Retornos

Por Joaquín Hernández

La fortuna parece ser la rueda que mueve a la política. Lo que ayer parecía irreversible, hoy cambia completamente. Ciertamente, la fortuna tiene que ver con la labilidad de la condición humana. Con la muerte por ejemplo, esa dama oscura, que parece no inquietar a las generaciones actuales de muchachos que juegan a la Internet pero que es la pesadilla de sus mayores y que aparece siempre puntual, en el momento indicado. Por eso, los césares estaban obsesionados, en la cumbre de su poder, como relata Suetonio, en desentrañar cómo habrían de morir y por supuesto mejor si la revelación venía acompañada de indicios de los presuntos culpables. Los medioevales bailaban la danza de la muerte donde estaban las figuras que habrían de perecer. La dama, el caballero, el obispo, la prostituta, el campesino, aparecían entrelazados por la poderosa señora. Ya en 1950, en la 1ª. edición de El laberinto de la soledad, Octavio Paz hablaba de la asepsia contemporánea frente a la muerte. La conclusión: «Nadie piensa en la muerte, en su muerte propia, como quería Rilke, porque nadie vive una vida personal».

El presidente Hugo Chávez ha retornado a Venezuela el día de ayer después de haber estado tres semanas aproximadamente en Cuba, en donde fue intervenido debido a un cáncer que no se conoce todavía públicamente dónde fue encontrado y extirpado. Tampoco si la salud del presidente está del todo fuera de peligro o permanece la oscura posibilidad de una recaída. Las especulaciones que se levantaron a raíz de la demora del presidente en regresar de La Habana y dieron lugar a diversas interpretaciones, han terminado por el momento. Quedan pendientes dos cuestiones sin embargo: la una, la censura con la que el presidente y su grupo han manejado el tema y la otra, la volatilidad del poder. Sobre la primera cuestión no hay que insistir demasiado: hace tiempo que el modelo político venezolano dejó de ser democrático. Sobre la segunda, las fisuras azarosas de los poderes que se sueñan imperiales pero que tarde o temprano terminan diluyéndose.

Pero no todo es drama. También hay finales felices para unos y pésimos para otros. Dominique Strauss-Kahn (DSK) ha retornado también, no de la posibilidad de una muerte física sino política. El domingo pasado, cenó, sonriente, entre bromas con su mujer y una pareja amiga, «comiendo con ganas» como dice el despacho de prensa. Y en pocos días, ha vuelto de nuevo a ser una figura influyente en el Partido Socialista Francés que se prepara para disputar las elecciones presidenciales de 2012 a Nicolás Sarkozy. Hay dudas sobre las acusaciones de la camarera del hotel. La argumentación de los abogados del expresidente del FMI parece cada vez más sólida. No es una exageración del corresponsal, comparar el retorno de Strauss-Kahn al del Conde de Montecristo. La presencia del latin lover socialista. ¿Volverá DSK al panorama político francés, es la pregunta de los medios ahora que han abandonado la palabra «vergüenza»? ¿Optará por ser uno de los candidatos socialistas a la Presidencia? ¿Podrá ganar? ¿Por qué no?

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