¿El último accionista?

Por Eduardo Carmigniani

Suponga usted ser el gerente de una compañía local que tiene accionistas extranjeros. Según la resolución dictada por el SRI el pasado 31 de octubre, estará entonces obligado, hasta diciembre, a proporcionar a la autoridad tributaria información que acredite quiénes están detrás de cada una de las compañías extranjeras que a su vez son accionistas de la compañía local (Art. 1, 2º: «Cuando los accionistas, partícipes o socios… …sean personas jurídicas, deberá a su vez indicarse el domicilio o residencia y la identidad de los accionistas, partícipes o socios de estas; y, si tales accionistas, partícipes o socios son, a su vez, personas jurídicas, se deberá hacer lo propio, sucesivamente, hasta llegar a los datos de los que fueren personas naturales»).

Como se trata de información que no tiene por qué tenerla el representante de la compañía local, deberá pedírsela a cada compañía extranjera. Y éstas, a su vez, pedirla hacia arriba, hasta llegar a una o más personas naturales, pues la idea del SRI es conocer quién de carne y hueso, al final del día, tiene acciones o intereses en la empresa ecuatoriana. Eso probablemente servirá, si esas personas naturales son contribuyentes en el Ecuador, para saber si hicieron o no verazmente la respectiva declaración patrimonial; o para saber si los bienes con que se cuentan están justificados con el impuesto a la renta que han venido pagando.

El gerente local, sin embargo, estará expuesto a problemas. Por ejemplo, que un accionista extranjero aduzca no poder, según la ley de su país, revelar el nombre de sus accionistas, caso en que no se podrá cumplir la exigencia del SRI. Este no ha aclarado, empero, en su resolución, las consecuencias del «incumplimiento» de la empresa local. Puede ser que se trate de solo una multa, pero no sería de extrañar que para poner más presión al tema se llegue a suspender o cancelarle el RUC, en cuyo caso quedaría impedida de operar. Puede ser que a algunos atraiga la idea, si se parte del prejuicio de que las compañías locales tienen único dueño, escondido en el exterior. Pero eso sería soslayar que en el paisito también operan sociedades con capital más o menos abierto, e incluso con accionistas minoritarios hostiles, que bien pudieran, para fastidiar a la mayoría, negarse a entregar información y presionar, en esa forma, para que se les compre con sobreprecio sus acciones.

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