Activistas uruguayos van de «lucha» a «disfrute» tras legalización marihuana

Montevideo, 5 abr (EFE).- Los activistas uruguayos pro marihuana se acomodan a los nuevos tiempos surgidos después de que su país se convirtiera en el primero del mundo en despenalizar la producción y compraventa de la droga dedicados al «disfrute» pero también listos para trabajar en que la nueva ley funcione «en todos sus ámbitos».

Símbolo de los nuevos tiempos, la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (AECU) inauguró recientemente una sede en el centro de Montevideo para servir de punto neurálgico de información, educación, debate y activismo sobre la marihuana, no tanto con una perspectiva «de lucha», sino «de aprender y disfrutar entre todos», según explicó a Efe Laura Blanco, su presidenta.

El caserón donde está ubicada la AECU destaca por el enorme mural que lo decora en el exterior, un cielo claro bajo el que crece una hermosa plantación de cannabis, con sus plantas bien cargadas de flores, la parte de la planta que contiene el material psicotrópico, en espera de ser recolectadas.

Allí, los socios y aficionados al cultivo y consumo de marihuana charlan, debaten y se educan sobre las mejores formas de plantación, genotipos y variedades, métodos de conservación y hasta posibilidades industriales, investigación científica y usos medicinales.

«Para mi el activismo desde siempre fue simplemente plantar la semilla. Esta asociación siempre tuvo claro que el primer objetivo era que fuera legal plantar. Ahora la sensación es de tener la misión cumplida», reconoció Blanco.

Sin embargo, las aspiraciones de la AECU, que ya aglutina a cerca de 500 socios y que no deja de crecer, es «tomar el desafío de que la regulación funcione, que de verdaderamente una mejor calidad de vida para todos y que los cultivadores estemos más tranquilos, seguros y podamos disfrutar», añadió.

La normativa pionera en el mundo aprobada por Uruguay a fines del año pasado autoriza el cultivo personal de hasta seis plantas de marihuana, la creación de clubes de cultivadores formados por hasta 45 socios y la compraventa de la droga en establecimientos especialmente autorizados por el Gobierno.

Todo esto será regulado por un Instituto del Cannabis que otorgará licencias a los cultivadores y que velará porque se cumplan las directrices de la norma.

El reglamento oficial que ordenará todo el sistema aún está siendo ultimado por el Gobierno y se prevé que esté listo antes de finales del mes de abril, y en la AECU se preparan para enfrentar a un nuevo «enemigo», que será la «burocracia» del nuevo sistema pensado «no para la marihuana sino para contener los miedos de los vecinos por la libertad de plantar».

Así, una de las iniciativas en las que trabajan ahora es en la formación de los técnicos y fiscales que tendrán que regular el sistema para que estén informados de lo que en realidad es la marihuana.

«Es que antes se hacía una incautación en una plantación y pesaban hasta las macetas y la tierra de las plantas diciendo que era marihuana», explicó a Efe Juan Vaz, uno de los activistas de AECU.

Otro asunto será la educación en temas técnicos, como la reglamentación para formar clubes de cultivo, si bien la esperanza mayor de la AECU es tener un papel importante en el desarrollo e implantación de la marihuana medicinal.

«Ahora lo recreativo está superado. Pero el tema medicinal no. Hemos trabajado con gente que nos pedía tinturas de marihuana o aceites para el dolor. Hemos hablado con médicos, para que se incluya como posibilidad terapéutica. Pero es algo que se tiene que hacer de forma seria, la industria farmacéutica y control médico. Eso es algo a desarrollar», indicó Blanco.

En cualquier caso, la alegría por el nuevo sistema que hay en la AECU queda representada por Dave, un músico estadounidense de mediana edad, que fue el responsable de decorar el local de la organización y que tras ofrecer libremente el producto de su más reciente cultivo, reconoció a Efe que vino a Uruguay porque escuchó «que aquí podría fumar sin problemas».

«Eso es cierto. Yo ahora planto y no tengo miedo. Y mi dinero me lo gasto en lo que yo quiero, pero no en esto que antes compraba a otra gente», indicó sonriente mientras con mano experta liaba un enorme cigarrillo cargado de marihuana. EFE

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