Desencanto en Perú a un año de Pedro Pablo Kuczynski

Pedro Pablo Kuczynski, presidente de Perú. EFE/ Ernesto Arias

LIMA (AP) — Aquella noche parecía una fiesta. Sobre el escenario había luces de colores, banderas que ondeaban con sus iniciales y Pedro Pablo Kuczynski —entonces candidato de centroderecha a la presidencia de Perú— sonreía mientras tomaba el micrófono para referirse a su rival en las elecciones.

“Hijo de ratero es ratero”, dijo sobre Keiko Fujimori, entonces candidata derechista e hija del expresidente Alberto Fujimori —sentenciado a 25 años de cárcel por corrupción y asesinato— quien perdió las elecciones en una reñida lucha y ahora es lideresa del partido opositor que domina el parlamento. Era mayo de 2016 y sus seguidores respondieron con vítores, pero los miembros del partido de Fujimori afirmaron que se arrepentiría de sus palabras.

Hace sólo unas semanas, en lo que podría parecer un giro inesperado y a punto de cumplir su primer año en la presidencia, Kuczynski posó ante las cámaras de la prensa con Fujimori luego de un encuentro en el Palacio de Gobierno. Tras considerar que ella tiene una bancada de 71 legisladores en el Congreso —la más numerosa en la historia fujimorista— y Kuczynski sólo tiene 17, algunos analistas calificaron la reunión como un intento del mandatario por suavizar la comunicación con su exrival.

Su entorpecida relación con Fujimori no es lo único que opaca el primer año de gobierno del exbanquero de Wall Street de 78 años. Durante la primera mitad de 2017, Perú sufrió una catástrofe natural a causa de las inundaciones derivadas del fenómeno conocido como “El Niño Costero”, que mató a 158 peruanos y costó al erario unos 3.100 millones de dólares según cálculos recientes de Munich Re, la mayor aseguradora del mundo.

Asimismo, su gestión se vio afectada por los efectos del escándalo de corrupción ligados a la constructora brasileña Odebrecht —que en Perú y otros países de la región ofreció sobornos a funcionarios públicos a cambio de obtener licitaciones—, lo que representó un obstáculo para materializar proyectos clave por más de 9.223 millones de dólares y al no concluirse han dejado sin trabajo al menos a 40.000 personas, según sindicatos y empresas.

Esos dolores de cabeza sumados a continuas tensiones políticas con el parlamento fujimorista —que empujó a la renuncia de tres ministros de Kuczynski— provocó que la confianza empresarial cayera de 96% a 30% desde el inicio de su mandato y hasta ahora, según una encuesta mensual de la firma Apoyo Consultoría, y entumeció la economía: hasta abril de este año, ésta solo había crecido 0,1%, la cifra más baja de los últimos ocho años, y las estimaciones anuales calculan que será de apenas de 2% del PBI.

«(Kuczynski) ha debilitado de forma preocupante su principal emblema, símbolo, escudo: su experiencia en temas económicos», dijo a The Associated Press Arturo Maldonado, profesor de ciencia política de la Pontificia Universidad Católica de Perú, al recordar que en las últimas cuatro décadas el presidente ya había ejercido importantes cargos en la conducción del país como secretario de Minas, Finanzas y de primer ministro.

Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, firma líder en asesoría empresarial del país, asegura que el gobierno se equivocó en diagnosticar la situación fiscal y en decidir cuáles eran sus principales objetivos.

El ministerio de Economía frenó la inversión pública en 30% entre octubre y diciembre, temeroso de poner en peligro el buen rating que tiene Perú con las calificadoras internacionales de riesgo, y esta decisión frenó la economía y afectó las expectativas y el crecimiento de la demanda de inversión. «En el sector público hay una cosa cierta: es fácil parar el gasto, pero es difícil reencenderlo», dijo Castagnola.

El optimismo de Kuczynski —quien al inicio de su gestión bailaba frente a los fotógrafos y salía al patio del Palacio de Gobierno para ejercitarse junto a su gabinete— ha desaparecido. El economista graduado en Oxford y Princeton que prometió «el mejor clima de negocios del continente» tuvo que admitir hace poco al diario El Comercio que lo decepciona el «bajísimo» crecimiento económico del país.

Incluso su conexión con los Andes del Sur, cuyos votantes le ayudaron a vencer a Keiko Fujimori, se ha vuelto frágil.

En esa zona altiplánica de lengua quechua y aymara, donde los tres últimos siglos se iniciaron las más grandes revueltas contra los gobiernos de Lima, el descontento hacia su gestión también se expresa en las calles. Desde hace más de 40 días, las escuelas públicas están cerradas y un millón de estudiantes no tienen clases porque más de 20 mil maestros están en huelga para exigir a Kuczynski que cumpla con la promesa de campaña de aumentar sus remuneraciones hasta unos 616 dólares, casi 70 dólares más de lo que ganan hoy día.

Algo similar ocurre con los hospitales andinos, que desde hace casi un mes funcionan a la mitad de su capacidad a causa de una huelga de médicos que se extiende incluso en menor porcentaje a los establecimientos capitalinos de las zonas pobres. Como los profesores, estos especialistas también piden aumentar sus sueldos, pero el gobierno ha dicho que sus peticiones serán atendidas en 2018.

A consecuencia de lo anterior, Cusco registra protestas diarias y Kuczynski envió policías antimotines para controlar el orden público luego de que los huelguistas bloquearan una vía a Machu Picchu y prendieran fuego a neumáticos en las principales calles de la ciudad.

«Kuczynski políticamente demuestra que está cada vez más alejado de la realidad, cada vez tiene menos tacto y sintonía para establecer el filtrado de la representación del sentir popular», dijo Santiago Mariani, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la Universidad Jesuita Antonio Ruiz de Montoya.

Según la última encuesta nacional de la firma Ipsos Perú, la aprobación de Kuczynski cayó de 63% al inicio de su gestión hasta 39% en junio de este año.

A pesar de esto, el gobierno ha destacado el impulso dado a 12 proyectos claves que implican una inversión de 10.000 millones de dólares, entre ellos, la ampliación del principal aeropuerto del país y la construcción de una segunda línea de metro para la capital de 10 millones de habitantes.

El primer ministro y secretario de Finanzas, Fernando Zavala, dijo hace unos días a la prensa que superada la tormenta del primer año, el segundo será mejor y que algunos datos de julio comienzan a mostrar esos cambios. «Por ejemplo exportaciones está creciendo a doble dígito, turismo está creciendo por encima de 7%», afirmó.

Además, algunos analistas sostienen que otro aspecto relevante de la gestión hasta el momento ha sido el manejo de la política exterior. Kuczynski ha lanzado repetidas críticas al gobierno del presidente Nicolás Maduro y ha comentado que «es inaceptable lo que ocurre en Venezuela», luego de que en marzo el Tribunal Supremo de Justicia de ese país asumiera las competencias del Congreso. Por otra parte, ha sido el único mandatario de Latinoamérica que ha sostenido comunicación frecuente con el presidente estadounidense Donald Trump.

Aún no se conoce cuál será el rumbo de la hasta ahora agria y distante relación entre Kuczynski y Keiko Fujimori, pero la reunión que ambos sostuvieron recientemente ocurrió días después de un anuncio del mandatario sobre el padre de la líder opositora: existe la posibilidad de otorgar un indulto humanitario al encarcelado exmandatario si se considera que esté gravemente enfermo y la decisión se daría a conocer como máximo en diciembre.

Sin embargo, el analista Santiago Mariani opina que hasta ahora la «única alternativa» que tiene Kuczynski para lograr un equilibrio frente al parlamento dominado por la mayoría fujimorista es alcanzar una sintonía con la ciudadanía, lo cual parece no ser entendido por el presidente que vive en «una torre de marfil».

Además continúa el reto de mejorar la economía. En los mercados populares de Lima, donde el índice de precios de consumo ha subido 3,02% en los últimos doce meses, la profesora jubilada Agustina Carrión, de 73 años, comenta que cada vez tiene menos dinero en su cartera.

«Ha subido el azúcar, el aceite, los tomates, los limones, la carne. Yo pensaba que íbamos a mejorar pero veo que el presidente parece que está cansado, o que no le interesa mucho los problemas, debe salir a caminar con la gente, mirarnos más», dice.

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