Bendito ánimo de lucro

Por Bernardo Tobar Carrión

En un ambiente de competencia, más empresas concurren con el mismo producto o servicio y los precios suelen bajar mientras la calidad sube. Tal es la premisa en que se basan las leyes antimonopolio cuando tienen el interés del consumidor por delante.

En economías como la ecuatoriana, la mayor restricción a la competencia y, por lo tanto, al interés del consumidor se llama Estado. Sus productos son pésimos, como lo son casi invariablemente los productos de las empresas estatales en cualquier país por razones obvias, la primera de las cuales es la influencia política a la que están sometidas. El poder político se nutre de votos en el corto plazo, objetivo que no suele coincidir con las frías métricas y procesos a mediano y largo plazo de las empresas privadas. El uno es un mundo donde priman las afinidades políticas, la propaganda, lo popular; en el otro, solo los resultados, pues los accionistas buscan lucro.

El ánimo de lucro es casi una mala palabra en la cultura andina, especialmente en los países con más influencia indígena, pero, paradójicamente, es el ingrediente esencial que hay siempre detrás de un producto o servicio excelente y a precio accesible. Porque se buscan utilidades, se contrata a los mejores, es decir, a quienes son capaces de hacer más con menos; porque el consumidor tiene otras opciones, se mejoran constantemente los productos, se optimizan procesos, se crea nueva tecnología. El teléfono celular es un fácil ejemplo: cada vez más pequeño, menos costoso, más funcional. Y es todo esto porque los fabricantes de partes y piezas, los diseñadores, los desarrolladores de tecnología, todos los que aportan algo de valor para que ese minúsculo aparato ofrezca el mundo en una pantalla están intentando hacer dinero, no filantropía. Lo mismo vale para cualquier otro producto o servicio exitoso.

La responsabilidad social, la lógica de la sustentabilidad, son parte de la misma ecuación de lucro, solo que proyectado al largo plazo. Las empresas que tienen un modelo de crecimiento sustentable son las que más atraen inversionistas por una razón sencilla: el aumento, en el otro lado de la cuerda, de los consumidores responsables, conscientes del componente ético de lo que compran. Y como el consumidor de productos o servicios “éticos” está en aumento y, además, está dispuesto a pagar un poco más por un producto que, aunque le dé la misma utilidad, no corre el riesgo de cargar en su conciencia el peso de un río contaminado, de trabajo infantil, de prácticas inconsistentes con los derechos humanos, resulta que la mejor manera de mantenerse a largo plazo en un negocio creciente es adoptando un modelo socialmente responsable de actividad empresarial. En el mediano y largo plazo, ser moralmente bueno en el mercado es para algunos un ejercicio de consecuencia personal, pero, para todos, es un buen negocio.

Por esta misma lógica es que la mayor amenaza para el consumidor es el Estado, especialmente cuando juega a empresario, pues además de que no se sujeta a las reglas de libre competencia, no lo anima el lucro, sino la política.

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9 Comments

  1. Este no es un estado capitalista, sino mercantilista; el poder ajusta las tuercas a unos sectores y empresarios, mientras de lado, se favorece a otros. Lo peor es que la intervención del estado en la economía, y por ende en el mercado, se la hace con criterio político e ideológico.
    Es que nada bueno vamos a sacar alineados al ALBA, grupo cuyo liderato lo tiene el poulista Chávez; quien fija las directrices para los paises alineados a este bloque, en lo político – ideológico, y económico.

  2. Este no es un estado capitalista, sino mercantilista; el poder ajusta las tuercas a unos sectores y empresarios, mientras de lado, se favorece a otros. Lo peor es que la intervención del estado en la economía, y por ende en el mercado, se la hace con criterio político e ideológico.
    Es que nada bueno vamos a sacar alineados al ALBA, grupo cuyo liderato lo tiene el poulista Chávez; quien fija las directrices para los paises alineados a este bloque, en lo político – ideológico, y económico.

  3. Este no es un estado capitalista, sino mercantilista; el poder ajusta las tuercas a unos sectores y empresarios, mientras de lado, se favorece a otros. Lo peor es que la intervención del estado en la economía, y por ende en el mercado, se la hace con criterio político e ideológico.
    Es que nada bueno vamos a sacar alineados al ALBA, grupo cuyo liderato lo tiene el poulista Chávez; quien fija las directrices para los paises alineados a este bloque, en lo político – ideológico, y económico.

  4. Este no es un estado capitalista, sino mercantilista; el poder ajusta las tuercas a unos sectores y empresarios, mientras de lado, se favorece a otros. Lo peor es que la intervención del estado en la economía, y por ende en el mercado, se la hace con criterio político e ideológico.
    Es que nada bueno vamos a sacar alineados al ALBA, grupo cuyo liderato lo tiene el poulista Chávez; quien fija las directrices para los paises alineados a este bloque, en lo político – ideológico, y económico.

  5. Este no es un estado capitalista, sino mercantilista; el poder ajusta las tuercas a unos sectores y empresarios, mientras de lado, se favorece a otros. Lo peor es que la intervención del estado en la economía, y por ende en el mercado, se la hace con criterio político e ideológico.
    Es que nada bueno vamos a sacar alineados al ALBA, grupo cuyo liderato lo tiene el poulista Chávez; quien fija las directrices para los paises alineados a este bloque, en lo político – ideológico, y económico.

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