El Kurdistán, decidido por el «sí» a la independencia y sin miedo a presiones

REUTERS/Ako Rasheed

Ataviados con sus mejores galas y marcando el «sí» en la papeleta que les pregunta si están a favor o en contra de la independencia del Kurdistán iraquí, los kurdos buscan ganar un pulso a Bagdad y mostrarle al mundo que pese a las presiones internas e internacionales, son capaces de ser un país.

En el centro de votación de la escuela de Hamurabi, ubicado en el barrio de Anqaua, situado en el extrarradio de los limites de la ciudad de Erbil y poblado predominantemente de asirios, Fadel Sulaqa, de 54 años y músico de profesión, acude para emitir su voto al mediodía con el traje tradicional del Kurdistán, el jaki.

Se ha acercado para decir «sí» a un plebiscito cuyas urnas abrieron a las 8.00 hora local (5.00 GMT) y cerrarán a las 18.00 (15.00 GMT).

«Nosotros, los kurdos, no tenemos miedo de las amenazas de los países vecinos. Ellos sueñan porque no nos pueden hacer nada», indica a Efe Sulaqa, quien pasea por el centro electoral sonriente.

Sulaqa hace referencia a las continuas exigencias de los Gobiernos de Bagdad, así como de Irán y Turquía -los países vecinos al Kurdistán- y las advertencias de tomar medidas en el caso de que el Kurdistán decida independizarse de Irak.

«Este referéndum para nosotros es un gran triunfo porque puede hacer que seamos un país», aduce.

En el mismo lugar, y saliendo junto a su hermana y madre, Marua Burham de 20 años, señala a Efe que ha votado que sí en el plebiscito porque «todos los kurdos tienen que decir sí para hacer del Kurdistán un país».

«Nosotros tenemos el poder de hacerlo», dice, y lanza una pregunta clara: ¿Por qué los otros países no nos lo permiten?

A pocos kilómetros de este lugar, se ubica otro de los centros electorales en el que el Gobierno del Kurdistán ha permitido el acceso a los medios, el centro Hedi, situado en el oeste de Erbil.

Allí, las filas para entrar justo antes de su apertura se dividían en dos: los hombres a la derecha, mientras que las mujeres se ubicaban en la izquierda, junto a los niños que les acompañaban.

Tras decir «bale» (sí, en kurdo) a la independencia, Husein Abdelsharif, de 44 años, aseguró a Efe en voz alta: «No necesitamos agua, no necesitamos comida. Solo necesitamos un país».

Abdelsharif cuenta la historia de que su familia vivía en una ciudad cercana a Erbil, la cual no mencionó, en la que apenas quedan casas de kurdos y ahora sólo hay árabes.

«Hemos sido iraquíes hasta ahora pero no hemos vivido una vida normal como los iraquíes», afirma, en alusión a las masacres que ha vivido el pueblo kurdo bajo el mandato del exmandatario iraquí Sadam Husein, y evoca el ataque químico contra la ciudad de Halabja, en el oeste de Irak, el 16 de marzo de 1988, que acabó en pocas horas con la vida de 5.000 personas -en su mayoría mujeres, niños y ancianos- y que pasó a ser el peor capítulo de su cronología.

En el lujoso hotel de Rotana, en Erbil, los mejores vestidos y trajes eran paseados por familias invitadas por el Gobierno del Kurdistán Iraquí para votar en una gran sala.

«No puedo votar porque soy demasiado pequeño, pero estoy feliz de estar aquí. Espero que haya pronto un Kurdistán independiente», dice un menor a los medios congregados.

Solo aquellos con 18 años han podido emitir el voto, aunque los niños también fueron protagonistas de la consulta. En las afueras del hotel, un pequeño posaba con el uniforme de las tropas kurdas conocidas como «peshmergas» y con un fusil kalashnikov de juguete.

Al menos 5,3 millones de kurdos han sido llamados a las urnas en la región del Kurdistán y en los territorios disputados entre el Gobierno de Bagdad y de Erbil, y según asevera a Efe el jefe del centro de referéndum en Anqaua, Qanán Marbi, en las primeras horas la participación por parte de los ciudadanos en el proceso de votación al referéndum fue débil, pero espera que aumente a lo largo del día.

Varios miembros de la comisión electoral señalaron a Efe que no se conocerá la participación durante el día y que los resultados se sabrán en un plazo de dos a tres días. EFE

Más relacionadas