Racionalitos nos creían

Por Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

No eran perfectos esos gobiernos, no éramos perfectos nosotros, pero al menos nos creían medio racionales. Y como tales nos trataban. Eran otras épocas y, sí, eran mejores.

Recuerdo cuando Rodrigo Paz era alcalde. Todos sabemos que Rodrigo Paz no es perfecto, pero fue un gran alcalde que logró cambiar (sin multas ni cárceles) el comportamiento de los quiteños. Me refiero a las campañas de Don Evaristo, ese adorable personaje que nos decía “qué pasovs mi chulla, cómo que haciendo pis en la calle”. Y un niño le respondía “es que soy chiquito”, a lo que Don Evaristo replicaba “yo también soy omoto, pero no ando haciendo esas cosas”. Y generaciones de quiteños nos dimos cuenta lo absurdo que es hacer pis en la calle y creo que eso cambió el comportamiento de muchos hombres nacidos en los años 60 y 70.

Racionalitos nos creía Don Evaristo. Creía, al menos, que los comportamientos se cambian por convencimiento y no con base en castigos. Eso creían algunos de los políticos más sensatos de esta época democrática.

Y hoy deberíamos añorar eso porque los actuales, convencidos que a punte castigos van a crear ‘un hombre nuevo’, están dedicados a regular todo lo imaginable y a inventarse unos castigos que no tienen relación con los supuestos delitos.

En el 2007 prohibieron que los colegios festejen el Halloween. Ya nadie se acuerda de eso, pero en realidad lo prohibieron. Después prohibieron las bandas de guerra de los colegios, otro tema olvidado, pero igualmente cierto.

Después prohibieron las cervezas en los domingos. No se les ocurrió una campaña de “qué pasovs mi chulla, bebiendo en domingo”. No, solo se les ocurrió prohibir.

Después fijaron las tasas de interés, nos obligaron a comprar el SOAT a un precio prefijado, establecieron un precio para el pan, prohibieron que los accionistas de los bancos sean accionistas de los medios de comunicación, prohibieron que los accionistas de los medios de comunicación sean accionistas de nada que no sean medios de comunicación y que los accionistas de los bancos sean accionistas de nada que no sean bancos. Y prohibieron los toros.

Prohibieron los casinos. Claro que son feos los casinos, pero la gente tiene derecho hasta a tener mal gusto. Y claro, nada de una campaña de “qué pasovs mi chulla, cómo que gastándose la plata en la ruleta”. Tan poco racionales nos creen que para proteger la balanza de pagos prohibieron importar celulares, aduciendo razones ecológicas.

Y luego las penas. Incautaciones, clausuras, multas altísimas, cárcel. A Rodrigo Paz no se le ocurrió pedir cárcel para los que hacían pis en la calle. Pero la gente dejó de hacerlo.

Pero bueno, la cárcel por ir a 61 km/h en la ciudad no es tan mala idea. Así, los carros van a la misma velocidad que el país: bien lento.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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