Modifiquemos los refranes

Por Jesús Ruiz Nestosa
Madrid, España

Entre aquel grupo de adolescentes callejeros felices, que vivíamos nuestra libertad en torno a la plaza Italia, sin rejas entonces, había un personaje, Bichongo, de quien se contaban anécdotas impensables como la de un domingo a la siesta, en la matiné del Granados (estabas allí o no existías), se sentó al lado de una compañera de colegio. A poco de apagarse las luces, quiso poner la mano donde no debía y la chica le dio una sonora bofetada. Cuando los de la fila de adelante se volvieron a ver qué pasaba, vieron a Bichongo, de pie, diciéndole con tono ejemplificador: “Por atrevida. Para que aprendas a no aprovecharte de la oscuridad y querer hacer tus suciedades”. Y se fue dejando a la jovencita sacudida por el llanto.

No pongo la mano en el fuego por esta historia, pero sí por su versión actualizada que acaba de ofrecer el presidente bolivariano Hugo Chávez, líder del “socialismo del siglo XXI” que sólo él sabe de qué se trata. Sorprendido con las manos en la masa su canciller, su embajador y su agregado militar a la Embajada en Paraguay, en compañía además del embajador de Ecuador y su agregado militar, reuniéndose en el propio Palacio de Gobierno con la cúpula militar a la que presionaban para que ellos sí dieran un golpe de Estado en contra del Congreso, Chávez, ni corto ni perezoso decidió “retirar” a sus diplomáticos ante las “numerosas amenazas” que estaban recibiendo, “incluso de muerte”. En realidad no tenía que retirar nada porque el Gobierno paraguayo ya los había expulsado, declarados todos ellos “personas no gratas”. ¡Qué finos son los términos diplomáticos cuando en realidad nos hubiera gustado decir otra cosa.

Ante una realidad próxima e incuestionable, habría que hacerle algunas transformaciones al viejo refrán de “más peligroso que mono con escopeta”. Primero, habría que cambiar de primate: en lugar de “mono” habría que poner “gorila”, ya que es un mono más grande y más específico. En lugar de escopeta: “maletín de dólares”. Quedaría así: “Más peligroso que gorila con petrodólares”. Las “víctimas colaterales” como se encubre la fatídica palabra “muertos”, están a la vista. Con sus dólares, Chávez ha logrado corromper a una gran parte del continente y logró doblegar voluntades que parecían hasta ayer inquebrantables, como los hermanos Fidel y Raúl Castro quienes dirán que, para salvar “su” revolución, porque a esta altura no es de nadie más, se entregaron a los brazos de quien no pueden ignorar, sobre todo Fidel, que es un hombre mediocre, megalómano, fantasioso cuyos conocimientos del marxismo que predica no pasan de esos volúmenes de difusión que en cuarenta o cincuenta páginas pretenden explicar lo que es la relatividad, el evolucionismo, la física cuántica, o el “bosón de Higgs”.

No pudo corromper a Daniel Ortega pues el trabajo ya estaba hecho cuando Chávez desembarcó en Nicaragua con su chequera, “un hombre corrupto que traicionó al sandinismo para convertirlo en una dictadura personalista, familiar y cleptómana” como lo definió el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. Corrompió a Rafael Correa que quiere que a Paraguay se le impongan sanciones más duras para “preservar así la democracia” en el continente. Corrompió a Evo Morales que desde que asumió el poder dedicó mucho tiempo a los ritos indígenas que honran a la Pacha Mama, pero que en el momento de defender sus propios intereses políticos (y quizá también económicos) no le tiembla el pulso para ordenar a sus fuerzas represivas, que las tiene como cualquiera, para que carguen contra los indígenas del Parque Nacional Isiboro Sécure que va a ser partido en dos por una carretera. En cuanto a lo de Argentina, pues ya me ocupé en mi artículo pasado, donde los peronistas han cambiado a “San Perón” por “San Chávez”, quien es el que les manda los maletines llenos de dólares y luego les pide resultados como el que acaba de darle Cristina Fernández de Kirchner suspendiendo a Paraguay del Mercosur y permitir así que Venezuela entre de manera ilegal. También el Mercosur y la Unasur fueron permeados por la insaciabilidad de este hombre que exige gobiernos democráticos para los otros países mientras declara que “la oposición volverá a gobernar Venezuela el día en que Tarzán de los monos aparezca con la mona Chita en la plaza de Caracas”. Ahora me entero que existe una fuerte rivalidad entre los monos y los gorilas. Por si fuera poco, la idea fue redondeada días más tarde diciéndoles a los militares que “quien no es chavista no es venezolano”. Personalmente entre estos gorilas y Chita, pues voto por Chita.