Kuczynski, un «gringo» que puede ser presidente de Perú

Pedro Pablo Kuczynski, presidente electo del Perú. Foto de Archivo.

Perú (AP) — Los comediantes ridiculizan su acento estadounidense y sus estrechos vínculos con Wall Street irritan a más de uno en esta nación pobre, cada vez más hostil hacia las empresas mineras extranjeras.

A pesar de que le dicen que no es de aquí, sin embargo, Pedro Pablo Kuczynski podría ser el próximo presidente del Perú tras trepar en las encuestas y terminar segundo en la primera ronda electoral. Ahora disputará la presidencia con Keiko Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, en una segunda vuelta el 5 de junio.

Fujimori sacó casi el doble de los votos y es considerada la favorita. Sin embargo, se espera una votación reñida. Una encuesta hecha antes de la votación del domingo dio incluso una leve ventaja a Kuczynski en un reflejo del temor que sienten muchos peruanos de que se vuelva al gobierno autoritario de Fujimori padre, quien cumple una condena a 25 años de cárcel por corrupción y por los escuadrones de la muerte con que combatió una insurgencia maoísta.

El momento actual de Kuczynski marca un vuelco total en su vida si se toma en cuenta que hace pocos años era un hombre que se preparaba para jubilarse y hacer una vida tranquila en Estados Unidos.

PPK, como se lo conoce en Perú, ingresó a la política por accidente. Luego de completar estudios de economía en la Universidad de Oxford fue a trabajar al banco central de Perú.

Su carrera se vio interrumpida en 1968, cuando perdió el trabajo durante un golpe militar. Pasó buena parte de las tres décadas siguientes en Estados Unidos, trabajando primero en el Banco Mundial y después en el First Boston International, posteriormente adquirido por Credit Suisse, y en las juntas directivas de varias empresas y compañías inversoras.

Regresó a Perú tras la renuncia de Fujimori en el 2000 y sirvió dos veces como ministro de economía. También fue jefe de gabinete del presidente Alejandro Toledo.

Sus amigos dicen que empezó a pensar seriamente en la presidencia tras involucrarse en el 2007 en una iniciativa sin fines de lucro, Agua Limpia, para suministrar agua potable a localidades pobres de Perú. Vio entonces de cerca la escasez de personal capacitado en el sector público y decidió que podía marcar una diferencia, según Carlos Rojas, CEO de Andino Asset Managment, una firma de inversiones limeña.

«No es alguien que de niño soñó con llegar a ser algún día presidente», expresó Rojas, quien sirvió con Kuczynski en la junta de una empresa pesquera.

En el 2011 conmocionó la política peruana al terminar tercero en las elecciones presidenciales de ese año.

En esa ocasión terminó apoyando a Keiko Fujimori, para tratar de evitar la llegada al gobierno de Ollanta Humala, un aliado de Hugo Chávez que en una ocasión encabezó un alzamiento militar. Luego de ser elegido, sin embargo, Humala apeló a las mismas políticas a favor de la inversión que emplearon sus predecesores y Kuczynski nunca tuvo que acudir a su «plan de escape»: jubilarse en una finca campestre de Estados Unidos.

«No hay duda de que hubiera tenido una vida muy cómoda de haberse mantenido alejado de la política», afirmó Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, organismo de Washington que promueve la democracia en las América, quien vivió en Perú a fines de la década de 1980 y principios de los 90. «Pero lo tentó la política, especialmente después de la última elección, cuando superó las expectativas. Es algo embriagador».

Sus negocios han generado polémicas. Los izquierdistas lo acusaron de un conflicto de intereses cuando, como jefe de gabinete en el 2005, impulsó regulaciones que permitieron a Hunt Oil, empresa de Dallas a la que había asesorado en el pasado, exportar grandes cantidades de gas natural a México a pesar de las objeciones de las comunidades locales.

«No confío en la pulcritud del señor Kuczynski como gobernante a la hora de fomentar la inversión privada extranjera», dijo César Hildebrandt, tal vez el más influyente periodista de Perú.

Se le criticó también por tener pasaporte estadounidense. Bajo presión, renunció a la ciudadanía estadounidense el año pasado. Su primera esposa era hija de un legislador estadounidense y su actual cónyuge, Nancy Lange, es pariente de la actriz de Hollywood Jessica Lange. El esposo de Fujimori es también estadounidense. Lo conoció cuando estudiaba en el exterior

Es así que, gane quien gane, el cónyuge del próximo presidente o presidenta de Perú será estadounidense.

Kuczynski, de todos modos, tiene profundas raíces en Perú.

Sus padres llegaron al país en los años 30 del siglo pasado, huyéndole a la Alemania nazi. Su padre, un polaco judío, patólogo, fue un pionero en el tratamiento de la lepra en Perú. En su campaña usó el lema «Gringo por fuera, cholo por dentro», usando un término que alude a los indígenas peruanos. En los actos, toca en una flauta los clásicos andinos.

Pero incluso sus aliados admiten que su arrastre popular es limitado, sobre todo cuando tiene que competir con una maquinaria política bien aceitada, como la de Keiko Fujimori, que ganó 16 de los 24 distritos electorales peruanos. Kuczynski prevaleció en solo uno.

Si bien casi la mitad de los peruanos han dicho que jamás votarían por nadie asociado con Alberto Fujimori, a Kuczynski no le resultará fácil aprovechar el sentimiento antifujimorista.

La izquierdista Verónica Mendoza, que terminó tercera en la primera ronda, no le ha brindado su apoyo, lo que alimenta la sensación de que Kuczynski es simplemente una figura un poco más democrática que promueve las mismas políticas de libre mercado a las que se atribuyen las crecientes tensiones en comunidades donde hay grandes proyectos mineros extranjeros.

Con sus 77 años, Kuczynski sería además el presidente de mayor edad en la historia de Perú.

Algunos rivales cuestionan su salud, pero la determinación con que trepó en las encuestas luego de recibir en algún momento apenas el 7% de la intención de voto parece confirmar lo que él mismo dice, que se mantiene vital y joven de corazón.

«Mis tías vivieron hasta los 95 años. O sea, a mí me faltan como 20 años todavía», dijo durante su campaña proselitista en marzo. «Pero no me quedaré 10 años en el cargo», agregó en una referencia poco sutil a las credenciales democráticas de su rival. «Gobernaré cinco años para lograr el desarrollo de nuestro país». (I)

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