Tsunami espiritual

Por José Hernández

¿Un desagravio? ¿Un reencuentro? ¿Un pare simbólico a un poder desbocado? Era evidente que el lanzamiento, en Quito, del libro «Nux Vómica» de Diego Cornejo no iba a ser una reunión ordinaria.

Si los símbolos cuentan, y en lo público no hay cómo evitar que signifiquen, la presentación de ese libro estaba destinada a revelar señales del ritmo político de la capital. Sobre todo del medio progresista que, en general, miró con buenos ojos la llegada al poder de Rafael Correa y la participación de intelectuales en su Gobierno. Una pléyade de nombres y firmas, del medio académico y artístico, en particular, que el presidente se preciaría de tener de su lado.

Pero Quito ya no está en el 2006. Y en el momento en que Cornejo desempolvaba algunos de sus textos periodísticos, una labor a la cual puso fin en el 2007, el Gobierno sumó señales que removieron muchas conciencias.

El mismo Cornejo fue víctima, con César Ricaurte y los otros periodistas que fueron a Washington, del aparato propagandístico gubernamental. Pretender que él, amigo íntimo del padre de los niños Restrepo, fuera aliado de un supuesto torturador dio cuenta de una crasa ignorancia. Y de un deseo mefistoliano que ahora osa revelar sus fines. Había, entonces, una urgencia de desagravio en el ambiente.

Y, claro, no solo está Washington. Está el juicio a Mónica Chuji. La impresión de que en la demanda de Vinicio Alvarado y su supuesto perdón confluyen, entre otros, la desmesura del poder y un paternalismo repugnante, agotó algunas paciencias.

Ese medio progresista no entiende que en nombre de valores e ideales que son suyos, que han conjugado desde Montalvo, el poder se crea autorizado a acosar, demandar, perseguir y encarcelar.

Había, entonces, urgencia de un reencuentro. Se sentía en la reunión. En el lenguaje. En las referencias divertidas y cómplices a chuky seven. O al juez Paredes. En los recuerdos de luchas compartidas con algunos de los actuales jerarcas del país. O en los chistes hechos sobre los revolucionarios aparecidos con la última lluvia que manejan el aparato perverso de propaganda del Gobierno. Y también, claro, en la alusión dolorosa a la traición de aquellos que un día llegaron al poder enancados en el movimiento Pachakutik, que ahora persiguen en los tribunales. Se sentía en los saludos y abrazos a las bestias salvajes, celebrados por su terca capacidad de sobrevivencia.

Cornejo, con su hoja de vida democrática, y su libro, con sus atributos, no explican todo lo que pasó el miércoles pasado en una sala quiteña. Ahí estuvo la gente que ya oyó al poder decir que hará lo que le da la regalada gana. Que ya salió a la calle a defender el estado de derecho y a exigir que nadie meta mano a la justicia. Gente que separa la paja del trigo y sabe que no es posible hablar de derecho e inclusión mientras se tiene presos a cerca de 200 dirigentes sociales e indígenas. Gente que desde hace décadas dejó de creer que la democracia es pan y rutas hoy y libertades para las calendas griegas.

Es evidente que hay hastío en el ambiente. Una rebeldía firme y tranquila, como la definió Iván Carvajal, ese inmenso poeta. Había que estar ahí, dijo con alborozo Eduardo Kingman, un viejo y respetado periodista.

Hastío de gente decente. Hastío de un medio que no necesita ni admitirá lecciones atrabiliarias del poder. Hastío de gente que no renunciará a lo que cree ni plegará bajo ningún esquema autoritario. Un hastío que no es partidista. Ni se acomoda en el rol misérrimo y de conjuras que otorga el presidente a la oposición.

La resistencia de la cual habló Francisco Febres Cordero, con un talento que se envidia, no es la que debe asumir la oposición con más o menos pergaminos éticos. Es de otro calibre: está en las conciencias de esos intelectuales, académicos, artistas y periodistas. Son ellos. Son sus valores. Son sus convicciones. Son sus obras y libros. Son sus hojas de vida. Son sus sueños e ideales. Son sus luchas por el país, bien anterior al aterrizaje forzoso y reciente de muchos de los jerarcas del Gobierno en la esfera pública.

Hubo, entonces, el miércoles en Quito, un pare compartido a prácticas y mecanismos de un poder que cree no tener límites. Y si esas señales significan y dan cuenta de corrientes subterráneas, se puede hablar de un cambio radical en un medio que, en su momento, dio el sustento más conceptual, más espiritual y más político al proyecto de Rafael Correa. Algo cambió y si los sondeos no lo ven, es normal: no miden los tsunamis espirituales.

Más de 500 personas en el lanzamiento de un libro es un récord en Quito. El Salón Neuchatel, del Swissotel, resultó pequeño el miércoles 30. Antes de la hora anunciada, sus 400 sillas ya estaban ocupadas. Diego Cornejo no se daba abasto para estrechar manos, prodigar abrazos y prometer dedicatorias. Y en un rincón de la sala, la editorial ya había empezado sus ventas.

El ambiente pintaba festivo. Caras conocidas, reencuentros celebrados, gente con gusto de compartir el amor por los libros y ahora, esta vez y en ese sitio, un estado de ánimo.
Sólo faltaba Javier Ponce. Lo decían sus viejos compañeros de diario Hoy que, como si se hubieran citado, estaban todos: Jaime Mantilla, Benjamín Ortiz, Simón Espinosa, Felipe Burbano, Diego Araujo, Gonzalo Ortiz, el ‘Pájaro’ Febres Cordero…

También lo extrañaron Iván Cruz, su gran amigo desde hace 56 años, y el poeta Iván Carvajal. Junto a ellos, el quién es quién del periodismo, la academia y el arte: los pintores Marcelo Aguirre, Miguel Varea, Dayuma Guayasamín, María Elena Machuca… El actor Christoph Bauman; el documentalista Santiago Carcelén; el sociólogo Simón Pachano; el catedrático Pepe Laso; los exmilitares José Gallardo y Alberto Molina; y los periodistas que comparten con Cornejo el penoso privilegio de ser actores en cadenas de televisión y sabatinas: Mónica Almeida, César Ricaurte, Juan Carlos Calderón, Christian Zurita y su abogado Mauricio Alarcón.

Los que esperaron que este fuera un acto político de oposición quedaron defraudados. Muy pocos políticos profesionales asistieron. La mayoría eran de izquierda. Alberto Acosta llegó tarde y se lo vio sonriente. Los hermanos Gustavo y Marcelo Larrea no se separaron. Raúl Baca Carbo, ya alejado de la política partidista, estuvo desde temprano. Diego Ordóñez, ex Democracia Popular, no paraba de teorizar sobre la coyuntura.

La ceremonia duró poco menos de una hora. La calidez de los discursos la hizo parecer más corta. El editor Xavier Michelena fue el más formal a la hora de presentar «Nux Vómica», libro que pertenece a la colección «El oficio de contar». Un «periodismo honesto y de calidad hecho en Ecuador».

Cornejo habló con una emotividad que no lo abandonó hasta el final del acto, cuando decenas de personas formaron cola para pedirle dedicatorias, que él firmó de pie junto a una mesa.

Francisco Febres Cordero empezó con una muestra de humor chuckyseventino y sintetizó el espíritu de la noche. Perfiló al autor, lo enmarcó en el contexto actual, habló de los «tiempos oscuros» que vive el país y, sabiendo a quiénes se dirigía, evitó toda pose militante. Se limitó a expresar convicciones que, a juzgar por los aplausos, representaban el sentimiento de la sala: hastío ante la prepotencia, persistencia en la rebeldía y una fidelidad a los sueños y valores libertarios que «aun en las mazmorras» sobrevivirá.

* El texto de José Hernández ha sido publicado originalmente en diario Expreso.

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5 Comments

  1. Los mismos intelcualoides de siempre…..y el pájaro febres cordero…en involución…los mismo de siempre…..para hacer reír a los mismo de siempre…..el presente ya los dejó atrás señores….y para el futuro el camino es diferente….

    • Coincido contigo, para el futuro el camino es diferente, esta vez es el camino no lo ha preparado correa, sino chavez, sin temor a equivocarme puedo decir que hemos seguido las instrucciones del gorila al pie de la letra, NO SOMOS SOBERANOS, somos unos ESBIRROS de un sujeto ignorante quien a su vez sigue los designios de un par de TIRANOS y ASESINOS que han mantenido a su pueblo en la MISERIA durante CINCO DECADAS.

      Su manera de actuar es vomitiva y previsible, se apropian de todos los poderes del estado constituyendose en una DICTADURA a la que llegaron no por las armas sino mintiendo a un pueblo confiado, se aferran al poder, LIQUIDAN a la Prensa que no se postra ante la gloriosidad de Su Majestad y por sobre todo ABUSAN del temporal PODER que tienen, sin dejar de mencionar que sus actos de corrupcion son ya records en los anales de la historia contemporeanea del Ecuador.

      Otrora Montalvo tambien fue perseguido, hoy, correa hace lo mismo con CIUDADANOS ECUATORIANOS, no esta metiendo a la carcel a extranjeros, esta arremetiendo con toda la fuerza del estado en contra de ECUATORIANOS, muchos de los cuales votaron por el, por el simple hecho de opinar diferente mientras los verdaderos criminales se RIEN de nosotros en las calles, la historia se repite, solo ha cambiado el nombre del SATRAPA.

       

      • Estimados Compañeros. cito 4 opiniones
        1.-Francisco Febres Cordero comento de los “tiempos oscuros” que vive el país me pregunto tiempos obscuros para las familias dueñas de prensa si esta obscura.
        2.-Cornejo fue víctima, con César Ricaurte y los otros periodistas que fueron a Washington, no se acuerdan que ni medio termino esta reunión estos personajes descreditaron a los representantes de los ecuatorianos en todos los canales diciendo que era una verguenza sus resopuestas, ahora lloran y patalean cuando se les responden.
        3.- Que mas libertad de expresión quieres cuando este colombianito escupe desde sus mas profundos y carcomida masa gris( creo tiene otro color este tipo) amargura y mentira lo que a el si le da la gana.
        4.- Solo estos personajes piensan que con sus palabritas y discursos perversos y disfrasadoas bonitamente quieres cambiar el verdadero pensamiento de los ecuatorianos.

        SALUDOS A TODOS Y QUE ESTOS PERSONAJES QUE ENTRE ELLOS SE LANZAN FLORES SEPAN QUE EL PUEBLO NO LES CREE.

        • Te olvidas que expresar tu opinion te puede llegar a costar CUARENTA MILLONES de DOLARES y TRES ANIOS de CARCEL.

          Aquello de que «el pueblo no les cree» dicelo a los de El Telegrafo: la gente NO LO QUIERE NI REGALADO :))

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