Los nuevos VIP

Por María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

No puedo conformarme con el final del episodio internacional del disidente chino Chen Guangcheng, abogado no vidente y autodidacta, quien huyó de su arresto domiciliario en el cual sufría maltratos junto con su familia, debido a su denuncia sobre abortos y esterilizaciones forzosas a 7.000 mujeres de su provincia. Ni aunque él y su familia hayan sido liberados para radicarse en los Estados Unidos, luego de un comprometedor momento diplomático entre los dos países.

Imposible dejar de pensar que para que la fuga de Guangcheng sea exitosa, fueron presos y desaparecidos muchos luchadores por los derechos humanos que arriesgaron todo para que uno de ellos, quizás el que parecía más indefenso, pudiese escapar de China.

Está claro por qué incomoda la libertad de información en un país que la veta hace más de 60 años y que creara agencias para la regulación de los medios como la Administración General de la Prensa y Publicaciones, y la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión, que impiden la publicación de temas opuestos a las políticas del gobierno. Está más claro aún por qué no podemos entregarnos al silencio.

¿Qué ha pasado en los sistemas que callaron a la prensa? No voy a hacer aquí una lista interminable de violaciones a los derechos humanos. Mejor veamos de qué manera el discurso de la igualdad y el rechazo a la propiedad privada han generado nuevos ricos tan efectivamente como lo ha hecho el neoliberalismo.

Hoy hay al menos 150 mil chinos con US$6 millones en sus cuentas cada uno. En un sondeo entre quienes ya acumularon US$1.5 millones, más de la mitad pensaba en emigrar o estaba por hacerlo, y entre los que tienen US$10.5 millones, una cuarta parte ya ha dejado el país y otro 50% lo haría, de acuerdo al Reporte sobre Riqueza Privada en China 2011. Otro estudio (Caixin) demuestra que casi tres cuartas partes de los inmigrantes chinos en los EUA lo hicieron en calidad de inversionistas.

Infelizmente, el envidiable crecimiento económico en China beneficia a una minoría de este país que alberga a cerca del 20% de la población mundial. De acuerdo a la última encuesta Gallup el mismo porcentaje que en Haití (71%) siente que sobrevive batallando; mientras que el porcentaje de quienes sienten que su vida ha mejorado es casi como el de los afganos.

Lo trágico es observar cómo en un país donde se sacrifican tantas libertades en honor a la igualdad, hay más individuos ricos y también más corrupción. De acuerdo al reporte del Banco Central Chino 18 mil funcionarios oficiales han huido con US$120 billones, un promedio de US$7 millones cada uno. Mientras tanto, una inmensa mayoría que no se beneficia de la bonanza está condenada al silencio, y debe sufrir la contaminación del aire y los alimentos, o la falta de agua potable que aún se niega a 300 millones de chinos.

Los magnates rusos de la actualidad también nos pueden dar una demostración de cómo enriquecerse gracias a la condena a la riqueza particular. Hace poco más de 25 años, cuando la Cortina de Hierro era ya insostenible, los líderes del partido comunista compraron a precio de huevo las grandes empresas de hierro, petróleo, fertilizantes minerales, entre otros bienes gloriosamente estatales. Así mismo se debe considerar a los que se han constituido, a vista y paciencia de las autoridades soviéticas, en la atroz y multimillonaria mafia rusa.

Se estima que hay 88 mil millonarios rusos hoy en día, y ante el retorno de un Putin que amenaza, esta vez sí, con perseguir a los que se han enriquecido ilícitamente, aumenta la expatriación de sus fondos. Entre sus destinos favoritos para invertir y gastar en extravagancias están Inglaterra y los Estados Unidos, donde se los reconoce a simple vista por sus carros de lujo, joyas y ropa de marcas exclusivas, pero donde también están dando pasos agigantados en sus inversiones en el mercado inmobiliario.

Recientemente, Ekaterina Rybolovlev la hija de 22 años del magnate ruso de los fertilizantes, Dmitry Rybolovlev, rompió el record al pagar 88 millones por un departamento en Nueva York. El reporte “Inversionista Institucional” contabiliza que los billonarios rusos gastaron US$181 millones en Nueva York solamente el año pasado.

Lo curioso es que donde se impuso el silencio a la crítica gubernamental y se violan constantemente los derechos humanos en pro de un sistema igualitario, una riqueza insultante se ha concentrado precisamente en la elite amparada por el sistema que decía aborrecer el capitalismo.

Hoy la izquierda que ha producido los nuevos ricos del mundo necesita desesperadamente conservar el poder. Parece haber logrado lo que decía condenar.