Las ONG humanitarias lanzan un grito de alerta en Mali

Bamako, 17 ene (EFE).- Las ONG malienses e internacionales alzaron hoy la voz de alerta en Mali, donde más de medio millón de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares huyendo del conflicto armado que estalló hace un año y que se recrudeció a principios de la pasada semana.

Sólo en los últimos días, 30.000 personas han llegado a Bamako, aseguró a Efe la responsable de Oxfam en la capital maliense Marietou Djaby.

«Mali está en guerra y la situación humanitaria roza la catástrofe», aseguró Djaby, antes de subrayar que la mendicidad en Mopti, Segú y Bamako se ha disparado.

La capital vive desde hace casi dos semanas al ritmo de los continuos ir y venir de las ambulancias y de las sirenas de vehículos militares que escoltan a los diplomáticos, sumidos en una frenética actividad.

El pasado día 7 de enero, los grupos armados salafistas que controlan el norte del país desde junio lanzaron una ofensiva contra la ciudad de Kona, situada en la provincia de Mopti, en el centro-este del país, tras romper unilateralmente un compromiso de cese de hostilidades que habían acordado con el Gobierno central.

Incapaz de contener el ataque el Ejército maliense solicitó ayuda a Francia que el pasado viernes envió sus primeros aviones de combate para bombardear posiciones rebeldes y que a día de hoy ya cuenta con un millar de soldados que combaten sobre el terreno junto a los militares malienses.

Oumou Traoré, presidenta de una coordinadora maliense que agrupa medio centenar de ONGs que se ocupan de la situación de la mujer en el país, pidió que se preste una mayor atención a «las personas que están sufriendo los estragos de los combates, en especial a las mujeres y a los niños».

«Es terrible escuchar los relatos de mujeres violadas, de sus hijos enfermos. Familias que lo han perdido todo», relató a Efe.

Traoré hizo hincapié en que además no sólo hay que mirar lo que ocurre ahora, ya de por sí grave, sino también «evaluar las secuelas» a medio y largo plazo.

«Entre diez y veinte personas viven hacinadas en el mismo lugar, en condiciones lamentables. Es horrible», agregó.

En uno de los campamentos de refugiados levantados por las autoridades en Bamako y en los que trabajan las ONGs que coordina Traoré, Al Muyer Yatara, un maestro de la ciudad de Kona, se queja de su situación.

«Hemos sido expulsados del norte y aquí, en el sur, nos hacen llorar, sin casa, sin futuro», se queja Yatara que huyó de los combates con su mujer, sus hijos y sus padres.

Tábata Peregrín, gerente de comunicación de la ONG internacional basada en Londres PLAN, hizo hincapié en la importancia de prestarle especial atención a los menores.

«Los niños sufren muchísimo, incluso más que los adultos» en este tipo de situaciones, destacó Peregrín en una conversación por teléfono desde España.

PLAN, centrada en la atención de niños, ya ha enviado 50 toneladas de arroz a Mali y ha levantado escuelas para atender a los menores desplazados.

Peregrín explicó que muchas familias del norte del país, donde los grupos rebeldes ocuparon las principales poblaciones en marzo, han huido no porque sus vidas estuvieran en riesgo, sino por poder ofrecer educación a sus hijos ya que la actividad escolar quedó paralizada.

Al igual que Traoré, Peregrín hizo hincapié en las secuelas y las consecuencias a largo plazo, las que continuarán después de que los medios dejen de prestar atención al conflicto, según sus palabras.

Por ello, su organización ha solicitado una ayuda de urgencia de 3.200.000 dólares para los próximos seis meses.

Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), del total de personas que han abandonado sus hogares, 228.918 son desplazados internos.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha registrado 144.500, pero hay muchos que no están contabilizados.

De ellos, 54.100 están en Mauritania, 50.000 en Níger, 38.000 en Burkina Faso, 1.500 en Argelia, y pequeños grupos en Guinea y Togo.

Además del conflicto, Mali sufre una severa sequía y muchos habitantes están en riesgo de padecer hambre, recordó Peregrín. EFE

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