HRW denuncia el peligro del descontrol de las fronteras en Libia

Trípoli, 29 ene (EFE).- La ausencia de controles fronterizos y el enfrentamiento tribal han agravado la crisis en Libia, donde los secuestros y los asesinatos se han hecho habituales y existen indicios de crímenes de guerra y lesa humanidad, denunció hoy la organización internacional de defensa de los Derechos Humanos «Human Rights Watch».

En su informe anual, HWR advierte que la situación de caos e inestabilidad que padece el país desde que en 2011 la OTAN contribuyera al derrocamiento del régimen dictatorial del coronel Muamar Gadafi, favorece que «continúe el tráfico ilegal de personas, armas y drogas a través de las porosas fronteras con Chad, Sudán, Egipto, Túnez y Argelia.

La organización también denuncia el colapso de la Justicia, la acción amedentradora de las diferentes milicias, tanto islamistas como nacionalistas, la ausencia de garantías jurídicas, la impunidad y los asesinatos extrajudiciales, así como las constantes violaciones de la libertades individuales.

«Las milicias atacan, amenazan, asaltan, y detienen de forma arbitraria a periodistas, jueces, políticos, activistas y ciudadanos corrientes con total impunidad. La falta de protección de la Justicia hace que esta haya dejado de existir en ciudades como Trípoli, Bengazi, Sirte, Sebha y Derna.

«Grupos armados y particulares continúan cometiendo crímenes horribles, sobre todo en Bengazi y Derna, en el Este. Al menos 250 personas han muerto, víctimas de asesinatos, en los primeros nueve meses de 2014, incluidos agentes de Seguridad, jueces, procuradores, periodistas, activistas y líderes religiosos. Algunas víctimas son mujeres. En el momento en el que se escribió este informe, las autoridades no han abierto investigación alguna, no se han practicado arrestos ni emprendido procesos», agrega.

HRW asegura, igualmente, que esta situación – que incluye bombardeos indiscriminados en las ciudades por parte de milicias vinculadas con el régimen derrocado- ha causado que más de 400.000 personas hayan tenido que desplazarse internamente y que más de 100.000, entre ellas miles de extranjeros que trabajaban en misiones diplomáticas y organizaciones internacionales hayan abandonado el país.

La situación es especialmente preocupante en la localidad de Derna, en el este del país, donde se han instalado grupos hermanados con el Estado Islámico, la organización radical que controla gran parte de las áreas suníes de Irak y del este de Siria.

«Milicias rivales bombardean de forma indiscriminada áreas civiles tanto en Bengazi como en Trípoli, secuestran, roban, queman y destruyen propiedad privada en ataques que pueden ser considerados como crímenes de guerra», afirma.

A este respecto, HRW también denuncia la mala praxis del gobierno internacionalmente reconocido, establecido en Toubruk, y del anterior gobierno de transición, ahora convertido en entidad rebelde en Trípoli, por la nueva ley antiterrorista -que coarta libertades como el derecho a opinar- y por no haber hecho lo suficiente para derogar la ley que permite que muchos de esos delitos incluyen la pena capital.

Asimismo, critica a las autoridades por no haber entregado al Tribunal de la Haya a Seif al Islam, hijo de Gadafi, al que se acusa de crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos durante la represión del alzamiento en 2011.

Desde aquella fecha, Libia es un Estado fallido, sumido en el caos, en el que dos gobiernos luchan por el poder y el control de los recursos humanos apoyados por milicias de todo tipo, tanto islamistas como nacionalistas y vinculadas al régimen derrocado, líderes tribales y señores de la guerra que trafican con armas, personas y drogas. EFE

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