El fujimorismo se divide y podría perder control del Congreso

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Foto: Keiko Fujimori / Peru Reports

Lima (EFE).- El rechazo del pedido de destitución del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, no solo ha implicado la primera gran derrota del fujimorismo desde que comenzó el actual Gobierno, sino que también puede hacerle perder el control del Congreso peruano.

Las discrepancias internas en el partido Fuerza Popular, que lidera Keiko Fujimori, la hija mayor del encarcelado Alberto Fujimori, estallaron el último jueves, cuando una facción liderada por su hermano menor, Kenji, se abstuvo de votar en el Congreso por un pedido de destitución del presidente por sus vínculos con la constructora brasileña Odebrecht.

La decisión de 10 de los 71 legisladores fujimoristas fue fundamental para asegurar la permanencia de Kuczynski en el cargo, pero también significó un reto directo a la autoridad de Keiko, quien ha visto amenazado no solo su liderazgo, sino también el poder político que tiene su agrupación en el país.

Y es que a pesar de que Keiko perdió las elecciones presidenciales de 2011 y 2016, Fuerza Popular obtuvo en el último proceso electoral una votación que le permitió hacerse con la mayoría absoluta en el Congreso de 130 escaños.

Su hermano Kenji no ha sido ajeno a ese éxito político, ya que en las dos últimas elecciones generales fue el candidato al Congreso con mayor votación individual.

Sin embargo, desde que comenzó la actual gestión gubernamental, en julio del año pasado, Kenji ha discrepado con muchos de los acuerdos políticos de su bancada, en muchos casos recurriendo a la ironía, por lo que ha sido sancionado en dos ocasiones por Fuerza Popular, la última, y aún vigente, con una suspensión de 120 días.

En lo que sí ha sido directo, y todos lo reconocen, es en remarcar que su primer objetivo personal y político es lograr la liberación de su padre, quien desde 2009 cumple una condena a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad.

Además de mantener una gran cercanía con Kuczynski, Kenji ha acusado a los dirigentes de Fuerza Popular, pero sin mencionar a su hermana directamente, de no hacer lo suficiente para alcanzar la liberación del expresidente.

Durante la crisis política de la última semana, Keiko mantuvo un silencio que solo rompió luego de que fracasara el intento de destituir a Kuczynski, quien la derrotó en las elecciones del año pasado por una escasa diferencia de 40.000 votos.

La líder de Fuerza Popular, que no acostumbra dar declaraciones o entrevistas, usó Twitter para manifestar su orgullo por los 61 legisladores de su partido que sí votaron a favor de la destitución.

Confirmó, de esa manera, el abierto conflicto con su hermano, al excluir tajantemente a los que se abstuvieron y señalar que su partido «no se vende ni negocia» y para ellos «primero es el Perú».

El portavoz parlamentario del fujimorismo, Héctor Becerril, fue más específico y aseguró que «lo mínimo que tienen que hacer» los diez disidentes «es presentar su carta de renuncia».

Becerril también anunció que su grupo ha decidido iniciarles un proceso disciplinario, y acusó directamente al expresidente Fujimori de haber intervenido, con llamadas telefónicas desde su prisión, para convencer a los que desacataron el acuerdo partidario.

El parlamentario aseguró que el grupo se apartó de la posición de la bancada para favorecer un eventual indulto a Fujimori, algo que según dijo, ofreció Kucyznski a Kenji, pero que las autoridades del Ejecutivo han negado.

La fresa en el pastel fue una opinión que difícilmente será olvidada, ya que Becerril acusó al propio fundador de su movimiento político de «alentar de una u otra manera» la corrupción.

Si esta división interna se oficializa, Fuerza Popular verá en los próximos días cómo su mayoría absoluta en el Congreso se convierte en relativa, algo que la obligará a buscar el diálogo y el consenso antes que imponer sus posiciones partidarias. EFE (I)

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