Crónica de un asilo anunciado

Alberto Molina

Por Alberto Molina
Quito, Ecuador

La historia del hacker australiano Julian Assange, se podría decir que es rocambolesca; se inicia tras la divulgación de los cables de las embajadas de los EEUU por parte de WikiLeaks; el entonces vicecanciller del Ecuador, el uruguayo Kintto Lucas, dijo que el Ecuador estaba abierto a otorgarle la residencia a Julian Assange. Pocos días después, el presidente Correa expresó: «La declaración de Kintto Lucas fue a título personal, pues no ha recibido la autorización del canciller, ni del presidente (…). Nosotros jamás vamos a apoyar el rompimiento de la ley, así ese país haya actuado equivocadamente».

El 19 de junio Assange pidió asilo en la sede de la embajada de Ecuador en Londres, para evitar una inminente extradición a Suecia, país que lo reclama por presuntos delitos sexuales. De acuerdo a la Convención de Caracas de 1954, establece que el asilo se concederá solamente por delitos políticos, excluyendo a personas enjuiciadas o sentenciadas por crímenes comunes; en base a esta normativa el pedido de asilo de Assange no procede, porque está procesado por delitos comunes; además, abandonó el arresto domiciliario impuesto por las autoridades de justicia del Reino Unido.

El presidente Correa, sin medir las consecuencias,  decidió otorgarle el asilo al hacker australiano; recordemos que en el caso del ecuatoriano Carlos Pérez, director del diario El Universo, que pidió asilo a Panamá, el canciller Patiño, manifestó: “Que no es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitar se encuentran o procesados ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes o condenados”.

La inmediata respuesta del Reino Unido fue la negativa de concederle el salvoconducto para que Assange pueda abandonar el país, «Teóricamente Assange puede estar en la embajada de forma indefinida».

Sobre este tema hay antecedentes, el caso del cardenal húngaro Jozesf Mindszenty (1892-1975), quien permaneció asilado15 años en la embajada estadounidense de Budapest a raíz del aplastamiento soviético de la revolución anticomunista húngara de 1956, en la sede de la embajada el Cardenal Mindszenty permaneció hasta 1971.

Otro caso es el de Víctor Haya de la Torre (1895-1979), líder del partido Aprista peruano, que en 1949 pidió asilo político en la embajada de Colombia en Lima porque era acusado de ser el responsable de haber instigado y dirigido una rebelión en contra del dictador Manuel Odría. Colombia solicitó el salvoconducto para permitirle abandonar el país. El Gobierno del Perú lo negó, alegando que Haya de la Torre había cometido delitos comunes y no podía beneficiarse del asilo; el dirigente político peruano permaneció 5 años en la sede de la embajada colombiana.

Este es un caso de Ripley, se le concede el asilo a un pirata informático, perseguido por la justicia y se le  negó el salvoconducto a un ecuatoriano que le había otorgado el asilo Panamá.

 * Alberto Molina Flores es coronel, en retiro, de las Fuerzas Armadas del Ecuador

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1 Comment

  1. para hablar sobre un «hacker» debe saberse al menos una pizca de programación…no se entiende como J. Assange es catalogado como héroe entre las élites intelectuales de 1er mundo, mientras acá en Ecuador las opiniones toman lo que conviene de la situación…totalmente subjetivo el artículo

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