Israel da su último adiós a los tres jóvenes asesinados

Modin (Israel), 1 jul (EFE).- En medio de un valle y rodeados por un verde paraje natural, Gilad Shaar, Eyal Yifrah y Naftali Fraenkel, los tres jóvenes israelíes asesinados, recibieron hoy sepultura ante los ojos compungidos de decenas de miles de personas que les acompañaron en una multitudinaria y doliente despedida.

Entre Jerusalén y Tel Aviv, en la controvertida Modín -cuya entidad política fue debatida por la ONU- descansarán para siempre, según acordaron sus familias tras no ser posible la sepultura en el cementerio militar de Jerusalén, como deseaban.


Literalmente, un río de personas llegadas en cientos de autobuses desde diversos rincones de Israel inundó el recóndito cementerio próximo a la ciudad, tras recorrer bajo un tórrido calor los cerca de tres kilómetros que separaban el punto de seguridad establecido por la Policía y el destino final.

«He venido aquí porque Israel es mi lugar y es importante para mí. Me siento mal por la gente que ha muerto», valoraba a Efe Ben Hass, un vecino de la localidad de 16 años, los mismos que dos de los chicos asesinados.

«Tan solo quiero paz pero creo que nuestro gobierno no está haciendo lo necesario para que esto no vuelva a suceder», afirmaba en su camino de vuelta de vuelta a casa, antes de admitir que ahora teme que algo similar ocurra de nuevo.

Parte de sus miedos son compartidos por Ilion, un joven de 23 años que viste uniforme militar.

Ello le impide -asegura- ofrecer su posición política respecto a la respuesta que se debe dar el Gobierno tras el hallazgo de los cadáveres, veinte días después de que desaparecieran cuando hacían autostop cerca de la localidad de Halhul, en las inmediaciones de la ciudad palestina de Hebrón.

Sin embargo, apunta, «es una tragedia lo que ha sucedido. Cada uno de nosotros hacemos lo mismo a diario, podría habernos pasado a cualquiera. No tengo palabras para expresar lo que siento. Sólo quiero decir que debemos mantenernos unidos».

En medio del gentío, y al contrario que en otras grandes concentraciones en Israel, no son las banderas sino las expresiones de tristeza las que dominan el paisaje y aglutinan a los ciudadanos, en su mayoría religiosos, a los que no importó la distancia y el calor.

Las ceremonias privadas que se celebraron en cada una de las localidades de residencia de los jóvenes horas antes fueron sólo el inicio de una «jornada de luto nacional», como calificó el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu

El desenlace fue el masivo funeral en presencia del propio Netanyahu y el presidente saliente, Simón Peres, quien recordó que «el terrorismo es como un bumerán, va dirigido contra nosotros, pero al final alcanza a los que lo impulsan».

Ante un silencio avasallador en medio de una marea de gente, niños, un increíble número de jóvenes y adultos escucharon el tradicional «kaddish» pronunciado por los padres; una oración por el alma de los fallecidos.

A su término, Anat, jerosolomitana de 26 años, decidió retirarse de la multitud y emprender el largo camino a casa.

Vestida de negro, con grandes gafas de sol que ocultan parte de su rostro, compungido, y una vistosa pamela que le protegía del calor, explicó que «nuestro principal objetivo es luchar contra el terrorismo como comunidad, como una gran familia».

«Estoy aquí para asistir al funeral de nuestros tres hermanos, que fueron secuestrados y asesinados por terroristas. Creo que es precioso ver la cantidad de gente que se ha desplazado para dar su apoyo a la familia y mostrar que todos queremos paz», agrega.

En su opinión, la única manera de conseguirlo es «acabar con ellos, en términos físicos. La cultura de la violencia que quiere terminar con los sionistas, con los judíos, se basa en una lucha cultural, religiosa y política».

«Si creemos que esta es nuestra tierra, no podemos permitir que los terroristas maten a nuestros hermanos, a nuestra gente. No importa que suceda en Cisjordania, Tel Aviv o Haifa. Y por eso necesitamos un Ejército y gente que nos proteja».

Terminada la ceremonia, la marea comienza a disolverse y un nuevo río de rostros afligidos emprende el largo camino de vuelta a casa, ahora bajo el frescor reparador del ocaso, que parece caer más lento que en otros días menos dolorosos.

Muchos regresan a Jerusalén, donde Netanyahu asegura que combatirá durante el tiempo necesario al movimiento islamista Hamás, al que culpa del asesinato de los tres jóvenes judíos, mientras en las calles saltan alarmas sobre diversos ataques individuales contra ciudadanos palestinos. EFE

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