Las FARC hacen pública una supuesta prueba de vida del exmarine secuestrado

Bogotá, 7 oct (EFE).- Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hicieron pública hoy una supuesta prueba de vida del exmarine estadounidense Kevin Scott, secuestrado por esta guerrilla desde junio pasado, en la que relata su vida.

El texto, llamado «Conversaciones con Kevin Scott», se elaboró, según las FARC, con las respuestas a unas preguntas que el exmarine respondió en inglés y que la guerrilla tradujo al español «procurando ser lo más fieles posible a su versión».

Scott cayó en poder de las FARC el pasado 20 de junio en el municipio de El Retorno, departamento del Guaviare (sureste), en el inicio de una expedición con la que pretendía llegar a Brasil y desde entonces se encuentra secuestrado por esta guerrilla.

En ese entonces, el grupo rebelde lo calificó de «mercenario» pero también adelantó su intención de liberarlo como un «gesto» enmarcado en las conversaciones de paz con el Gobierno que se celebran en La Habana desde noviembre de 2012.

En el texto que publicaron hoy las FARC, Scott relata varias anécdotas de su servicio como marine estadounidense en Afganistán en varios periodos comprendidos entre 2010 y 2012, así como su vida en la base militar ubicada en Bamberg (Alemania).

Scott cuenta que a mediados de 2012 desertó del Ejército e inició un viaje por Rumanía, Bulgaria y Grecia tras conocer que su novia, una chica rumana llamada Antonia, había abortado.

Durante esa fuga, dice, fue buscado por la Interpol y se entregó a la embajada de EE.UU. en Grecia.

Tras este periplo, Scott confiesa que regresó a Alemania, donde estuvo ingresado en el hospital psiquiátrico de Landstuhl y donde fue tratado con «toda clase de píldoras y medicamentos para la esquizofrenia, alucinaciones, pesadilla y el insomnio» y también para un tiro, que según dice, recibió en la cabeza, supuestamente en Afganistán.

El exmarine narra como al regreso a la base militar «perdió su trabajo» ya que fue degradado y desde entonces lo dedicaron a funciones como hacer inventario de armas o a limpiar suelos, baños, barracas y dormitorios hasta altas horas de la madrugada.

Scott recuerda que en esa época, durante la semana, invertía su tiempo libre en «mirar mucho porno, hacer sexo con la mano y dibujar», mientras que durante el fin de semana le gustaba «ir de fiesta, tomar y tener sexo con chicas calientes».

Según su relato, se gastaba cada fin de semana entre 350 y 400 dólares en estas fiestas con alcohol y mujeres. «Hacía mierda la plata», agrega.

Sobre su llegada a Colombia, Scott cuenta que tomó un vuelo desde Panamá, donde terminó su travesía por Centroamérica, hasta Barranquilla, ya que le salía más barato que volar directamente a Bogotá y que luego se dirigió hacia el Guaviare.

El exmarine admite que «disfruta su tiempo en la selva», con las FARC, y no se muestra entusiasmado ante la noticia de ser liberado.

«Yo disfruto mi tiempo aquí en la selva, es una pena que usted me diga que no voy a poder estar más aquí, ustedes realmente son gente buena, me gustaría estarme por más tiempo», afirma el exmarine.

También dice que antes de ser liberado le gustaría «ver un tigre», animal que no existe en las selvas colombianas y que él define como «listo y adorable».

Una vez libre espera volver a Rumanía para encontrarse con Antonia, con la que no habla desde que sufrió el aborto.

Para la liberación del exmarine, anunciada el pasado 19 de julio, las FARC pidieron conformar una comisión humanitaria con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la exsenadora Piedad Córdoba y un delegado de la comunidad religiosa de San Egidio.

El Gobierno colombiano cuestionó la participación de Córdoba y solo autorizo la presencia del CICR y señaló que no permitirá «un show mediático en la liberación», por lo cual la exsenadora renunció a formar parte de la comisión.

Tras conocerse la renuncia, la guerrilla pidió que sea el reverendo estadounidense Jesse Jackson quien encabece la misión humanitaria, un ofrecimiento que ya aceptó este activista por los derechos civiles. EFE

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