Turquía intenta calmar las aguas tras el derribo del caza ruso

Recep Tayyip Erdogan. (Foto AP/Burhan Ozbilici)

El Gobierno turco ha intentado hoy calmar las aguas diplomáticas, revueltas después de que ayer dos cazas turcos derribasen un bombardero ruso Su-24 en la frontera turco-siria, supuestamente mientras violaba el espacio aéreo turco.

No hay intención de provocar una escalada de tensiones con Rusia: únicamente se trataba de defender el territorio contra toda violación, ha asegurado hoy el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

«Nadie puede esperar que nos quedemos mudos e inmóviles cuando están violando continuamente nuestra seguridad fronteriza», dijo Erdogan, recordando las numerosas advertencias a Moscú.

Entre los precedentes destaca una entrada de un caza ruso, el 3 de octubre pasado, en la misma provincia de Hatay donde se produjo el derribo ayer, admitida por Moscú pero achacada a un «accidente».

Pero aún el jueves pasado, el Ministerio de Exteriores turco convocó al embajador ruso para transmitirle su enfado por los bombardeos de cazas rusos al noreste de la ciudad portuaria siria de Latakia, dado que esta zona está habitada por turcomanos, una minoría turcoparlante que Ankara considera «hermanos étnicos».

También hoy, tanto Erdogan como el primer ministro, Ahmet Davutoglu, reiteraron no sólo su decisión de proteger sus fronteras sino también de respaldar a la población turcomana siria, entre las que hay varios grupos armados que luchan contra el régimen de Bachar al Asad.

Los combates se intensificaron hoy y la artillería siria bombardeó estas zonas, que distan pocos kilómetros de la frontera turca.

Ankara ha denunciado que la aviación rusa en Siria, teóricamente enviada para luchar contra el Estado Islámico (Daesh, en su acrónimo en árabe), apoya los esfuerzos bélicos del régimen contra la oposición «moderada», es decir los grupos rebeldes, en gran parte islamistas, que no forman parte del Daesh.

No consta la presencia de grupos del Daesh a menos de cien kilómetros de la zona donde fue derribado el caza ruso, pero sí hay posiciones del Frente al Nusra, adscrito a Al Qaeda, y Ahrar Sham, un grupo fundado por veteranos de la misma organización yihadista.

Davutoglu invitó hoy «al mundo entero» a «apagar el fuego» en Siria y recordó que no sólo el Daesh cuenta con combatientes extranjeros sino también el régimen de Al Asad, en referencia a los milicianos del grupo libanés Hezbolá.

Al mismo tiempo, subrayó su deseo de mantener buenas relaciones con Rusia, que calificó de «país vecino y amigo».

Davutoglu incluyó el deseo de «fortalecer los lazos con Rusia» y mejorar «la colaboración regional», sobre todo en el ámbito de energía y comercio, en el programa del Gobierno que presentó hoy en el Parlamento.

Pero si bien la importación de gas natural de Rusia, absolutamente vital para Turquía, no parece resentirse de momento, la tensión puede tener consecuencias económicas inmediatas en el sector del turismo.

La industria hotelera de la provincia mediterránea de Antalya siente «pánico», informa el diario Hürriyet, dado que ha empezado a haber cancelaciones de reservas sobre todo de clubes de fútbol rusos que habitualmente gustan de programar vacaciones de invierno en esta zona costera.

En Antalya, hay 220 hoteles con al menos dos campos de fútbol que ingresaron 100 millones de euros por el turismo deportivo en los primeros cuatro meses de 2014, una cifra que este año puede reducirse en un 70 por ciento, según fuentes del sector.

Los ánimos en Rusia están caldeados, como muestra la agresión contra la embajada turca en Moscú, donde un grupo de manifestantes rompió hoy a pedradas todas las ventanas, llevando banderas rusas y sirias.

Pero también en Siria hubo consecuencias: un convoy turco de ayuda humanitaria fue bombardeado e incendiado, sin que conste que haya víctimas, nada más entrar en el país árabe por la región de Azaz, situada en territorio dominado por grupos rebeldes.

Así lo denunció la ONG islamista turca IHH, que achacó el ataque a las fuerzas aéreas rusas. EFE [I]

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