Los principios… y la conveniencia

Por Esteban Noboa Carrión
Guayaquil, Ecuador

Recuerdo hasta hace poco levantarme todas las mañanas a leer el periódico para informarme sobre el afamado caso contra diario El Universo. También recuerdo haber visto un sinnúmero de muestras de solidaridad para con el periódico alegando a los cuatro vientos la vulneración del derecho a la libertad de expresión. Muchas de esas muestras provinieron de otros diarios colegas, que condenaron enérgicamente la actuación del presidente, la de sus abogados, la de los jueces, e inclusive la de cualquier mortal que estuviese del otro lado de la orilla en esta apoteósica lucha de poderes. A día de hoy, me llama la atención el nombre de un diario que suscribió todas esas publicaciones: El Comercio.

La semana pasada El Comercio publicó un artículo de Miguel Macías Carmigniani llamado ¿Familias alternativas?, en el cual denostó a los homosexuales dando estrictamente su opinión basado en convicciones éticas y morales, más que en estudios y argumentos objetivos. Naturalmente, el artículo despertó la ira de quienes se sintieron directamente afectados por sus palabras y de los que consideraron que el artículo constituye una apología al odio y a la violencia por el hecho de haber utilizado expresiones peyorativas para describir conductas que al autor evidentemente le “repugnan”. Al cabo de unos cuantos millares de protestas, el diario decidió retirar el artículo de su página web y pedir disculpas públicas. El Comercio alegó que el artículo “vulnera los principios de tolerancia y pluralismo que mantiene este medio y empaña su línea editorial de defensa de los derechos individuales y de las minorías”, y que “fallaron los filtros correspondientes”. Y es aquí donde comienzan a flaquear los principios. El diario no se dio cuenta que al tomar semejante decisión cayó en una tamaña contradicción.

Por un lado, se pregona enérgicamente que el derecho a la libertad de expresión no puede estar sujeto a censuras previas, que la comunicación no puede estar controlada por un organismo afín al Gobierno, que no puede existir responsabilidad criminal ulterior de los diarios frente a las opiniones que emiten los articulistas porque estas “no representan la opinión del diario”, que las personas jurídicas no son sujetos imputables de responsabilidad penal; y un montón de etcéteras que han quedado plasmados en tinta mientras se sustanciaba el juicio a El Universo y se tramita la Ley de Comunicación. Pero… no obstante, en el caso del artículo de Macías “fallaron los filtros correspondientes”. ¿Qué es entonces lo que se defiende? Claramente la conveniencia: sólo defiendo lo que proclamo cuando me conviene.

Al remover un artículo porque vulnera los principios que mantiene el medio se estaría (por extensión) aceptando la premisa de que los dueños de los periódicos son corresponsables por la opinión de los articulistas, dando sustento a la tesis defendida por el Presidente. Al aceptar que “fallaron los filtros” se da sustento a la premisa de que debería existir una censura previa en todo lo que se publica en el diario, inclusive de la opinión de una persona contratada exclusivamente para que la emita, con lo que una vez más se da razón al Presidente en que los contenidos deben ser revisados y aprobados antes de ser publicados por el simple hecho de que pueden afectar la sensibilidad de algún colectivo.

¡Ojo! No concluyo que los medios privados de comunicación no tienen la potestad para decidir qué publican y qué no publican, pero en este caso evidentemente no falló ningún filtro. El “editor de opinión”, en principio, no encontró nada de malo en el artículo como para sugerir que se lo “suavizara” o que se cambien los términos utilizados. Fue la ola de agravios del público en general lo que motivó la reacción de El Comercio. Inapropiada a mi juicio, ya que una vez publicado el artículo, bien pudo haber habilitado una sección del periódico para que las personas o grupos que se sintieron afectados tengan derecho a la réplica y expongan sus opiniones. En su lugar, se decidió aplacarlas para que se olvide el tema lo más rápido posible. Se olvidó El Comercio de que uno de los pilares básicos de la integridad es la firmeza de los principios, que en este caso flaquearon ante las presiones y la conveniencia. ¿Libertad de expresión? No lo creo. ¿Conveniencia? Sí lo creo.

* El texto de Esteban Noboa ha sido publicado originalmente en el blog «El gran dictador»

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5 Comments

  1. Excelente, muy dicho, la libertad de expresión es para los que opinan de una manera y los de otra. A veces por la búsqueda de la «simpatía y la modernidad» se cae en esa conducta light, la conveniencia a ultranzas.

  2. de que se silenció el tema lo más rápido posible de ley… se lavaron las manos y ahora la demanda la deberáafrontar Macías solito, cosa que no hizo El Universo que no se disculpó ni borró el editorial injurioso de Palacio… Sin embargo: el problema nace de pensar en la libertad de expresión desde el liberalismo que piensa que las libertades son ilimitadas… la libertad a progresar… a trabajar…a cambiar el medio ambiente (domesticarlo dirían algunos)… sin pensar que su libertad individual necesita un límite… tiene un límite…. la filosofía liberal no admite límites…y ahi radica el problema… y los que están problematizados, como Esteban Noboa, es porque son liberales encontrando sus límites… nada más, no nos preocupemos por ellos ecuatorianos.

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