Ofensiva israelí cumple una semana y triplica los muertos en Gaza

Gaza, 24 jul (EFE).- La ofensiva terrestre israelí sobre Gaza cumple esta noche una semana sin que aún haya indicios claros de un alto el fuego, pese a sus escalofriantes cifras: desde entonces se ha triplicado el número de muertos, en su gran mayoría civiles palestinos.

Según los registros de Efe, el pasado jueves, pocas horas antes de que soldados israelíes, acompañados de carros de combate y otros vehículos blindados, cruzaran la verja que aisla la Franja habían perecido 235 palestinos en duros y continuos bombardeos de la aviación y la marina de guerra en Gaza.

Siete días después, las víctimas mortales palestinas ascienden a más de 733 personas y el número de heridos a 4.600, a lo que hay que añadir un dato revelador: desde que la operación bélica arrancó el pasado 8 de julio, un niño palestino muere cada hora, según la ONU.

Además, desde que la incursión terrestre comenzó, han muerto en combate 33 soldados israelíes -uno más ha sido apresado por las milicias palestinas-, al igual que un civil israelí y un beduino, alcanzados por uno de los cohetes lanzados desde la Franja.

El número de combatientes de las milicias palestinas caídos o heridos en batalla se desconoce aún, ya que estas no ofrecen cifras de sus víctimas hasta acabada la guerra, como ha ocurrido en ocasiones precedentes.

Una incursión terrestre que a decir de diplomáticos y expertos independientes, está lejos de ser exitosa para Israel, ya que las bajas son cuantiosas si se comparan con los conflictos precedentes en Gaza.

En 2008, durante la anterior incursión terrestre, que duró apenas dos semanas, Israel perdió en combate una decena soldados -cuatro de ellos por fuego amigo- frente a los 33 actuales en solo siete días, y las milicias no lograron atrapar entonces a ningún uniformado, ni vivo ni muerto.

En aquella ocasión también atacaron con dureza lanzaderas y túneles, que seis años después son más modernas -las primeras- y más profundos y largos, los segundos.

Asimismo, y tras 17 días de intensos bombardeos por tierra, mar y aire, las milicias palestinas mantienen hoy la misma capacidad y frecuencia de lanzamiento de cohetes -el miércoles lograron que aerolíneas estadounidenses y europeas interrumpieran su vuelos a Tel Aviv, algo que no ocurría desde la guerra del Golfo de 1991.

Y siguen infiltrándose en Israel a través de un amplio entramado de subterráneos cavados en la arcillosa Franja, pese a que el Ejército israelí bombardea su supuesta ubicación con proyectiles especiales de profundidad y al parecer introduce gas en las bocas que halla en su territorio.

La capacidad de resistencia, las bajas infligidas y el disparo aún de misiles llevaron anoche al líder político de Hamás, Jaled Meshal, a cantar victoria y a asegurar que no bajarán las armas hasta que logren sus objetivos: el levantamiento del asedio militar israelí y la apertura del paso fronterizo de Rafah, única conexión de Gaza con el mundo.

Los mismos que perseguía durante la guerra de 2008-2009 y la guerra de 2012, que Israel lanzó también con la idea de acabar con túneles y lanzaderas.

«No hay una solución militar en Gaza, debe ser una solución política. Y esa solución debe pasar por el fin del bloqueo» entre otras cosas, explicaba la semana pasada a Efe un alto responsable del equipo internacional de la ONU que trabaja en Gaza.

En la misma línea parecen estar trabajando el secretario de estado estadounidense, John Kerry, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que desde hace días tratan de lograr un alto el fuego al que las dos partes se resisten.

Ambos insistieron el miércoles en Jerusalén en que la solución debe ser permanente y atajar las raíces del conflicto, para que el enfrentamiento no devenga en un bucle cíclico de sangre que se repita cada pocos años.

Raíces que Hamás establece en el bloqueo económico y el asedio militar que asfixia a la Franja desde 2007, e Israel en el arsenal de las milicias.

Para ello, los mediadores discuten en torno al documento que puso fin al segundo enfrentamiento -«Pilar Defensivo», en 2012-, firmado en El Cairo y que establecía un alto el fuego que daría paso a una negociación bipartita, con Egipto como mediador e hilo conductor de la misma.

Una fórmula presentada hace una semana de nuevo, que Israel aceptó pero que Hamás rechazó, convencido esta vez de que su mejorado poder militar le permite forzar la máquina bélica y darle la vuelta a la ecuación: primero negociar las raíces del conflicto, y después frenar el disparo de cohetes. EFE

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