Callar al que denuncia. ¿Qué tiene eso de malo?

En el pasado, durante los terribles tiempos de la partidocracia, lo normal era que los acusados renuncien a sus funciones y que se defiendan como ciudadanos.

Y existían unos contralores, unos fiscales, unos jueces, una comisión de fiscalización del Congreso que empezaban unas investigaciones que, ciertamente, muchas veces nunca concluían.

Pero por lo menos empezaban.

Ahhh, aquellos malhadados tiempos de la partidocracia, en que los periodistas denunciaban sin temor a las amenazas, en que los legisladores fiscalizaban y destituían ministros.

En que los jueces iniciaban procesos.

No como ahora. En que gracias a Dios, y a la Constitución de Montecristi, esos shows mediáticos han terminado para siempre. O han perdido toda su eficacia.

No es un tiempo de cambios. Si no, un cambio de tiempos.

Ahora, la presidenta del directorio del Banco Cofiec, una señora María Fernanda Luzuriaga, ha sido destituida sin que se conozcan las razones.

Nadie tiene por qué darlas. Dicen que ha filtrado información a la prensa, pero no es creíble que ese sea el motivo de la destitución. Sería demasiado cínico. Más bien, creo yo, que debe haberse tardado en poner la denuncia.

La jueza que inició el proceso también ha sido destituida.

Tampoco se saben las razones. El proceso de su destitución, según explican, es reservado.

La periodista que denunció el escándalo de un préstamos de 800 mil dólares a un ciudadano argentino que no ha pagado, tampoco está ya en su espacio de entrevistas.

Temporalmente, nos han explicado. Por suerte.

Tampoco se sabe quién la amenazó, pero la periodista ha aclarado que no es el gobierno, sino unos malos. Unos corruptos que con toda seguridad no tienen ninguna relación con el gobierno.

Todo el que insista en la denuncia será destituido, amenazado, silenciado. Porque hacer denuncias de mala fe, con el único objetivo de perjudicar al gobierno, y por ende a los pobres, a las grandes mayorías, debe ser acallado.

Porque, por último, ¿qué tiene eso de malo?

Tiempo de cambios. Tiempo de elecciones. Ciclos que terminan.

* El texto de Carlos Jijón fue originalmente escrito para la columna Tuiteando en HOY, que publica los domingos el diario HOY.

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