Un joven candidato derechista amenaza el poder de la izquierda en Uruguay

Luis Alberto Lacalle Pou, haciendo "la bandera" en una calle en Montevideo.

Montevideo, 4 sep (EFE).- Un atípico conservador, Luis Alberto Lacalle Pou, apodado «Lacalle Pop» por lo inusual de su campaña, y un veterano expresidente de izquierda, Tabaré Vázquez, de inalterable perfil bajo, serán los principales contendientes en las elecciones uruguayas del próximo mes de octubre.

A falta de poco menos de dos meses para que los uruguayos acudan a las urnas a elegir al sucesor de José Mujica en la presidencia y renovar el Senado y la Cámara de Diputados, la campaña se distingue por lo atípica y porque se han tocado aspectos simbólicos que han sorprendido a analistas y estudiosos de la política uruguaya.

Vázquez, del gobernante Frente Amplio, que fue el primer presidente de izquierdas en la historia del país, cuenta según las encuestas con una intención de voto en torno al 40 %, mientras que Lacalle Pou ronda el 30 %, cifras que serían del 50 y 48 % en caso de que ambos se midan en una segunda vuelta.

Los otros candidatos, como el líder del Partido Colorado Pedro Bordaberry, que apenas llega al 15 % en intención de voto, parecen muy lejos de poder competir en una segunda vuelta electoral.

De los dos principales contendientes es Lacalle el que más ha suscitado la atención mediática por su rompedora campaña «por la positiva» en la que, sin ataques directos a sus rivales, se convirtió en el candidato del histórico Partido Nacional.

El hijo del presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995) sorprendió a propios y extraños con su victoria en las internas y dejó en mal lugar a todas las encuestadoras del país, que nunca pronosticaron su triunfo.

Este abogado de 41 años aficionado al surf y de carácter abierto, desestructurado y espontáneo, ha destacado por su habilidad para «entrar en la agenda de los medios» y «provocar acontecimientos», todo ello sin dejar de lado «la autenticidad», un rasgo «muy valorado por los uruguayos», explicó a Efe el semiólogo y profesor de la Universidad de Ottawa (Canadá) Fernando Andracht.

Esta habilidad quedó marcada al inicio de la campaña cuando, por hacer una broma, el candidato se colgó de una barra e hizo la «bandera», hecho que se convirtió en símbolo de las virtudes políticas que maneja: juventud, ímpetu, frescura, autenticidad y capacidad para tener presencia mediática.

Es decir, un perfecto ídolo pop.

Andracht, autor de varios libros de análisis sobre la semiología de la política uruguaya, apuntó, sin embargo, que lo más destacado de la campaña de Lacalle es que logró «invertir el mito de David contra Goliat», en el que tradicionalmente David era la izquierda y Goliat la derecha.

«En Uruguay hay afinidad por David. Y ahora el que aparece en el lugar del reto y la esperanza es Lacalle, que se enfrenta al oficialismo, que es la izquierda. En cierto modo simbólico en esta elección el que apuesta por la opción conservadora vota a la izquierda y los renovadores, a la derecha, y eso crea una enorme incertidumbre en este drama electoral», apuntó.

Esta forma de hacer política le ha valido a Lacalle recortar sistemáticamente en las encuestas la distancia con Vázquez desde el inicio del período electoral a principios de este año.

Tabaré Vásquez
Tabaré Vásquez

Y frente a esta explosión de juventud, ilusión y novedad, Vázquez, un oncólogo de 74 años, apenas ha modificado sus rutinas y de momento se ha limitado a viajar por Uruguay exponiendo sus planes de gobierno sin prestar atención ni a las encuestas ni a los pedidos de su partido para que active otros recursos.

«Vázquez tiene un carisma reposado. Aún mantiene la capacidad de generar un discurso que genere reacción en la sociedad.(…). No creo que Vázquez no esté haciendo nada, sino que maneja bien eso de brillar por su ausencia. Genera espectativas. En algún momento hará un movimiento fuerte y eso se notará», razonó Andracht.

Ese revulsivo es lo que esperan los analistas y reclaman muchos militantes.

Esteban Valenti, experto en comunicación que en 2004 se encargó de la campaña que llevó a Vázquez a la presidencia, señaló a Efe que la cercanía que apuntan las encuestas no es tanto fruto de la campaña de Lacalle como de la escasa pegada demostrada hasta el momento por Vázquez, sobre todo en un contexto en el que el «electorado ya no es tan fiel a los partidos y es más trashumante».

«Lacalle tiene una campaña muy bien hecha técnicamente, pero para mí es márketing político en su forma más despiadada. Pero la preocupación de la izquierda no debería ser esa, sino la caída en intención de voto de Vázquez. Eso es lo que genera que hoy haya una disputa electoral cuando hace meses no la había», analizó. EFE

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