Los metros de la democracia

Por Hernán Pérez
Guayaquil, Ecuador

Difícilmente puede un presidente latinoamericano sentirse seguro en su cargo cuando pierde el respaldo de su Parlamento en la proporción que lo perdió el exobispo Fernando Lugo. Un presidente en la región que tiene más de las dos terceras partes de la Legislatura en el bando de la oposición difícilmente va a sobrevivir. De 39 senadores solo 4 votaron a favor del exobispo. Tal parece que el apoyo que originalmente tuvo en la Legislatura –y que fue de una coalición de movimientos– se fue erosionando en los últimos meses hasta que la matanza de campesinos y policías en una hacienda derramó el vaso.

Es comprensible la reacción de los presidentes de la región. Sin embargo, ninguno de ellos está corriendo el riesgo de perder en sus países el apoyo parlamentario en la magnitud del exobispo. Cierto es que el proceso de su destitución es cuestionable en lo referente al poco tiempo que tuvo disponible para defenderse del juicio político. Pero también es cierto que una prolongada defensa probablemente no habría cambiado semejante resultado de 39 a 4 votos. Lo que sí hubiese sucedido es que el país entrara en un limbo político prolongado.

La crisis paraguaya tiene varias aristas sin duda. Las primeras declaraciones del exobispo parecían las de un estadista que reconocía y respetaba las reglas de la Constitución y admitía, en consecuencia, que el juicio político se había llevado a cabo de forma constitucional. Las recientes declaraciones, sin embargo, revelan su decisión de desconocer la decisión del Parlamento.

Los presidentes de la región tienen razón en expresar su preocupación por lo sucedido. Sus llamados a que se respeten los principios democráticos son un imperativo. Sin embargo, no puede dejar de llamar la atención la poca o ninguna preocupación que exhiben respecto de la situación que atraviesan otras naciones del hemisferio, donde en algunos casos hace 50 años que no se realizan elecciones libres y el gobierno está controlado por una dinastía familiar. El doble discurso, el doble metro con el que los políticos latinoamericanos miden las democracias, es el peor ataque que pueden hacer a dicho sistema. En realidad, los ciudadanos, no los gobernantes, son los mejores defensores del sistema democrático.

La salida anticipada de Lugo pone también de relieve dos elementos de nuestros sistemas democráticos. Uno es el de la reelección presidencial. Buena parte de la reciente crisis en Asunción tiene como origen el temor de la oposición a las anunciadas intenciones de los partidarios de Lugo de iniciar un proceso de enmienda constitucional para permitirle al exobispo correr para la reelección. Algo parecido a lo que pasó en Honduras. Lo otro es que vuelve a ponerse en entredicho la viabilidad del sistema presidencialista en nuestra región. Un retiro del apoyo parlamentario como el que sufrió el exobispo no habría llevado a una crisis tan traumática como la ocurrida.

Al menos ahora el exobispo tendrá más tiempo para cuidar a sus hijos.

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