se produzca un vacío repentino en la seguridad si las autoridades dejan de apoyarse en las milicias para mantener el orden, los funcionarios pidieron a los manifestantes respetar a las milicias «legítimas».

Aunque las protestas del viernes fueron planeadas por adelantado a través de las redes sociales y volantes, la toma de la sede de los milicianos fuertemente armados tomó a muchos por sorpresa.

Después de desprenderse de una enorme marcha contra las milicias —la más grande en esta ciudad oriental desde la caída del régimen de Gadafi en octubre— los manifestantes invadieron un edificio utilizado por la milicia islamista Ansar al-Sharia y prendieron fuego a un vehículo y a oficinas luego de liberar a tres detenidos que estaban en una celda subterránea. El grupo está vinculado con la muerte del embajador estadounidense Chris Stevens.

Manifestantes a pie y en vehículos, algunos con armas de fuego y otros con machetes, se trasladaron a otro complejo fuertemente resguardado en las afueras de Bengasi que alberga a la milicia Rafala Sahati.

Presas del pánico, los funcionarios del gobierno libio instaron a los manifestantes a diferenciar entre lo que calificaron como milicias «legítimas e ilegítimas».

Las milicias, un legado de las harapientas fuerzas populares que lucharon contra el régimen de Gadafi, se promocionan como protectores de la revolución libia que proporcionan seguridad donde la policía no puede. Pero ahora enfrentan las críticas de la opinión pública y son acusados de actuar como pandillas, al detener e intimidar a sus rivales y perpetrar asesinatos.

El jefe del Estado Mayor libio Yussef al-Mangush dijo que tres grandes milicias — Rafala Sahati, 17 de febrero y Escudo de Libia — son consideradas «pro-gobierno» e instó a los manifestantes a abstenerse de presionar para obtener lo que describió como metas «contrarrevolucionarias».

El gobierno se apoyó en gran medida en Rafala Sahati, por ejemplo, para asegurar Bengasi en julio durante las primeras elecciones nacionales del país tras décadas de dictadura. La milicia toma su nombre de un combatiente islamista que luchó ferozmente contra las fuerzas de Gadafi al principio de la revolución.

Pero la mayor parte de las milicias libias todavía responden a sus jefes antes que al Estado. Los manifestantes, como los de la noche del viernes, quieren que los combatientes entrenen fuera de Bengasi y sigan las órdenes del ejército nacional como soldados individuales y no como parte de una milicia. Muchos de los milicianos son civiles rebeldes e indisciplinados que levantaron las armas durante la guerra de ocho meses.

Mohamed al-Fakhri, gerente del hospital al-Hawari en Bengasi, dijo que dos hombres jóvenes murieron y unos 30 resultaron heridos en los enfrentamientos. Algunos informes de prensa hablaban de cuatro muertos, pero no fue posible confirmar de inmediato esa cifra.

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