Muerte del fiscal argentino Nisman destapa guerra en las cloacas del Estado

Miles de personas marchan el 19 de enero de 2015, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, para protestar por la muerte del fiscal Alberto Nisman, quien investigaba la causa por el atentado a la mutual judía AMIA y que había denunciado a la presidenta Cristina Fernández. EFE/Ivan Fernandez

Buenos Aires, 22 ene (EFE).- Lejos de contribuir a aclarar la muerte del fiscal Alberto Nisman, la denuncia de la presidenta argentina, Cristina Fernández, sobre una conspiración para desestabilizar al Gobierno, aumenta la incertidumbre y destapa una guerra que se libra en las cloacas del Estado.

«Nisman no lo sabía y probablemente no lo supo nunca. La verdadera operación contra el Gobierno era la muerte del fiscal después de acusar a la presidenta, a su canciller y al secretario general de La Cámpora de ser encubridores de los iraníes acusados por el atentado terrorista de la AMIA», afirmó hoy Fernández, de nuevo a través de la redes sociales.

«Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto. Así de triste y terrible», acusó la presidenta, que ha dado un giro radical al caso.

La mano negra de exagentes de Inteligencia fue denunciada por el Gobierno la pasada semana, cuando Nisman acusó a la presidenta de encubrir a los autores del atentado contra la AMIA.

El canciller, Héctor Timerman, también denunciado por Nisman, identificó entonces al supuesto responsable de la maniobra: Antonio «Jaime» Stiuso, ex jefe de operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), cesado fulminantemente en diciembre por el Gobierno.

Stiuso es un ejemplo de que la renovación democrática no alcanzó a todas las instancias del Estado, tras la sangrienta dictadura argentina (1976-1983).

Comenzó su carrera como espía en 1972 y fue ascendiendo en democracia, hasta el punto de que el fallecido expresidente Néstor Kirchner, esposo de la actual mandataria, le instruyó para colaborar conNisman cuando en 2004 le nombró fiscal especial de la causa AMIA para investigar el peor atentado contra intereses judíos tras la II Guerra Mundial.

Al frente de Inteligencia, Stiuso logró un tremendo poder y, durante la investigación de la AMIA, mantuvo unas fluidas relaciones con los servicios de otros países, especialmente de Estados Unidos e Israel, según analistas locales.

La buena relación de Nisman con el Gobierno de Fernández mutó en enfrentamiento cuando Argentina firmó un Memorándum de Entendimiento con Irán, en 2013.

Un acuerdo que fue la base de la denuncia de Nisman contra Cristina Fernández cinco días antes de morir y en la que aparecen los nombres de otros agentes, o supuestos agentes.

Según Nisman, el encargado de promover el acuerdo con los iraníes es conocido como «Ramón Allan Héctor Bogado», próximo a la organización kirchnerista La Cámpora, que dirige Máximo Kirchner, hijo de la presidenta, y que habría sido el contacto con el hombre de confianza de los iraníes en Argentina, Jorge «Yussuf» Khalil.

El Gobierno se apresuró a desmentir la vinculación de Bogado con la Secretaría de Inteligencia, pero su versión quedó en evidencia con testimonios de otro de los denunciados por Nisman, Fernando Esteche.

Esteche, señalado por el fiscal como el nexo entre los iraníes y el Gobierno para encubrir el atentado a la AMIA, es un activista próximo al kirchnerismo que admitió que conoció a Bogado en la Casa Rosada.

Una trama digna de la mejor novela negra en la que el Ejecutivo tiene una responsabilidad fundamental.

«Si hay una lucha dentro de los servicios de inteligencia esto es responsabilidad del Gobierno y está demostrando un rotundo fracaso en el control de los servicios de inteligencia», explicó a Efe el analista Rosendo Fraga.

Santiago O’Donnell, periodista y autor de «ArgenLeaks», basado en los cables de WikiLeaks desclasificados por Julian Assange, sostiene que «en los últimos treinta años de democracia en la Argentina nadie ha controlado los servicios de inteligencia» y «eso es una deuda pendiente de la democracia y de los gobiernos».

«Los servicios de inteligencia tienen demasiado poder, tienen una relación promiscua con la Justicia, tienen una relación promiscua con los gobiernos», continuó en declaraciones a Efe.

El escritor evita aventurar hipótesis sobre la muerte de Nisman, pero considera que el fiscal «ha trabajado tanto con servicios secretos y espías, y ha sido él mismo protagonista de operaciones mediáticas y de inteligencia tan frecuentemente, que pareciera estar en una película de espías, y no se puede descartar, da a disparar la imaginación popular y siempre es más lindo creer en las conspiraciones audaces».

La pregunta, como se formulaba hoy el columnista Carlos Pagni en el diario La Nación, es: ¿existe en el seno de la democracia argentina un dispositivo criminal capaz de recurrir a la eliminación física para resolver los conflictos de poder? Una sociedad acostumbrada al asesinato mafioso presiente la irrupción del asesinato de Estado». EFE

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