Sobre Miguel Macías y la libre expresión

Por Mauricio Maldonado Muñoz
Buenos Aires, Argentina

La libertad de expresión es, sin duda, un derecho fundamental sin el cual la democracia tiende a perderse, por eso es tan importante que se salvaguarde de la mordaza. La libre expresión garantiza la pluralidad de ideas y de opiniones, es por eso que sólo puede incomodar a quiénes pretenden la existencia de una sola verdad o a quienes molesta la crítica o las denuncias de irregularidades o corrupción.

La historia nos muestra que irrestrictamente los gobiernos autoritarios han buscado controlar los contenidos de la prensa, mientras que los democráticos han buscado que tenga la necesaria independencia. Y es que, en estricto sentido, la diferencia entre un gobierno totalitario y un gobierno democrático es que, en el uno, hay una tendencia a la estatización de la sociedad, mientras en el otro hay una tendencia a la socialización del Estado; esto nos ha enseñado la doctrina jurídico-política.

Reflexionemos. ¿Recuerdan el caso mochila escolar? ¿Flores y miel? ¿Gastos reservados? ¿Caso Peñaranda? sólo por mencionar algunos. Supongo que los recuerdan y lo hacen porque nos lo contó la prensa, de seguro ninguno de los gobiernos de turno nos habrían dicho de esas irregularidades, porque siempre tienen un costo político enorme. Así es, si uno mira en retrospectiva, ha sido la prensa la que ha denunciado estos actos, no el poder. Y, por supuesto, nadie se atrevió a decir que en estos casos la nuestra haya sido una prensa corrupta, y nadie lo dijo cuando mucha prensa fue activa militante del movimiento forajido que terminó con el derrocamiento de Gutiérrez (Paco Velasco anda tranquilo por las calles después de haber instado directamente a destituir a Gutiérrez -no sé si hoy en día alguien podría hacer algo similar. No creo y no quiero que pase, pero pensaría que es difícil ver un escenario así en la actualidad-).

Así que hay que sincerarse, aparte de los medios de los Isaías y algún otro por ahí no podía decirse que la nuestra fuese una prensa perversa o excesivamente mala, sobre todo si se compara con la realidad de la prensa de otros países, incluso del primer mundo, por ejemplificar, buena parte de la prensa italiana no es precisamente un ejemplo de buen periodismo (pero Italia vivió ya hace tiempo un fuerte totalitarismo que los llevó a la guerra y a la devastación del país, por eso es mejor tener una prensa a veces excesiva que un Musollini de vuelta -aunque ninguno de los dos sea, precisamente, un escenario deseable).

Además de todo esto, la realidad es que la prensa no te dice tanto qué pensar, solamente te dice sobre qué pensar, pero el criterio sigue siendo tuyo.

Ya desde hace tiempo, sin embargo de estas consideraciones, el gobierno ecuatoriano ha emprendido una férrea campaña contra la prensa y claro, mientras la prensa hace preguntas, resulta que el gobierno no sabe quién ordenó disparar, no sabe quién puso la droga en la valija diplomática, no sabía de los contratos de Fabricio Correa y así por el estilo (¿sabrá algo del caso Vilmesa?). Ahora, esto no significa, como mucha gente piensa, que eso sea directamente apuntar con el dedo para decir quién es el culpable, sólo significa pedir aclaraciones de asuntos que son públicos y de interés público. Justamente para eso está y debe estar la prensa y mientras haga esa tarea habrá que darle el reconocimiento que merece.

Ahora, eso no significa santificar a la prensa, pues bien uno puede ser crítico de los excesos gubernamentales y de los excesos de la prensa, sabiendo sopesar que no tienen, ni de lejos, el mismo poder. Eso que señalo no es nuevo, no he inventado el agua tibia. Está claro en el mundo y así lo dicen los estándares internacionales que sostienen que la relación entre la prensa y el poder debe estar sujeta a un marco de respeto y de prohibición de censura previa, salvo en extremos casos. Así ha expresado la Corte Interamericana de Derechos Humanos que “el artículo 13.2 de la Convención define a través de qué medios pueden establecerse legítimamente restricciones a la libertad de expresión. Estipula, en primer lugar, la prohibición de la censura previa la cual es siempre incompatible con la plena vigencia de los derechos enumerados por el artículo 13, salvo las excepciones contempladas en el inciso 4 referentes a espectáculos públicos, incluso si se trata supuestamente de prevenir por ese medio un abuso eventual de la libertad de expresión. En esta materia toda medida preventiva significa, inevitablemente, el menoscabo de la libertad garantizada por la Convención (Americana sobre Derechos Humanos)”.

Hay, eso sí, un ámbito que la libertad de expresión no cubre, pues no es un derecho absoluto, como no lo son en general los derechos, salvo tres excepciones que no veo del caso citar en este artículo. En todo caso, merece la pena dejar en claro que la libre expresión no es de esos derechos que se consideran absolutos, lo que explico más abajo.

Así, la incitación a la guerra o al odio racial, por ejemplificar, no está cubierta por la libre expresión, como no está cubierta la violación por la libertad sexual o la venta de cosas robadas por el libre mercado. En ese caso no hablamos de derechos, hablamos de «no derechos», son justamente lo contrario. Por eso, por ejemplo, es impensable creer que en el marco de la razonabilidad constitucional pueda ampararse un artículo como el de Miguel Macías Carmigniani, donde hablaba de los homosexuales en términos verdaderamente odiosos y discriminatorios, calificándolos, incluso, de ‘desadaptados sociales’, señalando que la homosexualidad deber ser ‘rechazada por la sociedad’, que es un ‘estado psíquico anormal’ y que es ‘repugnante’ que paseen por la calle de la mano. Está claro que si yo enviara este artículo con algún contenido evidentemente discriminatorio, por decir algo, no debería esperar que sea publicado. A mi gusto, Macías comete un exceso y lleva los juicios de valor a los insultos, lo que es rechazable. No busco ni espero que Macías sea sancionado, creo que ya ha tenido suficiente con el rechazo de un gran sector de los lectores de El Comercio (además de que per se no veo una conducta que merezca otra sanción), pero creo pertinente señalar como es que este tipo de aseveraciones no son parte de lo que protege la libertad de expresión como derecho.

Este caso, por cierto y a propósito de un debate reciente, no es homologable al artículo de Emilio Palacio que tanta cola trajo, y no lo es por las razones que siguen: 1) No es lo mismo herir susceptibilidades de un gobernante que de un grupo tradicionalmente discriminado (la lógica es que si le entregamos tanto poder a alguien como para tomar decisiones respecto a la cosa pública, por lo menos nos hemos de reservar el derecho a criticarlo y a hacerlo con dureza si es el caso -el concepto de majestad del poder es muy medieval como para subsistir al constitucionalismo contemporáneo-); y, 2) En el escrito de Palacio había muchas alusiones que se encontraron por omisión de afirmaciones, mientras que no queda dudas de las afirmaciones hechas por Macías a un grupo que, como dije, ha sufrido ya bastante discriminen.

En su momento dije que yo consideraba que Palacio, en derecho y respetando los estándares internacionales de derechos humanos, tenía responsabilidad civil y no penal por sus afirmaciones que, como yo lo veía, podían tenerse por ilegítimas. Eso y nada más, no prisión y menos declarar coautor coadyuvante a El Universo porque no tenía responsabilidad alguna y porque, aparte, había dejado clara su posición respecto a los acontecimientos (además de lo vergonzoso del contenido de la sentencia que mandaba a pagar USD 40 millones por indemnización, en una decisión sin parangón).
En los mismos términos El Comercio no es responsable de la publicación de Macías, sobre todo porque la postura del diario al respecto era evidente y porque, respondiendo bien a sus lectores, quitó la publicación y se disculpó.

En el marco de todo lo anterior, creo que no nos vendría mal a todos bajar un poco los tonos; Palacio o Macías en sus artículos y, porqué no decirlo, el Presidente, sobre todo él porque se supone que nos representa a todos, en sus sabatinas. Seríamos, seguramente, un mejor país.

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5 Comments

    • En el minuto 2:37 le dice «hipócrita», en television abierta…

      a otros persiguió por mucho menos … por qué nunca le ha puesto un juicio a CV ???

  1. Tanto lío por el artículo de Miguel Macías… si se creen ofendidos los glbt… pues que lo denuncien… mucho respaldo van a encontrar en alexis y los demas del circulo rosa… y como ya metieron «las manos en la justicia» (y las patas tambien)… tienen todas las de ganar… seguro que el pobre Macias irá a podrir sus huesos en una mazmorra… igualito que los presos políticos en la «democracia» que admira nuestro presidente…

    asi que… pónganle juicio… que actúe chuki seven… y pasemos a otra cosa !!!

  2. Asi es, seriamos mejor pais sin el deslenguado de Correa y mejores humanos sin el descarado, rabodepaja y encubridor de Macias. Y yo tambien despues de haber escrito esto, bajare el tono. Saludos y felicitaciones por tu articulo.

  3. Un Ecuador ‘relajado’

    Hace mucho tiempo escribí un artículo
    en el que me permití emitir mi punto de vista sobre la introducción de
    teorías novedosas en la Constitución y las leyes, en las cuales se abría el abanico para aceptar la ideología de género, los cambios de identidad, las familias alternativas y demás situaciones que son noticia estos días.

    Ver artículo completo:

    http://unvrso.ec/0003FTH

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