La justicia verde

Por Marlon Puertas
Quito, Ecuador

Patricio Pazmiño, el máximo representante del máximo organismo constitucional de nuestro país, salió bravísimo a restregar en la cara de todos quienes dudaron de su inmaculada inocencia el dictamen del fiscal Galo Chiriboga, que declara que nada hay contra él, que no existe ningún indicio de culpa, que no hay el mínimo rastro de responsabilidad, respecto al millón de dólares que pagó Cervecería al hermano del secretario de la Corte que preside Pazmiño con tanta entereza, con tanta furia.

Pazmiño dijo que su Corte no es la Corte Cervecera, que su Corte es la Corte Constitucional.

Chiriboga dice que algo pasó, que parece que hay un delito, pero que Pazmiño nada tiene que ver, aunque su propio subrogante, nombrado por él, haya dicho hace poco lo contrario. Pazmiño y Alexis Mera cenaron hace semanas y tomaron vino, comieron pato, charlaron un rato. Solo es coincidencia.

Qué coincidencia. Esto de la Corte Constitucional ocurre la misma semana en la que son condenados a pagar $2 millones dos periodistas que publicaron un libro que, sin duda, contiene la mejor investigación que se ha hecho en el país en la última década. Merecen premios, pero la justicia los condena. Merecen ser condecorados con todos esos adornos adefesiosos que muchas veces son colgados en políticos corruptos, pero aquí su excelencia les cuesta caro. Merecen el reconocimiento general y lo que reciben es el escarnio.

Miren ustedes. Fabricio Correa, uno de los dos protagonistas del libro de Calderón y Zurita, juega pelota, se le nota contentísimo, ahora es político. Tiene su propio movimiento, anda por ahí recogiendo firmas y no es juzgado, porque a nadie le ha dado la gana juzgarlo. Muy pronto pedirá votos, porque él es chévere, habla como si fuera nuestro pana. Muchos votarán por él.

La nueva Corte Nacional de Justicia es la esperanza, dirán. Sí, la nueva Corte que tiene como presidenta de la Sala Penal a una exasesora de asambleístas del partido de Gobierno, el partido verde. No hay disimulo, no es necesario. La nueva Corte que tiene presidente al mismo de la vieja Corte. A un juez que dictó sentencia a favor del presidente, a un juez que con su fallo contribuyó a completar el pago de un departamento en Bélgica. Solo es otra coincidencia.

Que no seamos suspicaces, nos pide la señora presidenta de la Sala Penal. Que vayamos a revisar los resultados de los exámenes de los jueces si es que tenemos dudas, nos ordena Rafael. La justicia, así esté pintada de verde, es independiente, nos quieren convencer a las buenas o a las malas. Así todos los fallos sean favorables solo para ellos, no crean que la balanza de la mujer vendada se está inclinando para su lado; lo que ocurre es que la verdad les pertenece. Y eso, para ellos, es justicia.

Ya vendrá el fallo de El Universo, ya vendrán muchos fallos más. Una vez que ya no haya poderosos a quienes derrotar, apuntarán hacia abajo, a cualquier lado, con tal de seguir demostrando su poder. Ciudadanos que los enfrenten, prepárense a perder. O prepárense a luchar. Ya es hora, compañeros.

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5 Comments

  1. el juicio del universo no a a ser tratado por la presidenta de la sala penal. es irrelevante que ella haya sido asesora de una asambleísta, porque no va a concer el caso.

    ya estamos como fabricio, que le culpa a la corte nacional de  la sentencia emitida por la jueza Portilla de primera instancia…

  2. La única verdad aceptable es que a «ellos y ellas»; los revolucionarios, solamente les puede juzgar la historia; y nadie más, y tan solo será el mismo Dios quien los absuelva en segunda instancia.
    No importa lo que hagan, si negocian, roban, aceptan chantajes, venden fallos y se venden por cervezas; no importa si violan, cambian busetas por ambulancias, negocian clínicas privadas y renegocian contratos petroleros; no importa si se comen cheques, atropellan a transeúntes, matan, ordenan ataques aleves a hospitales, matan, silencian voces y persiguen el pensamiento; no importa si trafican droga o si se hacen millonarios súbitamente con triquiñuelas y canalladas nunca vistas.
    Lo único que merece cárcel es pensar diferente o ponerlos en evidencia. No hay peor delito que ese.

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