Dr. Strangelaw o por qué la reforma de la justicia no funciona

Por Xavier Vizcaíno
Quito, Ecuador

Luego de la Consulta Popular del 7 de mayo de 2011 se afirmó que el sistema de administración de justicia del país (en un plazo no mayor a dieciocho meses) se reformaría y quedaría tan estupendo que sería irreconocible. Los tres delegados gubernamentales a cargo de la obra de restauración han realizado la acostumbrada autopromoción, con los ineludibles spots televisivos, pequeñas montañas de papel cuché y todos esos detallitos que distinguen a una reforma con caché.

Se han puesto el casco y han  salido en la tele, mirando a la cámara, bien entrenados en las artes comunicacionales. Juegan con los mismos cuatro o cinco términos usuales: “La Patria” “El cambio” “La revolución” “en marcha” y así. Han hecho concursos de gente que asiste ilusionada y bien peinada a galpones-aula, para rendir rigurosos exámenes mentalizados por doctores de la Ley.

Los delegados han salido de compras. Han adquirido computadores. Compran muebles para amoblar los nuevos recintos. Compran pintura y estuco para arreglar los viejos. Linda les va a quedar la Justicia.

Lástima que todo eso no servirá de mucho. El error de la “reforma” de la justicia está en el diagnóstico. Se superarán algunas limitaciones materiales, pero la verdadera causa de la crisis de la administración de la justicia sigue presente. Es más: se ha agravado. Los ecuatorianos hemos abandonado  la práctica del dialogo, para  llegar a acuerdos. Ante la menor disputa, acudimos a los tribunales. Metemos el Estado en toda discrepancia. La política -los políticos-  son los mejores clientes del sistema judicial. El debate no tiene lugar. El espacio que correspondería a la discusión de ideas está ocupado por la amenaza, la afrenta personal y los actos de fuerza. En definitiva, la administración de justicia se enfrenta a una sobredemanda absurda.

Los últimos tiempos, de las luces revolucionarias, tampoco han significado una mejora. El sistema de administración de justicia todavía se utiliza como palanca para lograr objetivos políticos. Se ha llegado al extremo de inventar doctrinas absurdas y justificativos fantásticos para procesos judiciales que recuerdan -al menos dos- novelas de Kafka.

La reforma de la justicia deja intacta la influencia de la política y otros poderes sobre los jueces. No garantiza el principio de igualdad ante la ley. Lástima. Será para la próxima refundación de la Patria.

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1 Comment

  1. Todo el aparataje estatal puede con infraestructura, reformas, procesos y demás. El cambio de mentalidad de los funcionarios de justicia, actuar con probidad, ética, eso depende de la cultura, formación, educación de las personas; unos cuantos lustros más de re-educación y de entender que el resto, quienes estamos alrededor, unidos, debemos también poner de parte día a día

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