Colombia sale del silencio cómplice de la región

Por Emilio Cárdenas
Buenos Aires, Argentina

Como se anticipaba, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en ocasión del reciente Foro sobre Fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que se llevó a cabo en la Universidad Javeriana de Bogotá, formuló algunos pronunciamientos, realmente impecables, en defensa de la asediada libertad de expresión e información.

De esta manera, Colombia es el primer país de la región que se planta -con absoluta firmeza- frente a los embates de Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, en procura de cercenar, sino eliminar, esas libertades, silenciando las críticas y el disenso, en sus esfuerzos nada disimulados por tratar de instalar, en sus respectivos países, un discurso único: el del llamado «socialismo del siglo XXI», eufemismo con el que se disfrazan propuestas trasnochadas.

Colombia sale así -con claridad- del ámbito del silencio cómplice que hasta ahora prevalecía en la región ante la embestida «bolivariana» contra la libertad de prensa.

Colombia sale del ámbito del silencio cómplice que hasta ahora prevalecía en la región ante la embestida bolivariana contra la libertad de prensa
La Argentina -cuyo gobierno también está tratando de silenciar y censurar indirectamente a los medios independientes, pese a su ya conocido disfraz de «campeón de los derechos humanos»- permanece en una suerte de discreto y callado endoso a los ataques de los «bolivarianos».

Santos, no obstante, fue claro y terminante. No es imposible que ahora lo sigan también Chile y Perú, por lo menos. Quizás, más adelante Paraguay. No, en cambio, los habituales «compañeros de ruta» de los «bolivarianos», que probablemente permanezcan en una ambivalencia que es, en rigor, un encubierto apoyo a los «bolivarianos», a los que dejan hacer el «trabajo sucio» del que creen que también ellos pueden eventualmente beneficiarse. Este es hoy el caso, lamentablemente, de Brasil y Uruguay.

Para el jefe de Estado colombiano, el respeto de las garantías a las libertades civiles y políticas es «el norte y la médula del sistema democrático». Dijo: «Quiero ser muy claro al decir que no compartimos la tentativa de combatir los importantes esfuerzos del Sistema en la defensa de la libertad de expresión, ni ninguna medida que conduzca a la reducción del presupuesto, al ablandamiento o la disminución de las instituciones encargadas de velar por ella».

Es que en materia de defensa de las libertades no se admiten términos medios. No hay, por ello, lugar para los silencios. No existe posibilidad de «mirar para otra parte». Por esto seguramente Santos defendió -a capa y espada- a la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como a su independencia financiera, y la a valiente labor que realiza.

El Estado colombiano, sostuvo Juan Manuel Santos, «está comprometido con la labor del Sistema Interamericano de Derechos Humanos» y «apoya plenamente» sus instituciones y su trabajo.

En materia de defensa de las libertades no se admiten términos medios. No hay lugar para los silencios
Era hora de que alguien venciera el miedo y las intimidaciones. Pero nada está dicho definitivamente. La lucha continúa. No es imposible que si la vía de castrar a la OEA no pueda transitarse, los «bolivarianos» organicen, en otros ámbitos regionales, instituciones «paralelas» que sean y actúen apenas como agentes de sus designios, de modo de debilitar a la columna vertebral del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, del que la región toda debiera estar orgullosa.

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