México y la Guerra contra las Drogas

Luis Fernando Ayala
Guayaquil, Ecuador

Los mexicanos acudieron este domingo con una idea muy clara respecto a la identidad de su próximo presidente, pero con muchas dudas respecto al futuro de la Guerra contra el Narcotráfico que libra ese país desde el año 2006.

Todas las encuestas en México daban como ganador al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. La última encuesta publicada por el diario Reforma, le otorgaba una ventaja de diez puntos sobre Andrés Manuel López Obrador del izquierdista PRD  y de diecisiete puntos sobre Josefina Vázquez Mota, la candidata del oficialista Partido de Acción Nacional (PAN).

El triunfo (a esta hora ya confirmado) de Peña Nieto se trata más de una victoria por descarte, ante las debilidades de sus dos principales opositores, y menos de sus propios méritos. Por una parte López Obrador con su discurso populista de izquierda, representaba una alternativa inaceptable para gran parte de la clase media mexicana, la cual terminó de desencantarse de él, cuando en la elección anterior pretendió desconocer los resultados, y se autoproclamó “Presidente Legítimo”, acampando en la Plaza del Zócalo de la Ciudad de México durante varias semanas, caotizando a la capital mexicana. De otro lado se encuentra la candidata del PAN, quien ejerció con gran eficacia varios ministerios en los gobiernos de Fox y Calderón, y es actualmente Diputada Federal. Poseedora de un gran carisma y de reconocida solvencia en el manejo de los asuntos públicos, ella era sin lugar a dudas la mejor contendiente que el PAN podía presentar en esta elección. Sin embargo, el cansancio en los votantes luego de casi 12 años de gobierno del partido de derecha, el machismo que aún impera en los estratos populares y una campaña plagada de errores, hicieron que su candidatura no tuviera jamás posibilidades reales de triunfo.

Así, la victoria de Peña Nieto se ha dado pese a sus conocidas limitaciones intelectuales (para muestra el incidente en la Feria del Libro donde no pudo nombrar tres libros que le gustaran), y a la justa preocupación que genera que una vez en el poder, el PRI retome las prácticas de corrupción con las que gobernó México en forma ininterrumpida por más de 70 años.

Pero quizás aún más preocupante es la dirección que el nuevo gobierno le dará a la guerra contra el narcotráfico que tantos sacrificios en vidas humanas (cerca de 50.000 personas han muerto en seis años) y dinero ha costado al pueblo mexicano. Es un secreto a voces que varios gobernadores estatales pertenecientes al PRI, mantienen pactos con los carteles del narcotráfico, el temor es que es que este tipo de pacto se replique a nivel federal de llegar Peña Nieto al poder. Y muchos esperaban que Peña Nieto gane precisamente por ello.

Existen dos corrientes de pensamiento entre quienes defienden el fin de la guerra contra el narcotráfico, ya sea de forma abierta a través de una legalización de las drogas o de forma subrepticia a través de un pacto con el crimen organizado. En un primer grupo se encuentran quienes consideran a la prohibición del uso de drogas un despropósito por ir en contra de las libertades individuales; mientras que otro grupo, aunque admite los efectos nocivos del narcotráfico y encontrarían deseable su eliminación, creen que es simplemente imposible derrotarlo y es mejor no intentarlo. Ambos se equivocan.

Quienes defienden la legalización de las drogas en nombre de la libertad, tienen un pobre concepto de ella. A ellos hay que recordarles que la libertad no consiste únicamente en la posibilidad de elegir, la libertad implica la capacidad de elegir el bien. Quienes hemos tenido contacto con personas que sufren de adicción a las drogas, sabemos que no hay personas menos libres que ellos, son seres que han perdido toda fuerza de voluntad y cuyas vidas se han convertido en un verdadero infierno.

Quienes creen que la lucha contra el narcotráfico es necesariamente una batalla perdida también se equivocan. Ese era precisamente el razonamiento al que Churchill tuvo que enfrentarse en Inglaterra antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando la posición mayoritaria en los políticos ingleses era que Hitler era demasiado poderoso como para poder ser derrotado, todos sabemos cómo terminó esa historia. Un caso más reciente y más cercano a nuestra realidad es la situación en la que se encontraba Colombia ante de la llegada de Uribe a la presidencia, era tal el poderío de las FARC que Pastrana desmilitarizó un territorio de 42.000 km2 en la zona de San Vicente  del Caguán, lo cual significó en la práctica la entrega del control de esa región a los terroristas.  Ocho años de un gobierno convencido de que sí era posible derrotar al narcoterrorismo, terminó por dejar a las FARC contra las cuerdas y en un proceso irreversible que conducirá a su desaparición.

El desafío que México enfrenta en su Guerra contra el Narcotráfico es enorme y  muy grande es la tentación para los políticos de ceder ante el crimen organizado para evitar que aumente el número de víctimas de la violencia. Pero pretender que es posible alcanzar la paz aplacando a los criminales, es desconocer la historia. La paz que perdura ha sido y seguirá siendo consecuencia de la guerra, pero para eso hace falta tener la resolución y el liderazgo que tuvieron Churchill y Uribe en su momento, resolución y liderazgo que Enrique Peña Nieto no le ofrece a México.

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2 Comments

  1. «… la libertad no consiste únicamente en la posibilidad de elegir, la libertad implica la capacidad de elegir el bien.»

    Lo que para ti signifique «elegir el bien», puede no serlo para otra persona, tus palabras me recuerdan a un tarado que piensa que por prohibir consumir alcohol los Domingos va a reducir la criminalidad: EPIC FAIL!

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