Que veinte años no es nada: la lección de Hugo Chávez

Por Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Este domingo 7 de octubre, Hugo Chávez obtuvo el voto popular para permanecer veinte años al mando del gobierno de Venezuela, en una victoria sin duda contundente, pero que también revela el fortalecimiento de una oposición que obtuvo alrededor de seis millones de votos que rechazan el modelo chavista.

El interés que las elecciones venezolanas han concitado en América Latina no es gratuito. La influencia política de Chávez en la región, para bien o para mal, es incuestionable. Y en el caso de Ecuador, el proceso “bolivariano” de captación del poder ha sido una evidente hoja de ruta para el plan de la “Revolución Ciudadana”, que, tras una serie de triunfos electorales, ha pulverizado la separación de funciones en el país y ha logrado, con cierta comodidad, una concentración de poder que no se ha visto en Ecuador desde que volvimos a la democracia hace ya más de treinta años.

¿Qué lección nos deja a los ecuatorianos el pasado 7 de octubre?

En primer lugar, reconocer que Chávez obtuvo más del 54% de los votos porque ha trasladado una faraónica bonanza petrolera en amplios programas de inversión social. Y reconocer que, más allá del manejo fraudulento de la comunicación estatal, esa inversión, por sí misma, no es pura demagogia o populismo. Aunque ese gasto es insuficiente para llevar a Venezuela al desarrollo —peor con el terrible manejo económico del chavismo—, esa inversión en la gran mayoría debería ser un imperativo ético de toda sociedad. Y, claro, es difícil vencer a un gobierno que invierte millones de dólares en los más necesitados. No, no se trata solo de que hoy haya más dinero. ¿Acaso gobiernos anteriores, con bonanzas semejantes, tuvieron una similar inversión social? Exactamente el mismo razonamiento se aplicar al gobierno de Rafael Correa.

Por otro lado, nuestra oposición tiene mucho que aprender de sus pares venezolanos. La principal lección es la unidad y la renovación. La unidad, porque la alta votación de Capriles solo fue posible gracias a que los demás políticos renunciaron a sus ambiciones para alinearse a una sola opción electoral. Y la renovación, porque esa unidad no podía estar capitaneada por aquellos personajes que representan ese pasado del cual los pueblos de Venezuela y Ecuador quisieron escapar al elegir a Chávez y a Correa. Esto último es importantísimo para Ecuador: no es posible una unidad en torno a figuras políticas que, para la mayoría del pueblo, significan un retroceso a la vieja partidocracia.

En la misma línea, es vital que cualquier alternativa al correísmo rescate sus logros y buena parte de su discurso, sobre todo en materia social. Nuestra derecha debe comprender, de una vez por todas, que la inversión en los más pobres es un requisito indispensable para la supervivencia de cualquier proyecto político y que eso no es un mal menor, porque no es un “mal” que la mayoría de la población acceda a servicios públicos mientras se fragua el camino al desarrollo. Por el contrario, debería ser el ideal de toda democracia que el Estado trabaje para todos y no para un grupillo de empresarios.

Por último, el triunfo de Chávez parece indicarnos algo muy lamentable: los principios republicanos y la defensa de los derechos humanos juegan un papel casi insignificante en el debate público. Los logros de Chávez pesan más que el hecho de estar veinte años bajo el gobierno de una sola persona, en un régimen que abiertamente desprecia el sistema interamericano de derechos humanos y utiliza a su favor todos los recursos del Estado sin ningún escrúpulo. Mirando a Ecuador, ¿importará en la próxima campaña denunciar el control de Correa sobre el sistema electoral y judicial, su embate a la libertad de prensa o la criminalización de la protesta? ¿Será que eso no le importa a la gran mayoría? ¿O será que esa mayoría no cree que las alternativas de Correa serán mejores en esos aspectos y prefieren quedarse con alguien poco democrático, pero que perciben que trabaja con mejores resultados que sus predecesores? Convencernos de lo contrario: ese será uno de los grandes desafíos de la oposición en Ecuador.

* Publicado en el blog www.realidadecuador.com

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2 Comments

  1. ya se percibe, ya se «huele» de lejos el triunfo de Correa,….no hay que menospreciar la inteligencia y la voluntad de los electores,del pueblo…el pueblo es sabio y el error de los politicos tradicionales, de la partidocracia fue subestimar la inteligencia del pueblo, y se presentaban con regalos, y falsas promesas..y el resultado siempre era el mismo…un pueblo desatendido y abandonado a su suerte, mientras se festinaban los dineros del pueblo, por parte de esos mismos politicos que le hicieron tanto daño al ecuador,y la corrupcion campeaba en cada esquina, y obras para mi pueblo…nada de nada! luego llegaron al punto culminante de la pilleria y se inventaron el feriado bancario, y solo acudian al pueblo en epocas de campaña, y se repetia la historia con regalos y falsas promesas..ahora estos mismos politicos se han levantado a pregonar que ellos son los defensores de la gente y del pais….ahora el pueblo ha despertado e identifica a sus verdugos de antaño y simplemente les dice…NO! y el señor Lasso fue parte de gobiernos anteriores, gobiernos que saquearon y quebraron al pais…y el pueblo simplemente le va a decir…NO!

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