La amenaza yihadista mantiene en jaque a los libaneses

Beirut, 5 jul (EFE).- El avance de los yihadistas en la vecina Siria y las recientes amenazas contra el Líbano hacen temer a los libaneses una reactivación de células dormidas, aunque los expertos apuntan a que el peligro no es inminente ni tan grave.

En la última semana, dos grupos extremistas han revelado sus intenciones de atacar a los cristianos libaneses y de liberar a los presos islamistas de la cárcel de Rumieh, la más importante del Líbano, lo que se suma a recientes atentados.

La preocupación es alta entre la población, que toma precauciones, pese a que las autoridades han intensificado sus operaciones contra posibles escondites de los terroristas y reforzado las medidas de seguridad en torno a sedes policiales y la citada prisión.

El Gobierno quiere de hecho aumentar el número de policías de 30.000 a 40.000 para que puedan proteger el país junto al Ejército, según anunció ayer el ministro de Interior, Nuhad Machnuk.

El general del Ejército Charles Chihani minimiza el poder real de los extremistas en territorio libanés aunque sí manifiesta «inquietud» por la situación en los campamentos de refugiados palestinos, en los que se esconden numerosos yihadistas.

«Los yihadistas no pueden hacer algo más grave de los ataques perpetrados hasta ahora. La inteligencia libanesa no permitirá su movimiento», dijo a Efe Chihani.

El militar explicó que con las fronteras con Siria controladas y los refuerzos de seguridad en el aeropuerto de Beirut, es complicado que entren en el país más extremistas.

Hace dos días, el «emir» del Frente al Nusra -filial de Al Qaeda en Siria- en la región fronteriza de Al Qalamún, Abi Malek al Shami, afirmó que tienen miles de combatientes listos para luchar dentro del Líbano, principalmente contra el grupo chií Hizbulá.

Al Shami aseguró también que su grupo va a liberar a los islamistas detenidos en Rumieh: «Les comunico a los cautivos musulmanes, especialmente los hermanos muyahidines (guerreros santos), que solo es cuestión de días que las cosas se resuelvan», agregó.

Por su parte, las llamadas Brigadas de los Suníes Libres de Baalbeck, leales al radical Estado Islámico (EI), amenazaron ese día con atacar iglesias y a los cristianos en el Líbano para «detener las campanas del politeísmo».

Este grupo ha reivindicado varios ataques recientemente, pero hay dudas sobre su existencia real o su vinculación a otros debido a que por el momento ninguno de los extremistas detenidos ha reconocido pertenecer a estas brigadas, según indicaron a Efe fuentes policiales.

Esta escalada de las amenazas coincide con la proclamación el pasado domingo de un califato islámico por parte del EI en zonas de Siria e Irak bajo su control, un órdago que preocupa a toda la región.

Ahora envían también «mensajes de que van a desestabilizar» el Líbano, señaló a Efe una fuente militar libanesa, que por ahora no teme una ofensiva del EI contra su país porque este tiene primero que «consolidar el territorio conquistado en Siria e Irak».

Sin embargo, esta fuente, que pidió el anonimato, reconoció que todo lo ocurrido últimamente en el Líbano tiene relación con el EI y el conflicto en Siria e Irak.

Desde el estallido de la crisis siria, en marzo de 2011, los atentados, secuestros y enfrentamientos armados han aumentado en el Líbano, dividido entre partidarios y detractores de régimen del presidente de Siria, Bachar al Asad.

La semana pasada tres operaciones terroristas sacudieron el país: una contra el Ejército, otra contra el jefe de la Seguridad Nacional, general Abás Ibrahim, y una tercera en un hotel, que causaron dos muertos y decenas de heridos.

Las fuerzas de seguridad continúan buscando a Munzer el Hasan, un libanés que suministró explosivos al suicida saudí que se inmoló en un hotel de Beirut cuando iba a ser detenido.

La mayoría de los atentados perpetrados en el último año han tenido como blanco los feudos de Hizbulá, siendo uno de los más graves el registrado en noviembre pasado contra la embajada iraní, en un barrio beirutí de mayoría chií, que se saldó con la muerte de 24 personas y 150 heridos.

En un intento de tranquilizar a la población, el ministro de Interior se comprometió ayer a «cortar las manos» de los terroristas y a defender «cada centímetro del territorio nacional, las iglesias y las mezquitas con todos los medios».EFE

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