Misión Imposible: Protocolo Silencio

Por María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

Un Estado infiltrándose como la humedad en las paredes, soplones oficializados, ciudadanía adoctrinada con el dinero de su propio bolsillo, debilitado por más impuestos, inflación, y  costo de la corrupción.

No me cabe duda de que este año se destacará por un aumento de ecuatorianos acusados de “terrorismo y subversión”, gracias al énfasis que dará la Secretaría de Información a las “actividades de inteligencia”. Como en tiempos de Torquemada y Hitler, todo ciudadano tendrá la categoría de informante.  La cacería de brujas afianzará la percepción de que hay enemigos internos que destruir so pena de volver a los tiempos del neoliberalismo y la partidocracia, que, curiosamente, también nos legaron impuestos, inflación y alto costo de la corrupción.

Lo más alarmante es que, simultáneamente, los ciudadanos perdemos el derecho a la información.  Bloqueos expresos de brindar cualquier dato que apoye una investigación sobre el aparato gubernamental ya se iniciaron a fines del 2011, y con ello, nos niegan un derecho y nos conminan a correr el riesgo de la responsabilidad ulterior con el cual acosa este gobierno hasta las últimas consecuencias a toda persona que se exprese sin prueba en mano, por más coloquial que sea el calificativo considerado injurioso.

¿Ha escogido el pueblo ecuatoriano esta opción de ser permanentemente vigilado, consistentemente callado, frontalmente perseguido?   Yo creo que no, que esa no es nuestra naturaleza revolucionaria, que ese no es el legado de Eloy Alfaro, quien defenestró la tiranía, adoptó la libertad de expresión y trabajó por la unidad nacional, y sin embargo, es la figura del Viejo Luchador que pretenden sacrílegamente relacionar a este régimen que día a día nos separa y silencia más.

Estoy segura de que si esa voluntad política y presupuesto dirigidos a la labor de inteligencia que favorece al partido de gobierno fuesen encaminados al servicio de la verdadera seguridad ciudadana, aquella que el pueblo clama como su principal azote y preocupación, la delincuencia y el sicariato, y se acabara con la vergonzosa impunidad de los verdaderos criminales, entonces estaríamos hablando de una auténtica revolución de manos limpias y del buen vivir.  Sin dudas.

No deja de sorprenderme la similitud tan evidente con el hitlerismo.

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