En el tintero

Por Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

Me dejé algún que otro tema en el tintero de lo que caí en la cuenta después de haber terminado mi artículo anterior (además de haber confundido a Víctor Hugo con Emilio Zola), sobre las ideas “innovadoras” que trajo a España el presidente ecuatoriano Rafael Correa acerca de la prensa cuando estuvo para la inauguración de la XXII Cumbre Iberoamericana de Cádiz.

En una entrevista que concedió al diario “El País”, el mayor de toda España, arremetió contra la prensa. A la pregunta: “¿Dónde termina la libertad de expresión, según usted?”, el mandatario ecuatoriano respondió: “Estamos de acuerdo en que la información es un derecho, lo que hay que preguntarse es si ese derecho puede ser el producto de negocios privados con ánimo de lucro. Por definición, van a buscar el lucro, no a garantizar el derecho”. Terminó proponiendo una solución; vale decir, “su” solución: “Esto es lo que se tiene que discutir: si no es mejor tener más medios públicos, comunitarios, sin fines de lucro, incluso discutir una propuesta arriesgada: si la información es un derecho, la base de las libertades fundamentales y la libertad de expresión, ¿por qué no puede ser una función del Estado, como la justicia?”. Sobre que el Estado se haga cargo de la información me ocupé en mi artículo anterior.

No deja de sorprender el miedo que se tiene a que exista una empresa “con fines de lucro”, como si ello fuera un acto delictivo. Un paso más y volveremos al fundamentalismo islámico que prohibía hacer préstamos con cobro de intereses, principio que ya fue “reformado”, claro está. Para disgusto de Correa, las grandes empresas periodísticas, económicamente fuertes, son las que permitieron no solo asegurar la información, sino dar expresiones realmente gloriosas en diferentes campos.

Quienes están considerados los tres más grandes fotógrafos de guerra: Robert Capa (1913-1954), Gerda Taro (1910-1937) y David Seymour (1911-1956) hicieron su trabajo gracias a los periódicos norteamericanos que compraban sus fotografías. Las imágenes más patéticas de la Guerra Civil Española (1936-1939) se deben a sus fotografías y las únicas imágenes que existen del memorable desembarco de los aliados en Normandía son las fotos de Capa.

W. Eugene Smith (1918-1978) nos dio fotografías patéticas de la Guerra del Pacífico y unos ensayos sobre España inolvidables gracias a la revista “Life” y así podemos seguir la lista de fotógrafos como Larry Borrows (1926-1971) con imágenes de la guerra de Vietnam, Horst Faas (1933) que acaba de morir meses atrás, fotógrafo excepcional también de la guerra de Vietnam.

Muchos dicen que las fotografías de las atrocidades de la guerra de Vietnam publicadas por la prensa norteamericana son las que en realidad provocaron la derrota del ejército estadounidense; esa misma prensa que trabaja con “fines de lucro”.

Pero si se insiste que todas estas publicaciones (“Life”, “The New York Times”, “The Washington Post”, “Paris Match”, etc.) son expresiones de la prensa capitalista, publicaciones de izquierda, también con “fines de lucro”, hicieron posible que George Orwell escribiera las páginas más lúcidas que se hayan escritos jamás sobre la Guerra Civil Española y que se acaban de publicar en forma de libro con el nombre de “Orwell en España” (Tusquets Editores, Barcelona 2009).

Si la publicación norteamericana “The New Yorker” hubiera sido una pequeña empresa sin fines de lucro, no hubiera podido mantener, durante meses, a Hanna Arendt en Israel para asistir al histórico juicio de Adolf Eichmann y que luego fue publicado en forma de libro “Eichmann en Jerusalén” por la colección “Debolsillo” (Barcelona, 2006).

Quizá no debería olvidar a Ernest Hemingway (1899-1961) y sus célebres artículos sobre el conflicto armado Greco-Turco en los años 20, enviado por el periódico “Toronto Star” de Canadá.

Contrariamente a lo que piensa Correa, creo que justamente son las empresas periodísticas sólidas y bien asentadas las que podrán asegurarnos a todos el derecho a la información, y no sus boletines de asociaciones de barrios convirtiéndonos a los periodistas en pobres menesterosos viviendo de la limosna que nos tiren los fieles el domingo por la mañana.