Netanyahu pinta a EEUU un escenario sin alternativas ante un Irán «genocida»

Foto de Archivo: La República.

Washington, 3 mar (EFE).- El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, utilizó el palco que le ofrecieron los republicanos en el Congreso estadounidense para rechazar el acuerdo que EE.UU. negocia con Irán y amenazar con actuar unilateralmente contra un país que comparó con la Alemania nazi.

El discurso de «halcón» de Netanyahu no dejó a ninguno de los asistentes indiferente, ni a los que le ovacionaron de pie una veintena de veces o los que se echaron las manos a la cabeza, como la líder demócrata Nancy Pelosi, que tachó el discurso de «triste insulto a la inteligencia».

Netanyahu fue obsequiado con una recepción más cálida que la que los legisladores le dispensaron al presidente estadounidense, Barack Obama, la última vez que recorrió los dos kilómetros que separan la Casa Blanca del Capitolio, el pasado enero, para pronunciar el discurso sobre el Estado de la Unión.

Nunca antes un mandatario extranjero había tenido la oportunidad de arrogarse la autoridad de rechazar la política exterior del Gobierno estadounidense en su propio terreno, con el argumento de que un Irán nuclear «amenaza la supervivencia de mi país y el futuro de mi pueblo».

Según Peter Spiro, profesor de derecho de la Universidad Temple, el hecho de que el Congreso invite a un mandatario extranjero sin el visto bueno de la Casa Blanca o el Departamento de Estado no tiene precedente y es un procedimiento inconstitucional motivado por el interés republicano de atacar les negociaciones con Irán.

Tampoco es muy habitual que dos Administraciones aliadas se entreguen a un choque dialéctico público, que llevó a Obama a recordar que «la política exterior la dirige el Ejecutivo y el presidente, y no se lleva a cabo a través de otros canales».

En privado, el Gobierno estadounidense consideró la intervención «todo retórica, sin ninguna alternativa concreta» a las negociaciones del Grupo 5+1 (EE.UU., China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) e Irán, que quieren garantizar que la tecnología nuclear iraní no se desvía a fines militares.

Netanyahu presentó un escenario de tintes prebélicos y preapocalípticos en el que calificó al régimen de los ayatolá, al igual que en su día el derrotado régimen nazi, como «una grave amenaza, no solo para Israel, sino también para la paz en el mundo» y lo describió como un nuevo «enemigo genocida» capaz de «una potencial pesadilla nuclear».

El primer ministro rechazó de plano todo acuerdo con Irán que no suponga la práctica eliminación de toda actividad e instalación nuclear de Teherán (algo que Washington no considera viable) y llegó a advertir que «si tenemos que actuar solos, actuaremos solos».

En 1996, en su primer discurso ante el Congreso estadounidense, Netanyahu advirtió que un Irán con armas nucleares era inminente, pero lo cierto es que, pese a las tretas iraníes para avanzar con sus planes nucleares, fue Israel el primer país de Oriente Medio que desarrolló un programa nuclear militar, en secreto.

El Gobierno israelí, que en los 80 ordenó el bombardeo de un reactor iraquí y en 2007 el de otra instalación similar en Siria, ha marcado ahora a Irán como su mayor problema, intentado desplazar del debate nacional israelí el conflicto palestino o las reformas económicas.

Y es que el discurso de Netanyahu tenía un claro trasfondo electoral, tanto que fue retransmitido en Israel con retardo para eliminar cualquier potencial arenga política que no permite la ley a dos semanas de las elecciones.

En un artículo de opinión publicado este lunes en el diario Haaretz, Avner Cohen, israelí afincado en EE.UU. y uno de los mayores expertos en nuclearización en Oriente Medio, anticipó que el discurso de Netanyahu sería un «repugnante evento político».

Cohen argumentó que las negociaciones con Irán son la mejor alternativa para alejar a Teherán de un bomba nuclear y pese a las imperfecciones «no es nada malo para Israel«.

«En todo caso es malo para Netanyahu, que no va a poder sacar partido del miedo a Irán como peligro existencial y le dejará sin razón política de ser», aseveró Cohen. EFE

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