Buenos Aires (AP) — El mayor asesino serial de Argentina, quien cumple prisión perpetua desde hace más de 40 años, pidió a la justicia que lo libere o en caso contrario prefiere que le apliquen una inyección letal.
Carlos Eduardo Robledo Puch, de 61 años, ocupa un lugar privilegiado en la historia criminal de Argentina con más de una decena de
asesinatos cometidos a principios de la década de 1970 y que le valieron el apodo de «El Angel de la Muerte».
Puch cumple condena en la prisión de máxima seguridad de Sierra Chica, al sur de la provincia de Buenos Aires, que aloja a los criminales más peligrosos del país.
Como la justicia le ha rechazado reiteradamente la libertad condicional, Puch solicitó en un escrito presentado ante una cámara de apelaciones provincial que se cambie la condena por «una inyección letal». La pena de muerte no está contemplada en el código penal argentino.
«Es una expresión de deseo de urgir su inmediata libertad», explicó su abogado José Luis María Villada el jueves a la agencia estatal Télam. Puch «realmente está harto, está preso desde el 3 de febrero de 1972, es decir hace 41 años».
Según el letrado, «los jueces tienen miedo de dejarlo en libertad» y por ello no le otorgan el beneficio de la libertad condicional, a la que puede acceder desde 2000 cuando cumplió 30 años detenido.
Puch fue apresado en 1972 pero recién ocho años después fue condenado a reclusión perpetua por 11 homicidios, 17 robos y dos casos de abuso deshonesto.
En la denegación de la libertad condicional, la justicia ha esgrimido que Puch no está apto psicológicamente para reinsertarse en la sociedad. No obstante, el abogado Villalba insistió que su cliente «no tiene patologías ni es peligroso para sí ni para terceros», de acuerdo a pericias psiquiátricas recientes.
El caso está pendiente de una resolución de la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires.
