Periodicidio

Por Bernardo Tobar Carrión

He recordado mucho a Tres Patines luego de la sentencia tan extensa como inverosímil y precipitada que ha expedido un tremendo juez en Guayaquil en el caso Correa vs. El Universo. Porque el fallo es traído de los pelos, violento, gestado en el marco intimidatorio de las turbas que se apostaron fuera de la corte y de la fuerza pública que les garantizaba el monopolio del insulto contra los acusados.

La receta para cocido tan suculento es nueva y en eso hay un legado. Porque no hay precedente o asidero alguno en la historia o en el Derecho para responsabilizar a los directivos y propietarios del rotativo por los dichos de un articulista, aún en la hipótesis de que fueran injuriosos, salvo que nos remontásemos a la época de la Inquisición. En este caso el «periodicidio» es arbitrario, imposible a la luz de los tratados vigentes, concebido y dictado en la pausa publicitaria, al más puro estilo de la Tremenda Corte, ¡cosa más grande! solo que no hace ninguna gracia. Póngale $40 millones de multa, secretario, y si protesta, 40 más. Y cárcel.

Ciento cincuenta y seis hojas de libelo condenatorio son casi la extensión de una novela, y la verdad es que ante estos acontecimientos hay que pellizcarse para comprobar que no se trata de un guión dantesco, infernal, que solamente existe en la dimensión de la literatura o las pesadillas. Pero esta novela de $40 millones se despachó en horas, a la velocidad de la luz, el best-seller más instantáneo, meditado, sustentado previa lectura -hemos de suponer- de cientos o miles de piezas procesales relevantes a la decisión. Curiosa estrategia del tremendo juez, que se desentiende olímpicamente incluso de las formas y tiempos elementales para dar al proceso la cosmética que, al menos en las apariencias, lo vuelva digerible frente al escrutinio internacional. Y la exorbitante multa: el transitorio sufrimiento moral de un ciudadano, con banda ceñida, vale 40 veces más que lo pagado por el Estado por la vida de un ser humano torturado y muerto. Han puesto en bandeja de plata lo necesario y suficiente para hacer de este atropello un célebre y exitoso caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ante la comunidad de naciones -el Alba excluida, naturalmente-, un caso que desfilará internacionalmente con más adhesión y aplauso que los astronautas que pisaron la Luna por primera vez. Porque estamos en la Luna…

Es el Ecuador de hoy día, que de banana republic se convirtió en la no república -título de otro best-seller-, en el país de las no cortes, de los no derechos, una caricatura de república donde estas cosas pasan ante la indolencia colectiva. Atrás quedaron los tiempos en que Patagonio se tomó la Corte y se topó con los forajidos, algunos de los cuales se allanaron, cómplices, horas después del fallo, al triunvirato para la reforma judicial ansiado por el Gobierno. ¿Veremos en apelación también una tremenda corte?

Mi solidaridad con todos quienes hacen El Universo y sus familias en estos momentos de angustia y persecución. Su semilla de verdad y coraje dará frutos, con la ayuda de Dios.