O Mensalão

Por María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

Llegué a Brasil en el 2005 y una de mis mayores sorpresas fue la irreverente portada de la Revista Veja, abiertamente crítica al partido de gobierno de Luiz Ignácio “Lula” da Silva, el Partido de los Trabajadores (PT).  Con el pasar de los meses, la crítica no se acalló. La revista, de frecuencia semanal, traía cada vez una nueva denuncia de corrupción que en aquél entonces haría quedar en pañales los casos ecuatorianos.  Hasta que se inició una serie de reportajes sobre un esquema en el cual personeros del gobierno, a través de una agencia de publicidad,  y un complejo engranaje que conduciría a los hombres fuertes de Lula, el presidente de la Casa Civil, José Dirceu, principal candidato a sucesor de Lula, así como al presidente y al tesorero del PT, quienes sobornarían a representantes de cuatro partidos de la oposición en el congreso, cumplidamente, cada mes, por lo cual se bautizó el caso como “Mensalão”.

Las denuncias progresaban semana a semana. Inclusive uno de los involucrados, Roberto Jefferson, confesó con fecha y hora haber sido testigo de que el presidente estaba al tanto del esquema del “Mensalão”. Pero Brasil vivía una época de crecimiento sin precedentes, un “boom” que no hacía otra cosa sino engrandecer la imagen de Lula, nacional e internacionalmente; y Roberto Jefferson acabó cantando óperas en todo evento al que era invitado.  Con la suerte de su lado, mientras la Revista Veja cuestionaba si el presidente debía ir a juicio político, Lula encontraba nuevos yacimientos de petróleo, ganó la sede para los Juegos Olímpicos y para el Mundial de Fútbol, amplió enormemente la cobertura del programa social “Bolsa Família” que al favorecer el consumo hace las delicias de la banca y de las grandes empresas alimenticias, mientras el pueblo siente que, efectivamente, tiene más dinero para gastar. Y es feliz.

Pero pasaron 7 años, y durante los últimos cinco, el juez Joaquim Barbosa estudió más de 50 mil páginas. En el juicio que acabó esta semana, se implicó cerca de 40 personas, y se escucharon 600 testimonios. Para llamar a juicio a los implicados, organizó cuatro sesiones, y sentenció históricamente este esquema de “corrupción activa” y “formación de cuadrilla” –asociación para delinquir-, y al entonces brazo derecho de Lula, José Dirceu, como jefe de la misma. Su propósito: apoderarse del congreso (ya no solo con cargos y favores, sino con dinero de las arcas del Estado) ha sido señalado como estalinista-totalitario. Y arrastró consigo a siete políticos, tres banqueros y varios empresarios, que irán a prisión.

El Ministro más antiguo del Tribunal Supremo Federal de Brasil, Celso de Mello, dijo al votar:»el acto de corrupción constituye un gesto de perversión de la ética del poder y del orden jurídico, cuya observancia se impone a todos los ciudadanos de esta República que no tolera el poder que corrompe, ni admite el poder que se deja corromper”.

La Justicia en Brasil está de fiesta. El juez relator del caso, Joaquim Barbosa, se ha transformado en una celebridad por su labor impecable frente al “Mensalão”. Un Tribunal Supremo Federal imparcial e íntegro es hoy el orgullo de los brasileños. ¡Qué envidia!

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5 Comments

  1. Lo que puedo decir es que nada nos viene fácil. Pero fue la indignacion y el civismo que nos hizo luchar contra toda esta cuadrilla que está en el poder en Brasil. Hay que ornanizarse, esclarecer a las personas, unir el pueblo…Pero, despues de 7 largos años, el juício vino como un estímulo para brasileños y para toda Iberoamérica.

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