Trump intenta frenar la publicación de un demoledor libro sobre su mandato

Donald Trump.

Los abogados del presidente de EE.UU., Donald Trump, trataron hoy sin éxito de detener la publicación de un libro sobre su mandato y amenazaron a su exasesor, Steve Bannon, con acciones legales si no deja de criticar al mandatario, en medio de un duro enfrentamiento entre los dos exaliados.

Un día después de que Trump anunciara su ruptura con Bannon por haber criticado a su hijo en un nuevo libro, el ex estratega jefe de la Casa Blanca trató de contener la furia del mandatario al asegurar que «nunca nada se interpondrá» entre él y el presidente.

«Estamos tan a favor de su agenda como siempre«, dijo Bannon, que ahora trabaja para la publicación ultraconservadora Breitbart News, en una charla con una emisora de radio, horas después de afirmar, en otro programa, que consideraba a Trump «un gran hombre».

Bannon, considerado el principal enlace de Trump con el movimiento populista que le impulsó al poder, perdió este miércoles el favor del presidente después de que salieran a la luz unas declaraciones en las que calificaba de «traición» la reunión con rusos que mantuvo en 2016 el hijo del mandatario, Donald Jr..

Trump valoró hoy los elogios de Bannon, y dijo que «obviamente» su exasesor había «cambiado de actitud bastante rápido», porque le había calificado de «gran hombre«.

Pero el presidente, que este miércoles acusó a Bannon de haber «perdido la cabeza», no dio señales de estar dispuesto a reconciliarse con él, y aseguró que ha cortado el contacto: «No hablo con él», afirmó a los periodistas desde el Despacho Oval.

Mientras, un abogado de Trump envió la noche del miércoles a Bannon una orden de «cese y desista» para que el exasesor deje de hacer declaraciones que violen el acuerdo de confidencialidad que firmó al convertirse en jefe de campaña a mediados de 2016, y le advirtieron de una posible acción legal «inminente» en su contra.

El abogado de Trump, Charles Harder, también pidió al autor del libro en cuestión, Michael Wolff, y a su editorial que «desistan de cualquier publicación, revelación o diseminación» de la obra, por considerar que contiene múltiples declaraciones difamatorias sobre el presidente y su familia.

«Estamos investigando numerosos comentarios falsos y sin base que ha hecho usted sobre el señor Trump«, informó el abogado del presidente al autor de la obra.

Sin embargo, lejos de amedrentarse, la editorial responsable del libro, Henry Holt & Company, anunció hoy que permitirá que varios mayoristas comiencen a venderlo este viernes, en lugar del próximo 9 de enero, la fecha que estaba prevista, debido a la «demanda sin precedentes» que ha suscitado la obra.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, no quiso aclarar hoy si el equipo legal del presidente planeaba demandar al autor del libro o a la editorial, aunque afirmó que esperaba que la obra no se publicara.

«Este libro es una completa fantasía, lleno de cotilleo propio de los tabloides» y de «alegaciones falsas y fraudulentas«, aseguró Sanders en su conferencia de prensa diaria.

El libro está basado en entrevistas con altos funcionarios de la Casa Blanca, asegura que el objetivo de Trump no era llegar a ser presidente e imponerse a la candidata demócrata Hillary Clinton, sino potenciar su marca; y detalla el caos en el Ala Oeste durante los primeros meses de Gobierno del mandatario.

La victoria (inesperada)

Melania lloraba y Trump, según el testimonio de su hijo mayor, se quedó helado como un fantasma. Acababa de saberlo. Era el próximo presidente de Estados Unidos. No se lo creía. No se lo esperaba. Hasta el último día había dado por segura la derrota. Ese 8 de noviembre, de hecho, su equipo se había concentrado en los cuarteles generales contento porque consideraba que iban a perder por menos de 6 puntos. Y el propio Trump, en días anteriores, había expresado a su amigo, el presidente de la cadena Fox, Roger Ailes, su convicción de que haber llegado hasta ahí era ya un triunfo que le abría las puertas de la fama, aunque se le cerrasen las de la Casa Blanca. Pero todo cambió esa noche. Perplejo, su consejero de campaña Steve Bannon lo vio transformarse. Primero escéptico, luego horrorizado, y finalmente iluminado: “Donald Trump se convirtió en el hombre que consideraba que merecía ser y era perfectamente capaz de ser, el presidente de Estados Unidos”.

Enfado en la investidura

No fue el día más feliz de la vida de Donald Trump. El libro sostiene que estaba molesto por el boicot de los famosos y disgustado por haber tenido que dormir en la dependencia de huéspedes de la Casa Blanca, en vez del Hotel Trump. Su esposa Melania fue víctima de su mal humor y estuvo al borde las lágrimas.

Primeros días y fobias

A Trump no le gustó la Casa Blanca y desde el inicio se refugió en su habitación, una pieza separada de Melania. Era la primera vez desde Kennedy que un matrimonio presidencial no dormía en el mismo cuarto. Inmediatamente pidió dos televisores más y una cerradura para la puerta, algo que el equipo de seguridad desaconsejó. Ya instalado, no tardó en abroncar al servicio de limpieza por retirar del suelo sus camisas. “Si mi camisa está en el suelo es porque quiero que esté en el suelo”, les dijo. Y rápidamente, les impuso nuevas reglas: él se abriría la cama y decidiría cuándo quería que le limpiaran las sábanas, y nadie podía tocar nada de su habitación, especialmente su cepillo de dientes. Esto último era un reflejo de su antiguo miedo a un envenenamiento.

La guerra interna permanente

En los primeros meses, nadie dominaba la Casa Blanca y sus más cercanos colaboradores se odiaban. Tres eran los que competían y despachaban directamente con el mandatario. El jefe de gabinete, Reince Priebus; el estratega jefe, Steve Bannon, y el yerno, Jared Kushner. Los dos primeros eran especialmente despreciados por Trump. Un día llegó a comentar en voz alta los defectos de su círculo íntimo: “Bannon era desleal (sin mencionar que vestía como una mierda); Priebus, un débil (sin mencionar que era bajito, un enano); Kushner, un adulador”, indica la obra.

La elección de cargos y el nepotismo

Trump no sabía a quién elegir para los principales puestos. Y sus manías no le ayudaban. Cuando le recomendaron al diplomático John Bolton como consejero de Seguridad Nacional, lo rechazó por su bigote. “Es un problema. Para Trump no puede formar parte del equipo con ese bigote”, sentenció Bannon.

Tampoco mejoró su criterio para la selección del jefe de gabinete, un puesto de enorme poder y que hace las veces de primer ministro. El primer impulso del presidente fue escoger a su yerno, sin ninguna experiencia política y cuyo principal valor era ser el marido de su hija Ivanka.

Pero eso no le importó a Trump. Exteriorizó su deseo y nadie se atrevió a refutarlo. Tuvo que ser alguien venido de fuera quien diera la voz de alerta. La columnista conservadora Ann Coulter se llevó un día al presidente aparte: “Nadie te lo está diciendo, pero no puedes. Simplemente no puedes contratar a tus hijos”. El éxito de Coulter sólo fue parcial.

Ivanka, presidenta

El poder de Ivanka y su esposo, Jared Kushner, es inmenso en la Casa Blanca. En los primeros meses igualaba al del entonces jefe de gabinete, Reince Priebus. Tenían hilo directo con el presidente y, pese a las advertencias, habían logrado ser contratados como asesores. “Ivanka había ayudado a su padre no sólo en asuntos de negocios, sino también maritales. Era algo transaccional”, describe el libro.

Desde esa cercanía, trataba a su padre con desapego, se reía de él e incluso hacía burlas sobre su peinado. Mientras el resto del gabinete callaba, ella recordaba que esa composición capilar era una forma de tapar una superficie central absolutamente lisa mediante el artificio de peinar el cabello de los laterales hacia el centro y después atrás. Pese a las bromas, a nadie se le escapaba que era la emperatriz y que aspiraba a ser la primera presidenta de EEUU. “[Ivanka y Kushner] habían llegado a un acuerdo serio: si en algún momento en el futuro se presentaba la oportunidad, ella sería la candidata a la presidencia. La primera mujer presidenta, se emocionaba Ivanka, no sería Hillary Clinton, sino Ivanka Trump”.

La incompetencia de Trump

El presidente no destacaba por sus conocimientos ni por su sangre fría. La subjefa de gabinete Walsh le describe en el libro como “un niño cuyos deseos había que adivinar”. Incapaz de disciplinarse, en la Casa Blanca no sabía poner orden ni prioridades. “Denme tres cosas en las que el presidente quiera centrarse. ¿Cuáles son las tres prioridades?”, llegó a preguntarle Walsh a Kushner pocos días antes de abandonar el cargo en marzo pasado. Su exasperación tenía, según Wolff, un motivo. El presidente no avanzaba. El libro explica por qué: “No procesaba la información en un sentido convencional. No leía nada. Ni siquiera ojeaba. Para muchos no era más que un semianalfabeto. Confiaba en su propia experiencia, aunque fuera irrelevante, más que en nadie más. A menudo se mostraba confiado, pero igualmente se le veía paralizado, presa de sus peligrosas inseguridades. Respondía instintivamente, arremetiendo y actuando según sus tripas”.

  • Con información de EFE y el País

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