Una lección que los políticos se resisten a aprender

Por Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Si, como dicen, no hay mejor maestra que la historia, entonces los ecuatorianos somos pésimos alumnos. Un diagnóstico brevísimo —y, por ello, incompleto— de la actual realidad de Ecuador podría resumirse en el colapso de un sistema de partidos políticos que nunca supieron consolidarse como organizaciones independientes, con vida institucional propia, y giraron en torno a líderes caudillistas cuyo inevitable eclipse —bien por la pérdida del favor popular, bien por el paso implacable del tiempo— nos llevó a un vacío de liderazgo. En ese vacío, Ecuador empezó a buscar figuras distintas que no consiguieron responder a las necesidades del país —principalmente, Álvaro Noboa y Lucio Gutiérrez—, hasta que llegó un líder nuevo, Rafael Correa, con habilidades políticas ampliamente superiores a sus rivales, que concentró sistemáticamente un poder hasta entonces caóticamente repartido, sobre todo luego del declive del anterior dueño del país, León Febres Cordero, hoy relevado en el cargo.

Y así se ha derrumbado por completo la endeble arquitectura política de Ecuador, sobre cuyos escombros cómodamente gobierna Correa. Ha llegado, pues, la hora de reconstruir los cimientos. Lo grave es que, una vez más, muchos están decididos a cometer los mismos errores que nos llevaron al desastre democrático que vivimos hoy.

El primero que ha repetido los vicios de los viejos partidos es el propio Rafael Correa, quien, a pesar de su discurso inicial de combate a la partidocracia, ha repetido exactamente los mismos yerros de sus antecesores. Habiendo tenido un capital político sin parangón en la historia reciente de Ecuador, con una popularidad altísima y la oportunidad única de hacer “borrón y cuenta nueva”, Correa decidió continuar el mismo estilo de caudillismo en el ejercicio del poder y la dirección de su movimiento. Apoyado por un amplio sector de intelectuales de izquierda que, bien o mal, habían pensado durante años una clara hoja de ruta para el país, casi todos ellos se fueron apartando de un régimen que ahora gobierna con más fuerza que cabeza, hasta el punto de que, hoy por hoy, no existe ninguna diferencia estructural entre Alianza País y el PRE o el Partido Social Cristiano. En vez de haber promovido una auténtica democracia interna en PAIS, Correa mira a sus seguidores como simples vasallos que deben alinearse o ser satanizados en la próxima sabatina. De modo que PAIS es a Correa lo que el PRIAN a Alvarito: nada más que un club de fans para llenar las listas electorales.

Uno pensaría que este retorno al pasado haría recapacitar al resto de actores políticos. Pero la cortedad de miras, propia de aquellos que son incapaces de pensar en las grandes prioridades del Estado, es patrimonio común de casi toda nuestra “élite” política. Y así, los líderes de la oposición no están haciendo otra cosa que repetir lo mismo que hace Correa con PAIS, la misma fórmula fallida de la partidocracia. En vez de construir auténticos movimientos democráticos, que giren en torno a programas fundamentales de gobierno para solucionar los problemas nacionales, la oposición se enfrasca, torpe y extraviada, en posicionar más y más aspirantes a mesías, tarimeros y cómicos de televisión, con la trágica desventaja de que, en dotes de caudillo, ninguno de los opositores le hace sombra al actual Presidente. Por supuesto, hay excepciones. Los movimientos de izquierda (como el MPD, Pachacutik y Ruptura), acaso por habituarse a luchar contra corriente, han sabido establecer objetivos comunes por encima de las personas. Y en la derecha, está por verse si CREO, a pesar de su dependencia a Guillermo Lasso, es capaz de estructurarse como una organización política con vida propia más allá de su inspirador.

Apena ver que Ecuador no logra salir de un eterno ciclo entre periodos de ingobernabilidad por la lucha de líderes del mismo peso, hiatos brevísimos de república con gobernantes moderados y la asunción de profetas cuyo personalismo autoritario ha conjugado, en ocasiones, una relativa eficacia administrativa en beneficio al país. Y es triste que, con casi doscientos años a cuestas, viviendo en tiempo real la construcción de uno de los proyectos autoritarios más eficaces de nuestra historia, aún no logremos deponer intereses de corto plazo para hallar el camino hacia la verdadera democracia.

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19 Comments

  1. Es evidente lo que tú dices. Sin embargo, olvidas algo fundamental: la evolución de la participación de los medios en la construcción de esos «mesías». Desde luego, esto tampoco es nada nuevo: lo nuevo en este caso fue la velocidad con que ocurrió en esta ocasión. Correa no inició carrera política como concejal o alcalde: prácticamente, descontando su fugaz paso como ministro de estado, accedió directamente a la presidencia, al igual que Lucio Gutiérrez, pero con la diferencia de que en esta ocasión los medios de comunicación, que ahora le condenan, le apuntalaron hacia el sillón de Carondelet. Muy acertado tu criterio: Correa tiene habilidades políticas muy superiores a las de sus rivales, mientras estos son incapaces de generar un proyecto único. Es por esto que con toda seguridad, «la Revolución Ciudadana seguirá en marcha»

  2. Nada nuevo bajo el sol ..comentario sesgado y mentiroso…sólo por poner un ejemplo: hablas de Leon FebresCordero  como antiguo «dueño del pais»….y luego afirmas :que fué relevado en el cargo….dando a entender que hoy Rafael Correa es el nuevo dueño del pais…Un presidente elegido democraticamente ,no solo en una contienda electoral, sino que a ganado todas las justas electorales en las que se ha presentado y con un amplio respaldo popular,  ya que detrás de sendos triunfos electorales está el respaldo de las inmensas mayorias…el poder que ostenta Rafael Correa es un poder constitucional obtenido en las urrnas..ASI QUE SI HAY UN DUEÑO DEL PAIS ESE ES EL MISMO PUEBLO ECUATORIANO!  y esas inmensas mayorias va a reelegir a Rafael Correa…..EL PUEBLO SOBERANO EN EL PODER!!!
    Ese es solo un ejemplo de lo tergiversado y mentiroso de tu comentario……por falta de tiempo no puedo terminar de desenmascarar todo tu comentario sesgado y mentiroso….QUIEN NO ESTA CON EL PUEBLO…ESTA CONTRA EL PUEBLO….Y ES ENEMIGO DEL PUEBLO !!!

  3. Sería recomendable que al referirse a personas fallecidas, el autor sera más respetuoso.  Correa no le llega ni a la altura del tobillo a León Febres Cordero Rivadeneyra.

  4. Buen análisis, ya que en el fondo es una crítica a todos nosotros, por siempre tratar de preponderar o destruir a una sola persona.  Mientras que todo el mundo se está acercando a un punto de consenso (ni liberales, izquierda,derecha, etc), aquí seguimos buscando a un mesías.  Es cierto que en un país como el nuestro era urgente tener un liderazgo (de otra forma no hay como salir del status quo), y eso Correa lo ha hecho excelentemente, es decir, no se quedó en el discurso y ha hecho bastante.  Lo que me falta ver es a alguien dentro de AP que sea igual de fuerte, que se atreva a estar en desacuerdo con Correa cuando sea necesario (lo ideal es que estén de acuerdo en casi todo).  Lo importante es que se note que Correa se debe a Alianza Pais, y no que Alianza País se deba a Correa.  PD:  Los fanatismos son malos.

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