Soñé que era corrupto

Por Marlon Puertas

Tuve un sueño y se los voy a contar, con el riesgo de que me digan que soy un copión y que salgo con esto justo ahora, en que un médico recién graduado también soñó horrores y tuvo la osadía de contarle los detalles al mismísimo jefe. No importa.

En mi sueño, todos éramos unos corruptos. Al mejor estilo de la narrativa de Orwell con su Rebelión en la Granja, lo que comenzó como una revolución legítima, basada en las justas aspiraciones de un grupo de oprimidos que se cansaron de ser los últimos de la clase, terminó convirtiéndose en algo peor, un engendro difícil de entender, un sistema político que apareció con su cabeza en el lugar donde van los pies, y en el que los zapatos que sirven para recorrer el camino, resultaron ubicados en el espacio de las mentes brillantes, ocupadas en menesteres distintos por los que fueron convocadas.

Es decir, el despelote total. En dicho reino, el de mis sueños, ya los postulados y las canciones que ardían por su patriotismo, se fueron olvidando. Algunos seguían tarareando coros añejos, más como símbolo de nostalgia por lo que fue y ya no es, que por la vigencia de himnos que sonaban a justicia.

La pesadilla empezó cuando observé que antiguos camaradas, gustosos en los tiempos aquellos de vestir de rojo y verde, ahora lucían orondos camisas finas y blancas, colores suaves y alegres, contrastando con la fuerza que tanto se empeñaron en demostrar cuando comenzaron esta aventura. Al mismo tiempo, otros gustos les fueron cambiando. Comían distinto, se entretenían distinto, viajaban a países distintos, que antes tanto renegaron, pero a los que ahora solícitos acuden a pedir visas que les permitan decirle sus verdades en la cara, y en su casa, al ratón inmundo de Mickey.

Vi mucho desenfreno. Desenfreno por acumular cosas materiales. Muchos corrían de puesto en puesto, otros se acomodaban en lo que podían, pero todos terminaban en un punto de encuentro que los terminaba transformando en simples xerox copias, unos de otros, convirtiéndose en clones insípidos pero bien comidos, uniformados hasta en sus conciencias, dispuestos a seguir así hasta el último minuto que les quede de gloria.

Yo en medio. Me habían dado la difícil tarea de convencer al resto que los corruptos eran los otros, aquellos que trataban de impedir con sus chismes hechos noticias, que esa riqueza bien ganada por los revolucionarios siga creciendo. Aquellos que pretendían, dizque con su trabajo honesto, denunciar lo que no tiene mancha alguna, sin entender que los procesos históricos no se detienen en minucias, que siempre alguien gana y otro pierde y esa es, simplemente, la ley de la vida.

Con todo, no me lo creí. Me sentí sucio, utilizado y útil para una tarea en la que me sentía terriblemente incómodo. Pero lo hice. Y al final, al ver una retahíla de apaleados en el camino, hasta me vinieron unas ganas incontenibles de reír. Y me reí, y nos reímos. Celebramos. Estabámos jactándonos entre nosotros lo geniales que somos, cuando en ese momento, me desperté. Maldita sea, fue divertido. Aunque ahora estoy aliviado de saber que todo fue un sueño.

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1 Comment

  1. Soñè en un Pais donde primaba el respeto, la Justicia, y la Libertad de Expresiòn. Una Patria con un Presidente sobrio, que una a los ecuatorianos, que con su discurso conciliador nos llame a la concertaciòn y al dialogo. Un lider verdadero ser humano, sin complejos, odios y venganzas. Soñè con un gobierno sin sabatinas, que trabaje sin sacarnos en cara, con tanta propaganda narcisista, las obras que son su obligaciòn hacer.
    Soñe que habiamos superado el populismo, y no solo aquí, sino en toda nuestra Amèrica Latina. Un País alejado de influencias polìticas trasnochadas y fanáticas, que nos vienen de otros lìderes populistas dictadores y payasescos.
    Al despertar, la triste realidad, la vida es un sueño, y los sueños sueños son.
     

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