Ser socialista del siglo XXI

Alberto Molina

Por Alberto Molina
Quito, Ecuador

El escritor inglés Oscar Wilde escribió un ensayo llamado “La importancia de ser socialista” con la intención de defender el socialismo como sistema. Wilde comienza defendiendo el socialismo como forma de organización y gobierno porque, según él, permitiría acabar con las desigualdades. Para el autor, es obvio que las diferencias de clase afectan al modo de vida de los hombres, por lo que considera más que justificada la oposición al sistema y proclama “la desobediencia”.

Dice, que a través de la desobediencia como se han hecho los progresos; a través de la desobediencia y a través de la rebelión en contra de los gobiernos totalitarios se ha llegado a conseguir una sociedad más justa y equitativa. Dado que la miseria y la pobreza degradan la condición humana, provocan una suerte de sumisión de la cual el hombre no es consciente. Fomentar políticas en las que prime lo social y el bienestar humano por encima de la formación y desarrollo de grandes emporios explotadores. Que las políticas sociales, educativas y de salud sean la prioridad del gobierno, y que ese sea el principal destino de los fondos públicos.

Teóricamente, esto suena maravilloso, pero la realidad es diferente en los países donde se dice que impera el socialismo, a diferencia de Suecia y Noruega por poner dos ejemplos; el socialismo de países como Cuba, Corea del Norte, amén de los países miembros de esa extraña organización llamada Alba, lo que más prima es la negación de las libertades, especialmente de opinión y de prensa. Lo que es más, no toleran la más pequeñas críticas y se fortalece la imagen del líder único a base del terror y la propaganda, al mejor estilo de los regímenes fascistas.

Me pareció interesante ver otra versión del socialismo. Me permito transcribir un fragmento del artículo “Ser socialista” del escritor Gabriel Boragina. “Ser socialista es creer que se puede pensar por el otro, es creer que un burócrata manejará y gastará mi dinero mejor que yo o que el que se lo ganó. Es creer que se puede decidir y actuar por el otro sin su permiso, sin su consentimiento. Es desconfiar del individuo, del prójimo, en definitiva, de su inteligencia. Lo que nos transforma en arrogantes, en pontífices del pensamiento único, o sea del nuestro. Desconfiar de la propiedad privada de los medios de producción o sea de la propiedad privada de mi vecino, de la riqueza.»

«Es la fatal arrogancia de la que hablaba Friedrich A. von Hayek: la arrogancia de pensar y convencernos de que todo el mundo y todos deberán ver las cosas de la manera en que nosotros las vemos y que deberán creer en nuestros valores de la manera en que nosotros creemos en ellos, cuando en definitiva lo que tratamos es de imponer nuestros valores sobre los demás. Esto es ser socialista”.

¿Por qué todo esto? Simplemente porque me llamó la atención que Hugo Chávez (Dios sabrá cuando se lo lleva) se proclama socialista pero gasta como un verdadero jeque árabe; entre las linduras de este “socialista”, para sus viajes -en avión que cuesta 70 millones de dólares-, se asigna 500 mil dólares para sus gastos. De estos abusos de Chávez, el diputado Carlos Berrizbeitia denunció que el presupuesto sólo para calzado de Chávez, es de 39 mil dólares y, para revistas, libros y periódicos, 232 mil dólares. Berrizbeitia “calcula que la comitiva presidencial que acompañó a Chávez a Cuba, son más de 200 personas, entre asesores, periodistas, ministros, familiares y casa militar, las cuales, junto con un ‘puente aéreo Caracas-La Habana’ de alrededor de cuatro vuelos diarios, han generado un gasto diario al Estado venezolano de 200.000 dólares”.

¡Viva el socialismo del Siglo XXI!

* Alberto Molina Flores es coronel, en retiro, de las Fuerzas Armadas del Ecuador

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