Un feliz aniversario

Por Marlon Puertas

Estamos en apuros. Ya les digo que suave no más, pero no me hacen caso. Aunque sea época de vacaciones y muchas de las cabezas del poder andan veraneando, no se crean, la maquinaria a esta hora funciona a toda velocidad y sin descanso. Nos tienen de un lado para otro. Revisando carpetas. Haciendo llamadas. Evaluando la posibilidad de comprar más polígrafos, de manera que no se filtre ningún traidor a la revolución. Hay bastante que hacer.

El asunto es que vino la orden que, hasta antes del 30 de septiembre, la justicia revolucionaria debe tener ya sus primeras cabezas, digo, sus primeras muestras de eficiencia, transparencia, equilibrio, ecuanimidad y todas aquellas virtudes que, por ser tantas, todavía no me las aprendo, ofrecidas en las tarimas alegres que consiguieron nuestro apretado triunfo en la consulta popular. Falta poco para el primer aniversario, y ese día debemos presentar, cual si se tratase de una ceremonia de la Santa Inquisición, a los herejes cumpliendo su pena, pagando con el escarnio público su atrevimiento, mordiéndose la lengua por haberse atrevido a opinar sobre los dolorosos, dolorosísimos, acontecimientos en el cuartel de policía de Quito, que hasta arrancaron algunas lágrimas de valentía y algunos botones también del valiente de nuestro jefe.

Por eso ya se irán enterando de los nombres de los culpables. Esta semana, por ejemplo, ya se condenó a cuatro de Chimborazo que, aunque protestaban por conseguir conquistas para su universidad, salados, salieron a las calles el 30-S, se dirigieron a la Gobernación, rompieron una lámpara, pintaron un grafiti y ya. Un añito de prisión.

Por eso se debe despachar rapidito la apelación del caso del coronel Carrión, el malvado que hasta quiso dar cianuro a nuestro jefe, de puro mala gente. Este pensaba que se iba a salvar, pero nuestra planeación estratégica no fallará. Junto a él, el patuchito -perdón el calificativo, pero la verdad es que me ha pegado- Araujo que cometió el gravísimo atentado de ponerse un chaleco antibalas que no era de su talla. Semejante espectáculo no merece quedar impune. Hasta al Javier Ponce se le puede perdonar que use un traje de piloto apretadito, pero por lo menos él hace versos y le gustan los Cheetah. Y este Fidel, inconsecuente con su nombre, ¿qué hace?

Al final, pero no por eso menos importante, sino al revés, ya vendrá la sentencia final contra todo el universo. Si bien suena como una tarea titánica, no se olviden que contamos en nuestro equipo con los dioses y diosas del Olimpo, como nuestra bella Marcela. Los dioses del Cielo y de la Tierra. Los dioses de la justicia. Y, muy pronto, los dioses del universo.

De tal modo que, en nuestro calendario, este 30 de septiembre de 2011 está marcado como un día de fiesta. Habrá bastantes razones para aquello. Nuestro pueblo comenzará por fin a librarse de las cadenas impuestas por la prensa corrupta, tendremos ya para exhibir a los condenados por su insolencia y los revolucionarios tomarán aquello como ejemplo para seguir la caza. Ah, los culpables de los muertos el 30-S pueden esperar.