No es España, es Rajoy

Por Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

“Mi padre me enseñó que no se debe ir a un sitio al que uno no fue invitado”. Palabra más, palabra menos, es lo que dijo el presidente Federico Franco al informar que no acudirá a la Cumbre Iberoamericana que se realizará en Cádiz el próximo noviembre para festejar los 200 años de la Constitución española de 1812. La primera con que contó España y que, pese a su brevísima vigencia a causa de las ideas absolutistas de Fernando VII, fue un documento militar para la democracia no solo de este país, sino también de Iberoamérica.

En estos días leo con frecuencia que España no quiere la presencia de Paraguay en esta cumbre.

Habría que corregir: no es España, es Mariano Rajoy, presidente de gobierno, caracterizado por sus ideas erráticas, sus políticas improvisadas, su falta de contacto con el día a día de la calle, quien ha optado por esta disyuntiva. No es ninguna humillación para nuestro país como desean verlo aquellos que tienen intereses comprometidos en esta cuestión; la humillación es para el Gobierno español que se ha visto empujado a doblar el espinazo ante insinuaciones de la arrogante Cristina Kirchner, pues como no quiere encontrarse con Federico Franco, no vendría a Cádiz; y ella arrastraría a los mandatarios de Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, la pandilla bolivariana que hoy asuela las frágiles conquistas democráticas de un continente azotado por años de dictaduras.

Mariano Rajoy, cuya miopía política está poniendo en peligro la unidad de España ante la amenaza secesionista de Cataluña, al parecer decidida a formar un Estado independiente, también está poniendo en peligro la unidad de la Cumbre de Países Iberoamericanos con la posible ida de Paraguay.

¿Qué tiene que hacer allí nuestro país ante esta intolerable muestra de desamor? El Gobierno español, en lugar de reaccionar con firmeza por los atropellos que han sufrido y siguen sufriendo sus empresas en territorio argentino por parte de la soberbia doña Cristina; en lugar de dar muestras de quién es el que empuña el timón, pues ha decidido por lo contrario: en bajar la cabeza y pedir, vergonzosamente, como si fuera una limosna, todas las compensaciones económicas que con toda justicia deben recibir sus empresas expoliadas. En verdad, fue un expolio.

La Constitución de Cádiz no solo hacía descansar la soberanía en la ciudadanía en lugar de la monarquía, sino además introducía ideas avanzadas para la época, como la separación de los poderes del Estado, limitaba las atribuciones del rey, transformaba la monarquía absolutista en monarquía parlamentaria y creaba el sufragio universal, sino además daba por concluido el sistema colonial de los territorios de ultramar, por lo que las colonias pasaban a tener el mismo rango que los territorios peninsulares. Se buscaba crear un mercado con regiones que ya no serían virreinatos sino partes mismas del reino, incentivando el intercambio de productos.

Gracias a la Constitución de Cádiz todos los que habitaban en los territorios de ultramar se convertían en ciudadanos españoles con plenos derechos, incluyendo a las castas y a los indígenas de los territorios de América. Era el triunfo de Bartolomé de las Casas y de Francisco de Vitoria, aun por encima de muchos que hoy, tenidos como “americanos de pura cepa”, no tienen reparos en atropellar a los indígenas y hacer tabla rasa de sus derechos.

Todo esto es lo que se quiere festejar en Cádiz. Para ello, el gobierno de Rajoy ha preferido sentar a su mesa a quienes muestran un marcado déficit con la democracia por sus ataques a los medios de comunicación, por sus persecuciones a empresarios que no simpatizan con su gobierno, por sus amenazas a sus propios conciudadanos, por la creación de sus propias fuerzas de choque, por sus abusos del poder que tienen en las manos.

España –y esta vez sí es España, no Rajoy– podría muy bien celebrar ese hito de liberalismo que fue Cádiz, sentando a la mesa a quienes en realidad lucharon por la libertad y la democracia: a Adolfo Suárez, Felipe González, González Mellado, y al rey Juan Carlos que cuando las papas quemaban, se las jugaron quitándolas del fuego. ¿Para qué necesitamos a unos cuantos más?

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1 Comment

  1. YO CREO QUE ESTE SR. Y SU COMENTARIO, «SI» ES LA PARTE DE ESPAÑA QUE TODAVIA CORRE POR MIS VENAS Y ADEMAS, APOYO MORALMENTE AL PARAGUAY , QUE SI NO ASISTE A CADIZ PORQUE RAJOY(y no España, como lo dice Ruiz)LO PIDE,
    NO DEBERIA ASISTIR NINGUNO DE LOS PAICES LATINOAMERICANOS DEMOCRATICOS
    QUE NO SON BORREGOS DE CHAVEZ Y SU PANDILLA ,COMO LOS LLAMA CON TANTO ACIERTO EL ARTICULISTA.

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