Rusia intentará interferir en las elecciones europeas, pronostican expertos

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Rusia intentará interferir en los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo (PE) que se celebrarán en mayo de 2019 con campañas de desinformación y ciberataques para desestabilizar las democracias europeas, pronostican expertos consultados por Efe.

Este se ha convertido en uno de los principales objetivos de la política exterior del régimen de Vladímir Putin, que también trata de cumplir forjando alianzas con las formaciones euroescépticas, explica la investigadora del Real Instituto Elcano Mira Milosevich-Juaristi.

Para evitar injerencias rusas, tras las acusaciones de interferir en procesos como el referéndum que apoyó el «brexit» o las elecciones que dieron la victoria a Donald Trump en EEUU, la Comisión Europea (CE) presenta hoy su plan de acción para combatir las noticias falsas y la desinformación.

«Es lógico que Rusia intente interferir en este proceso intentando potenciar las expectativas electorales de las fuerzas más alineadas con sus intereses, o perjudicando las acciones de las que percibe como una amenaza», asegura a Efe el asesor en terrorismo de la Europol Manuel Ricardo Torres.

En esa misma línea, la desinformación es empleada por el Gobierno ruso como «una herramienta para desestabilizar a los que considera sus enemigos», indica a Efe un diplomático occidental.

«Los últimos años han mostrado que el objetivo del Gobierno ruso es debilitar a Occidente mediante la explotación de las divisiones dentro de nuestras sociedades y sembrar la confusión, por ejemplo actuando sobre elecciones y referendos. Las elecciones europeas claramente son un posible objetivo de esa desinformación estatal hostil», añade la misma fuente.

Con su estrategia de difundir noticias falsas o medias verdades, Rusia ya «ha roto determinados tabúes o líneas de contención y se ha vuelto bastante más agresivo», opina Robles, asesor sobre Terrorismo y Propaganda del Centro Europeo de Lucha contra el Terrorismo (ECTC, por sus siglas en inglés) de la Europol.

Por ello, continúa, ya «no es tanto una cuestión» de que Rusia vaya a intentar influir en el resultado de las elecciones europeas, sino «de cómo lo vamos a gestionar cuando tenga lugar».

La narrativa rusa tiende a presentar «un punto de vista alternativo» al de los medios occidentales, por canales entre los que destaca su agencia de noticias Sputnitk y la cadena de televisión Russia Today, apunta la analista del Real Instituto Elcano.

«Rusia pretende demostrar que los países europeos son débiles, que el sistema democrático no es perfecto y que los países democráticos no son quiénes para dar lecciones a Rusia», considera.

Sus campañas de intoxicación informativa en Europa abordan cuestiones especialmente sensibles, como la crisis del euro, la inmigración o la integración europea.

Otra estrategia soviética es la de «ganar influencia en los partidos antieuropeos». En ocasiones, abiertamente, como la financiación que ha brindado a la campaña de la líder de Agrupación Nacional, Marie Le Pen, y en otras mediante colaboraciones «muy oscuras» y que difícilmente saldrán a la luz.

«El Kremlin trata de apoyar a estos partidos con la vista puesta en que si llegasen el poder pedirían el fin de las sanciones (europeas a su país)», sostiene Milosevich.

Más allá de la desinformación, los ciberataques -«el uso del ciberespacio para proyectar la violencia sobre las personas o los bienes»-, están siendo lanzados tanto por Rusia como por otros regímenes autoritarios, como China, Corea del Norte o Irán, y «por el propio EEUU contra todos ellos», explica Robles.

La Comisión Europea se ha dotado de instrumentos eficaces para luchar contra las amenazas de ciberseguridad y la tecnología permite desmontar bulos cada vez con mayor facilidad, subraya Milosevich.

Sin embargo, alerta, «la desinformación no depende de la Comisión, ni del Parlamento Europeo ni de los países. Es algo mucho más ambiguo y difícil de controlar».

La experta propone una campaña de concienciación a nivel comunitario que haga hincapié en la «responsabilidad individual» en esta cuestión.

«El Estado no nos puede proteger de ser tontos», concluye. EFE

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