Elecciones reñidas en Panamá, bajo la sombra de Martinelli

Tres candidatos con programas de gobierno similares disputan este domingo unos comicios presidenciales muy reñidos bajo la sombra de un mandatario saliente popular y omnipresente.

Dos encuestas arrojan un empate técnico entre el candidato oficialista José Domingo Arias, de derecha, Juan Carlos Varela, de centro-derecha y Juan Carlos Navarro, un social demócrata.

Un tercer sondeo le da una leve ventaja a Arias, novato en la política que no ha logrado sacar provecho de la popularidad del actual mandatario Ricardo Martinelli, cuya gestión estuvo marcada por un auge económico generado por los ingresos del Canal de Panamá, un mayor endeudamiento y una mejor recaudación tributaria, una fuerte inversión en obras públicas y algunas acusaciones de autoritarismo y corrupción.

Martinelli no puede buscar la reelección de manera inmediata pero opaca, por momentos, a los candidatos a sucederlo, incluso al de su propio partido, en lo que algunos observadores interpretan como un esfuerzo por mantenerse como el gran referente de la política panameña: cuando no está inaugurando obras de infraestructura vial en la capital, en ceremonias con fuegos artificiales y música en vivo, se lo ve en un acto comiendo pescado frito en un barrio marginal, como en sus tiempos de campaña política.

«Esta será una elección atípica, influenciada por la figura de Martinelli, y no se sabe cuál será su desenlace y si el gobierno aceptará sin problemas los resultados», dijo el sociólogo Marco Gandásegui, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos en Panamá, organismo no gubernamental, quien cree que el actual presidente podría impugnar los resultados electorales en caso de que su partido pierda por una votación muy estrecha.

El propio presidente del Tribunal Electoral Erasmo Pinilla salió recientemente al paso de algunos cuestionamientos sobre la imparcialidad del organismo, surgidos del oficialismo y dijo que «debilitar al árbitro en el momento crucial de un proceso electoral… no tiene otro propósito que preparar el escenario para probablemente cometer un fraude».

A diferencia de otras naciones latinoamericanas cuya Constitución prevé un recuento de votos, en Panamá las papeletas de votación son quemadas una vez concluida la jornada electoral, cuyo resultado queda consignado en actas que son aprobadas por los partidos y luego enviadas a la Junta Nacional de Escrutinio.

En el caso de que algún candidato no acepte los resultados o denuncie fraude, puede presentar una impugnación ante el Tribunal Electoral, ente encargado de resolverlas y que tiene facultades para ordenar una nueva votación en los distritos donde pueda haber irregularidades.

En Panamá no ha habido impugnaciones en elecciones presidenciales desde la caída de Manuel Noriega en 1989. Ni siquiera en los comicios de 1994, cuando el margen de la victoria de Ernesto Pérez Balladares sobre Mireya Moscoso fue del 4%.

Las impugnaciones de las elecciones legislativas y locales han sido resueltas sin polémica por el Tribunal Electoral, un organismo independiente que no responde al gobierno.

Sea cual fuere el resultado, nadie plantea apartarse significativamente de las políticas económicas de Martinelli, bajo cuya gestión se avanzó en la ampliación del Canal de Panamá, que promete generar nuevos ingresos al facilitar el paso de barcos de carga más grandes, se impulsó la economía de servicios del país de 3,4 millones de habitantes y se promovió una intensa política de construcción de obras de infraestructura, incluido el primer metro de Centroamérica.

«Independientemente de quién gane, es poco probable que cambie significativamente la formulación de políticas macroeconómicas», dijo Risa Grais-Targow, una experta para América Latina del Eurasia Group, con sede en Nueva York y dedicado al análisis de los negocios y la política. «Cualquier candidato continuará promoviendo la meta de Martinelli de convertir a Panamá en un centro logístico regional, utilizando el proyecto de ampliación del canal».

Aunque las diferencias son mínimas, la campaña política no ha estado exenta de acusaciones. El oficialismo dijo sin prueba alguna que Nicolás Maduro ayudó a financiar la campaña del social demócrata Navarro, algo que el candidato opositor rechazó reiteradamente. La oposición también acusó al oficialismo de crear centros de llamadas para denigrar de los candidatos opositores.

Eclipsado por la figura de Martinelli, Arias es descrito por la oposición como un candidato sin trayectoria ni carisma que se limitará a hacer lo que disponga el mandatario saliente. En su campaña, este exitoso empresario de la confección, de 50 años, se ha esforzado por demostrar que es un candidato con peso propio, pero tropieza con la percepción dominante entre mucha gente de que, en caso de ganar, sería un títere del presidente saliente.

Esa sensación es reforzada por el hecho de que la candidata a la vicepresidencia es la esposa de Martinelli, Marta Linares, otra figura sin experiencia política.

Algunos opositores dicen, incluso, que el objetivo de Martinelli es tener un gobierno de bolsillo que impulse reformas constitucionales que faciliten su reelección dentro de cinco años y no diez, como estipula la Constitución, acusación que el mandatario refuta.

«Esta es una elección crucial para Panamá y su democracia», dijo Michael Shifter, Presidente del Diálogo Interamericano, foro de análisis político con sede en Washington, aludiendo a las sospechas de corrupción y de que Martinelli busca perpetuarse en el poder. «La corrupción es difícil de medir, pero hay una sensación generalizada de que se ha salido de control en el actual gobierno».

Para Shifter, «el caso Martinelli muestra que las tendencias autoritarias en América Latina no son sólo propios de los gobiernos de izquierda», según dijo en un correo a la AP.

La campaña de Arias ha insistido en que seguirá la senda de cambios económicos y la inversión en infraestructura, como la construcción de la segunda línea del moderno tren metropolitano. Promete enfatizar aún más los programas de subsidios para favorecer a la población de menos recursos.

Pero Arias ha retrocedido en semanas recientes mientras que repunta Varela, un empresario de la industria licorera de 50 años que fue vicepresidente de Martinelli pero que luego rompió con el oficialismo y fundó el Partido Panameñista.

Varela denunció presuntos hechos de corrupción y le pidió a Martinelli que anulase una compra de helicópteros y radares a una empresa italiana por 250 millones de dólares bajo sospecha de que se había pagado coimas a funcionarios del gobierno. Una investigación oficial dijo que la transacción no presentó irregularidades.

Varela promete liderar un gobierno transparente, que ponga mayor énfasis en lo social, punto débil del gobierno saliente especialmente en el tema del agua potable, y construir la segunda línea del metro.

«Voy a seguir con el presupuesto de inversión pública que se hizo en este gobierno, pero lo voy a hacer con mucha más transparencia y prioridad en la parte humana», dijo en una reciente entrevista con la AP.

Pese a que el gobierno saliente invirtió cientos de millones en acueductos y en mejoras en plantas potabilizadoras, el servicio no es continuo en las afueras de ciudad de Panamá.

Expertos consultados dicen que la inversión en infraestructura fue producto del endeudamiento y que el auge de la economía es el resultado de una cadena de factores que tiene como punto de partida el traspaso del Canal a manos panameñas en 2000 y la recuperación de valiosos terrenos en la franja canalera, sumado al hecho de que los gobiernos han impulsado sectores como el portuario, logístico, turismo e industrial, entre otros.

«Si bien el crecimiento fue sólido, no se resolvieron problemas fundamentales, por ejemplo, en el sector salud, educación o agropecuario, mejora en el agua potable, ni el sistema de las aguas tratadas, el gobierno más bien se limitó a levantar obras de infraestructura», dijo Rolando Gordón, economista con maestría en economía de desarrollo de Ohio State University y catedrático universitario, que cree que pese al empleo, la gente del común no gana lo suficiente como para llevar una vida decorosa.

Las estadísticas de pobreza en Panamá se redujeron aproximadamente en siete puntos porcentuales para situarse en un 27% las más recientes.

Las propuestas de Navarro, un socialdemócrata de 52 años del Partido Revolucionario Democrático que ocupó la alcaldía capitalina entre 1999 y 2009, son parecidas a las de Arias y Varela, pero promete mano dura contra la delincuencia y un combate frontal a los intermediarios y especuladoras que dice que son los responsables del alto costo de vida panameño.

El nuevo presidente de Panamá, que asumirá el 1 de julio, deberá asegurarse que la ampliación del canal, un proyecto de 5.250 millones de dólares que ha sufrido retrasos, culmine sin más contratiempos en 2016.

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Juan Carlos Navarro, candidato socialdemócrata a la presidencia de Panamá, durante un acto en Arraiján, en las afueras de la capital, el 22 de abril del 2014. (AP Photo/Arnulfo Franco, File)

José Domingo Arias

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