Magnitud del espionaje de EEUU asombra a aliados

BRUSELAS, Bélgica (AP) — Los aliados de Estados Unidos sabían que Washington los espiaba, pero no tenían idea de la magnitud con que ocurría.

A medida que se hacen púbicos los detalles de los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA en inglés) mediante las filtraciones del ex analista Edward Snowden, ciudadanos, activistas y políticos de países de América Latina y Europa han manifestado su sorpresa e indignación ante el alcance de lo que Washington pueda saber de ellos.

Sin embargo, algunos políticos también han aprovechado la amenaza contra la privacidad de sus ciudadanos para mejorar sus posiciones en las encuestas o para desviar la atención de sus propios problemas internos. Algunos incluso han minimizado el asunto con tal de mantener buenas relaciones con Washington.

Después de que un periódico parisino informara que la NSA vigiló 70,3 millones de registros telefónicos franceses en un periodo de 30 días, el gobierno de Francia convocó al embajador estadounidense para que diera una explicación. Además, París puso el tema de la protección de la información personal en la agenda de la cumbre de la Unión Europea que se inaugura el jueves.

Sin embargo, la posición oficial francesa —de que las naciones amigas no deben espiarse unas a otras— no puede tomarse literalmente, afirma un ex ministro francés de Relaciones Exteriores.

Glen Greenwald
Glen Greenwald

«La magnitud del espionaje fue lo que nos dejó estupefactos», dijo el martes Bernard Kouchner en entrevista radiofónica. «Seamos honestos, nosotros también espiamos. Todos espían a los demás. Pero no tenemos los mismos medios que Estados Unidos, lo cual nos pone celosos. Y cuesta un poco de trabajo descubrir el espionaje (contrario) entre los servicios de inteligencia, aun si éstos —en especial los de Estados Unidos y Francia— trabajan en conjunto con bastante eficiencia», apuntó.

El gobierno francés, que hasta esta semana se había mantenido en silencio ante el amplio espionaje en su territorio por parte de Estados Unidos, quizá tenía otros motivos para hacer declaraciones sobre el particular.

El escándalo a causa de la NSA logró desviar la atención de la prensa a la controvertida expulsión que hizo Francia de una familia de gitanos en momentos en que la popularidad del presidente francés Francois Hollande se encuentra en un nivel históricamente bajo.

Apenas 23% de los franceses aprueba el desempeño de Hollande, según un sondeo difundido el fin de semana.

En Alemania, políticos de la oposición, la prensa y activistas por el derecho a la privacidad han manifestado su indignación ante la gran magnitud del espionaje estadounidense, pero no la canciller Angela Merkel.

La gobernante ha intentado contener el daño a las relaciones entre Estados Unidos y Alemania y se ha abstenido de hacer declaraciones negativas sobre los estadounidenses.

Merkel ha manifestado sorpresa por el alcance de las acciones de Washington para recabar información, pero también afirmó que su país «dependía» de la cooperación con las agencias de espionaje norteamericanas.

Dijo que gracias a «los avisos de fuentes estadounidenses» que los servicios de seguridad frustraron un atentado terrorista islámico en 2007 que tenía como blanco soldados estadounidenses y civiles en Alemania con una bomba de 408 kilogramos (900 libras) de TNT.

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