Mañana, cuando el PP gobierne

Martín Santiváñez Vivanco

«No se me ocurre ningún aspecto negativo, ni uno solo, sobre la inmigración latinoamericana en España» me dijo María Dolores de Cospedal, la primera mujer elegida como secretaria general del Partido Popular y una de las personas más poderosas de la política española contemporánea. Los populares se preparan para una victoria holgada en las elecciones municipales y autonómicas de este domingo 22 de mayo, pese a las manifestaciones de cientos de jóvenes descontentos que confunden la democrática Puerta del Sol madrileña con la plaza Tahrir, tumba de una feroz dictadura corrupta.

España es muchas cosas, pero no una satrapía oriental. La democracia que los españoles conquistaron hace algunas décadas ha costado sangre, sudor y lágrimas, y cualquier intento de extenderla ampliando el demos debe ser bienvenido. Otro tema, por supuesto, es la oportunidad de las protestas, los móviles ocultos o la instrumentalización que de ella puedan hacer algunos partidos políticos. La historia nos enseña que más de una revolución terminó prostituida por su adhesión a la utopía o a un radicalismo calculado. Sin embargo, suceda lo que suceda, las elecciones transformarán el mapa político español y el Partido Popular saldrá fortalecido. Y con él, Mariano Rajoy y su equipo, dueños ya de un liderazgo que muchos pusieron en duda y que hoy pocos se atreven a cuestionar.

Para los líderes populares, Latinoamérica es, según afirma Cospedal, «un continente hermano, una promesa incumplida, porque cuando está por surgir del todo, pasa algo que detiene su crecimiento». Razón no le falta. Los peruanos, enfrentados al dilema de optar entre Escila y Caribdis, sabemos de lo que habla. Pese a la fugacidad del sueño latinoamericano, el Partido Popular se desmarca por completo de la actitud del gobierno de Rodríguez Zapatero, uno de los responsables directos de la crisis que asola a la península. Y el divorcio de ideas también se extiende al plano de la política internacional. Para los populares, el gobierno de Zapatero se caracteriza por una ausencia de visión a largo plazo y por la debacle del soft power español, lo que ha provocado que su país deje de ser considerado el puente de enlace natural entre Europa y Latinoamérica. Lo cierto es que ZP no sólo ha ideologizado su acción política interna, provocando una tensión innecesaria. También ha pagado tributo al más rancio izquierdismo latinoamericano, apoyando de manera errática pero evidente el despotismo tropical de La Habana y contemporizando con Caracas a fin de mantener unas buenas relaciones comerciales. Sí, Rodríguez Zapatero, y su inefable ex canciller Moratinos, han sido, por momentos, los mejores aliados del socialismo del siglo XXI, ese comunismo maquillado y pintoresco que tanta miseria distribuye en el continente.

Por eso, este domingo y las próximas elecciones generales de 2012 son fechas que pueden transformar la relación geopolítica de España y Latinoamérica. Todo indica que el Partido Popular regresará al Palacio de la Moncloa, contra viento y marea, desbancando al ineficiente gobierno socialista cuyo esperpéntico talante despertó en el país las viejas heridas de la confrontación. Para Latinoamérica, lo que suceda en España es fundamental, casi de vida o muerte, debido a la importancia estratégica de las empresas españolas en la región y, sobre todo, por los lazos espirituales que nos unen con España, unos vínculos que a raíz de los bicentenarios de la independencia han de pensarse desde una nueva perspectiva política. Es menester asumir que para bien y para mal estamos unidos al destino español.

Casi cinco millones de desempleados y una economía debilitada hasta la anemia son el resultado de una crisis global agravada por el voluntarismo sectario del gobierno del PSOE. Si España no ha colapsado del todo es debido a la fortaleza del pueblo español y porque, como bien señala el economista y premio Príncipe de Asturias Juan Velarde, casi la mitad del ahorro ibérico prospera en tierra latina. Sin las inversiones españolas en Latinoamérica otro gallo cantaría. Y los populares lo saben. Son plenamente conscientes de la importancia de nuestra región para su país. Por eso, María Dolores de Cospedal es enfática cuando afirma que lo primero que hará un gobierno del PP será «reorientar y fortalecer una relación privilegiada con Latinoamérica». La democracia latina, la que día a día combate el radicalismo y la utopía, necesita como aliado estratégico una España liberal, abierta y pujante en el plano económico. Sólo así construiremos ese gran espacio iberoamericano que nuestra historia común nos ordena forjar.

* Este texto de Martín Santiváñez fue publicado en el diario El Mundo, de España, en mayo de 2011. Lo hemos reproducido creyendo que su vigencia se mantiene intacta.

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4 Comments

  1. El PP en su primer gobierno, el de Aznar  creó la ley del suelo, es decir el PP empezó a inflar la burbuja inmobiliaria que posteriormente desencadenaría en la crisis.

  2. Vayan a ver cuantos casos de corrupcion se destaparon en comunidades gobernadas por el PP,    altos cargos del PP, gente de derecha que utilizaban sus influencias politicas para delinquir,y ese periodico el mundo es igual que el universo en Ecuador,con informacion sosegada y parcializada a favor de la derecha,..los del PP metieron en la guerra de Irak a España y por eso provocaron los atentados terroristas en Madrid en represalias por haber participado en esa guerra absurda.

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