Hong Kong vivirá elecciones con notable intervención de China

Manifestantes participan en un mitin a favor de la democracia afuera de las oficinas del gobierno en Hong Kong, el viernes 10 de octubre de 2014. (Foto AP/Kin Cheung)

Hong Kong (EFE).- Hong Kong celebra mañana sus elecciones a jefe de gobierno regional a través de un proceso electoral abiertamente criticado, al que solo accede una elite influenciada por Pekín, y tras un campaña carente de entusiasmo popular.

En una ciudad castigada por las desigualdades sociales y los altos precios de la vivienda, el jefe de gobierno para los próximos cinco años será elegido por un comité de 1.194 miembros de la elite política y empresarial de Hong Kong, entre ellos nueve multimillonarios cuya riqueza suma 100.000 millones de dólares.

El comité, en el que el diez por ciento de los miembros son representantes directos del Gobierno de Pekín, equivale a un 0,02 por ciento de los 5 millones de hongkoneses con derecho a voto.

Serán las primeras elecciones a la jefatura de gobierno que se celebran desde las masivas protestas de la «Revolución de los Paraguas de 2014», que precisamente surgieron con la intención de cambiar sin éxito este criticado sistema electoral.

Unas 200 personas, entre ellas políticos liberales y activistas, se manifestaron hoy en las principales calles de Hong Kong para protestar por la falta de democracia.

Mañana, la ciudad desplegará cerca de 1.800 policías para velar por una jornada electoral sin incidentes, después de que varias agrupaciones convocaran movilizaciones de protesta.

La independencia de esta votación ha sido cuestionada incluso por miembros del comité que mañana elegirá al jefe ejecutivo entre los tres candidatos previamente seleccionados por ellos mismos (dos exfuncionarios del gobierno local y un juez retirado).

Miembros de dicho comité señalaron a lo largo de la campaña electoral que habían recibido llamadas vinculadas al Gobierno chino para tratar de dirigir sus votos.

Pekín expresó sus preferencias por la candidata Carrie Lam, quien fuera la «número dos» del actual jefe de gobierno y es vista popularmente como una mera portavoz del Gobierno comunista.

John Tsang, antiguo secretario de Finanzas con el gobierno saliente, también aspira al puesto: líder en todas las encuestas populares y con un talante más conciliador, ha atraído el interés de al menos 300 miembros del comité electoral.

Woo Kwok-hing, un exjuez con una dilatada carrera a sus espaldas y con posturas políticas frontales a los intereses chinos en Hong Kong, opta al puesto con menos posibilidades que sus dos rivales.

Las elecciones llegan en un momento tenso en las relaciones entre Hong Kong y China, a medida que crecen los temores a que Pekín aumente su control sobre la ciudad sureña.

La misteriosa desaparición de varios libreros de Hong Kong por sus publicaciones críticas con Pekín para luego reaparecer detenidos en China se vio como un símbolo de las presiones de Pekín por convertir la excolonia en una ciudad más del país, sin la libertad de expresión de la que ha gozado durante décadas.

También se vio la larga sombra del régimen comunista cuando se vetó a dos legisladores independentistas por haber blasfemado contra China durante el juramento de su cargo el pasado año.

«El objetivo obvio de Pekín es hundir cualquier inclinación separatista en Hong Kong, y quiere hacerlo a través de un período de calma política», dijo a Efe Suzanne Pepper, escritora y comentarista política estadounidense afincada en Hong Kong.

«Carrie Lam y su plataforma política representan ese periodo de tranquilidad», añadió la autora.

Al margen de la controversia política, el próximo jefe de gobierno heredará además un Hong Kong con una economía vulnerable, azotada por una ralentización en su ritmo de crecimiento.

La gran desigualdad de ingresos entre ricos y pobres y los precios de la vivienda por las nubes han añadido incertidumbre de una ciudad tradicionalmente vista como una de las grandes capitales financieras de Asia.

La llegada de capital chino como estrategia para beneficiar al sector inmobiliario local no hizo otra cosa que distorsionarlo, marginando a los trabajadores con salarios medios y convirtiendo la metrópolis en una de las más caras del mundo.

El precio de la vivienda marcó un nuevo récord al alza este mes, y los ciudadanos tienen escasas esperanzas en que un nuevo gobierno pueda dar un vuelco a corto o medio plazo a este panorama. EFE (I)

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