Tras dos años de muerte de Kirchner, Fernández pierde popularidad

Buenos Aires,  (EFE).- Dos años después de la muerte del expresidente argentino Néstor Kirchner, su viuda y sucesora, Cristina Fernández, ha logrado consolidar su liderazgo en el oficialismo, aunque su popularidad está en declive tras un triunfo contundente en las urnas.

Decenas de actos de tributo al expresidente, fallecido el 27 de octubre de 2010 por un paro cardiaco, se multiplican hoy en distintos puntos del país, organizados por Gobiernos locales y agrupaciones políticas oficialistas.

Fernández viajó este viernes a la sureña ciudad de Río Gallegos, donde descansan los restos de Kirchner y donde también hoy hay actos de recordación a quien gobernó Argentina entre 2003 y 2007.

La sorpresiva muerte de Kirchner, a sus 60 años y convertido en el máximo líder político del país, encontró a Fernández en su tercer año de mandato, con una imagen positiva de apenas el 35,1 %, según datos aportados a Efe por la consultora privada Management & Fit.

Tan solo un año después, en octubre de 2011, cuando Fernández accedió a un segundo período presidencial en unas elecciones en las que triunfó por el 54 % de los votos, su imagen positiva había trepado hasta el 63,3 %.

Pero tras doce meses de aquel hito de popularidad, la imagen «buena» de la mandataria se desplomó a un 24,3 %, la «regular» subió al 22,2 % y la negativa escaló al 43 %, según los últimos sondeos de Management & Fit.

«Cristina tomó el liderazgo en el peor momento del kirchnerismo y con una imagen pésima de su gestión. Sin embargo, ante el vacío que dejó la muerte de Kirchner y la necesidad del oficialismo de generar un liderazgo fuerte, Cristina se consolidó rápidamente y alcanzó su clímax en el momento de la elección», dijo a Efe el analista Jorge Arias, de la consultora Polilat.

Pero a partir del inicio de la segunda Presidencia de Fernández, en diciembre pasado, algo cambió.

Según Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político, Fernández se cerró, acotando a mínimos la mesa de sus hombres de confianza, al tiempo que el crecimiento de La Cámpora, la agrupación juvenil kirchnerista, produjo una ruptura hacia el interior del gobernante Partido Justicialista.

«Además, empezó a notarse un déficit de gestión, con improvisación y decisiones radicalizadas, como la expropiación de YPF, y el cepo del dólar, lo que genera una división con la clase media, un sector que en parte apoyó a Cristina hace un año en las elecciones», dijo Giusto a Efe.

El «creciente descontento social», apuntó el analista, se materializó en las masivas protestas en las calles del pasado 13 de septiembre y que prometen reeditarse el 8 de noviembre próximo, para cuando están convocados nuevos «cacerolazos».

En opinión de Arias, ante el excelente respaldo electoral, Fernández «reaccionó como si tuviera todo el poder sin control y la sociedad reaccionó con temor a ese exceso de poder».

Oficialismo y oposición volverán a medir fuerzas en las elecciones legislativas de 2013, que serán clave de cara a las presidenciales de 2015.

Mientras, sobrevuela la idea de una eventual reforma constitucional que habilite a Fernández a optar a un tercer mandato, que es alimentada, según Giusto, «por el núcleo más duro del oficialismo que ve como único camino de subsistencia la continuidad en el poder de Cristina, que se ha vuelto una figura excluyente».

Según Arias, la presidenta «va a esperar para decidir si ir o no por la re-reelección a que aparezca un liderazgo opositor más claro, lo que posiblemente se produzca a partir de las legislativas de 2013». EFE

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